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Jean Paul Pineda
Jotapé tiene tres años, viste un verde disfraz de Gekko y revolotea por el jardín llevando unos fierros. Su papá le pide que los deje, porque se puede hacer daño. Más todavía cuando la pequeña Augusta, de poco más de un año, lo empieza a seguin "Ella es todo terreno, muy independiente y, como sus hermanos son terribles, tiene que defenderse", bromea la mamá, mientras intenta que Luciana, de cuatro años, la mayor de sus hijos, se sume a la foto familiar. Cuando por fin la convence, Yeco, el perrito colombiano blanco que trajo el papá para la Navidad, se pone a ladran Todos se ríen.

Escenas como esta echaba de menos Jean Paul Pineda el segundo semestre del año pasado. Mientras jugaba en Atlético Bucaramanga, en Colombia, apenas estuvo un mes con su esposa, Faloon Larraguibel, y sus hijos, que lo visitaron en vacaciones. "Fue el mejor momento que viví allá", admite el delantero nacido en Palestino. El resto del tiempo, lo pasó solo.

Jugando olvidaba las penas. "Al principio me costó, porque no llegué con el fondo físico o pretemporada que ellos hicieron. Llegué en la cuarta fecha, pero me tuvieron mucha fe, mucho respeto y al final terminé jugando y siendo muy importante para el equipo, así que eso me deja tranquilo y por eso tuve oportunidades en otro club", relata.

Deportivo Pasto, rival de Huachipato en la Copa Sudamericana, era ese otro club, con el que llegó a acuerdo y hasta lo presentó en redes sociales como refuerzo. Pero, de repente, Pineda volvió a Chile, para jugar en San Luis, en la Primera B.

"Si lo vemos deportivamente, me convenía más jugar en primera división de Colombia, pero hay momentos en que uno debe tomar decisiones, sobre todo por la familia. En mi última experiencia en Colombia me perdí los tres cumpleaños de mis hijos, cosas que uno no quisiera dejar pasar. Todo eso me hizo pensar, lo conversamos con mi señora, decidimos muy rápido y estamos muy felices de la oportunidad que nos está dando San Luis", afirma el jugador.

-¿Tuvo otras ofertas de Chile?
-Sí, también de primera división, pero eran lejos de Santiago y de la Quinta Región, donde ya tuve experiencia en Santiago Wanderers y La Calera, y me fue bastante bien y me sentí muy feliz. Por lo mismo tomamos esta decisión cuando me llamó el dueño de San Luis y me ofreció un muy buen contrato. Lo conversé con mi señora y lo tomamos. Fue una decisión familiar.

-El trabajo de su esposa también fue clave en la decisión.
-Sí, ella ha postergado harto su trabajo. Por eso decidimos darnos ese margen de que ella siguiera con lo suyo y yo con lo mío el año pasado. Pero no por un tema de los dos, sino porque también tiene derecho a seguir sus sueños. Mi familia siempre ha sido parte fundamental y por eso tomé la decisión de quedarme en Chile.

-Además, está recién casado.
-Sí, el 21 de diciembre nos casamos. Lo necesitábamos y lo teníamos pensado hace tiempo. Llevamos seis años juntos, sentimos que somos almas gemelas. Ya tenemos tres hijos, yo tengo otra, y queríamos bendecir nuestro amor. A pesar de las dificultades que hemos tenido, como todas las parejas, siempre hemos estado unidos, apoyándonos en las buenas y malas. Terminé en Colombia y se dieron las fechas para poder casarnos. Mi hijo también estuvo de cumpleaños en esos días, después vino la Navidad, así que fue un mes lleno de amor.

-Usted conoció a Faloon cuando jugaba en La Calera, el 2014.
-Fue por intermedio de una amiga que traía unos productos de Estados Unidos. Me fue bien en esos años y salí goleador del campeonato; lo que intentaba, me salía. Decían que Faloon ayudó en eso y fue así. Fue un plus importante para mí, alguien muy importante en mi vida.

-Con el asalto que sufrieron en Brasil, hace dos años, ¿no tuvo algún resquemor de irse a Colombia?
-Con esa experiencia de Brasil, donde casi nos matan, uno pierde el miedo a muchas cosas. Yo fui criado en el barrio y siempre estuve viendo esas cosas. La incertidumbre existe porque uno ve documentales y películas sobre la guerrilla, las mafias y empieza a preguntar, pero todo fue tranquilo. Bucaramanga es una gran ciudad, por algo la llaman La Ciudad Bonita, tiene de todo y vivíamos muy bien, muy cómodos, conocí grandes personas, pero hubo problemas administrativos en el club que también ayudaron a tomar la decisión de volver.

-¿Qué problemas?
-Había atrasos de varios meses en sueldos, firmas una cosa y en el camino te la van cambiando, cosas así. Y a esta altura de mi vida, no me interesaba mucho estar peleando.

"Nos casamos el 21 de diciembre. Queríamos bendecir nuestro amor".

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