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Sky vuelve a volar con filas de asientos vacías
Tamaña y dura tarea le tocó asumir a José Ignacio Dougnac, el nuevo CEO de Sky, quien tomó las riendas de la compañía el 1 de abril. Bajo sus manos, la aerolínea deberá enfrentar una de las mayores crisis en la historia de la aviación comercial, sino derechamente la mayor. Su principal desafío, según cuenta, es otorgar confianza y seguridad en tiempos de pandemia tanto a pasajeros como trabajadores.

"Es un valor intransable", dice.

-Ustedes fijaron el 1 de junio como fecha de retorno, ¿eso implica volver a volar?
-Esa fecha tiene varios matices, pero significa que ahora todos los pasajeros a través de nuestra página web van a poder comprar sus pasajes para volar a partir del 1 de junio. Nosotros estábamos haciendo operaciones no regulares, que son los charters, la carga, pero que son más puntuales. Ahora los pasajeros pueden sacar boletos desde en nuestra web y volar desde el 1 de junio con frecuencias reducidas, tres o cuatro semanales por destino, a Iquique, Antofagasta, Calama, Concepción, Puerto Montt y Balmaceda.

- ¿La gente puede comprar los pasajes desde, los más baratos?
- Efectivamente. Tenemos de todo. Por ejemplo, ahora (jueves) para volar el 1 de junio de Santiago a Antofagasta está a $11.990 por tramo. En precios mantenemos la misma política que teníamos, pero no vamos a lanzar promociones porque la idea es que vuele la persona que tiene que volar.

-Este jueves se dio el mayor registro de personas fallecidas en un día. ¿Es viable partir en junio?
-Si la situación se complica demasiado y se bloquean las ciudades, obviamente que tendremos que tomar las decisiones pertinentes para resguardar la salud, que es lo más importante. El 1 de junio es una propuesta que hacemos con la información que tenemos. Si cambia, tendremos que adecuarnos.

-¿Cómo generar confianza para que alguien se suba a un avión en plena pandemia?
-Creamos protocolos partiendo por las normas del Ministerio de Salud y la Dirección General de Aeronáutica; esto es el pasaporte sanitario, mascarillas, control de temperatura, etcétera. Pero además redujimos, como protocolo interno, el contacto en todo sentido. Un pasajero que no tiene que despachar maletas, por ejemplo, puede hacer su check in en el celular o en el sitio web, no de forma presencial. Y quienes tengan que despacharlas también mostrarán todo a distancia.

-¿Y arriba del avión?
-Estamos bloqueando la fila central, de modo que al lado de una persona siempre haya un asiento vacío; es una medida que va más allá de los requerimientos. Junto con ello, sólo estamos volando aviones nuevos A320neo, de última tecnología, los menos contaminantes de su categoría y los más eficientes. Además cuentan con filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air), que captan el 99,9% de las partículas del aire y lo cambian en su totalidad cada tres minutos, lo que reduce muchísimo la posibilidad de contaminación al interior. Todos los aviones serán sanitizados cada vez que aterricen en Santiago; no vamos a ofrecer comida, embarcaremos de atrás hacia adelante para que no haya cruce entre pasajeros; tendremos alcohol gel y nuestras tripulación usará guantes, entre muchas otras medidas.

-¿Cuánto reduce el número de pasajeros sacrificar la fila de al lado?
-El 33%. Es muy importante, pero creemos que es más relevante generar confianza y seguridad. Es una medida que no se puede tomar para siempre, porque el costo sube muchísimo y para ello tendrían que elevarse los pasajes o quebrar las aerolíneas. También implementamos flexibilidad total en la compra de pasajes, lo que permite, dentro del año y a cualquier destino, cambiarlos sin multa.

-¿Existe riesgo de quiebra?
-En general, la situación es muy mala para empresas que están paralizadas como nosotros, lo que no es sostenible en el tiempo. Si esto se prolonga, hay riesgo de quiebra para todas las aerolíneas del mundo. Varios gobiernos ya salieron a ayudarlas, pero todo depende de cuánto dure la crisis. Si es uno o dos meses, es posible sobrevivir, pero si se extiende en el tiempo, lo que parece muy probable, es muy difícil salir sin ayuda del Estado.

-En épocas normales el mundo empresarial no quiere ni ver al Estado, pero en crisis todos acuden a él. ¿Por qué habría que tenderle una mano a las aerolíneas?
-Por la contribución que hace la industria a la sociedad. Genera 300.000 empleos y US$7.000 del PIB, con lo que se generaría una pérdida de ingresos fiscales muy importante. Por otro lado, las personas no se podrían conectar de manera sencilla porque, dada la geografía de Chile, es muy difícil acceder a las regiones extremas, tanto para las personas como las cargas de bienes y servicios, lo que generaría gran desconexión con el consiguiente impacto a las economías regionales: el turismo y las Pymes asociadas no podrían recibir gente; la carga, los salmones, la minería incluso, porque nosotros transportamos muchísimos trabajadores de mineras en Antofagasta y Calama, que no tendría cómo acceder o pasar 20 a 24 horas en bus. La productividad del país y el beneficio social que genera la industria aérea es muy fuerte. Incluso hoy, la red de salud funciona por aire, se transportan enfermos críticos de un lugar a otro.

-De haber rescate, ¿qué fórmula plantean?
-Primero, es una crisis temporal, por lo que se trata de una ayuda que es posible pagar de vuelta, pero se deben evaluar criterios: que una empresa sea sustentable, porque no es razonable que el Estado avale o preste a una empresa que viene con muchos problemas y que en el mediano plazo no será capaz de pagar la deuda; que genere beneficio social, como conectividad, empleo, que se comprometan a no pagar dividendos, a no pagar deudas con relacionados y a no financiar operaciones en el exterior, porque no me parece razonable que el Estado de Chile financie las operaciones de, por ejemplo, Sky Perú. Debe ser para la sociedad chilena.

-¿Pero qué formula?
-Hemos pensado en un tipo de préstamo avalado por el Estado, que permita hacer un levantamiento de caja adicional de mediano plazo, con intereses reducidos para poder pagar de vuelta, pero en base a criterios que garanticen a la sociedad de que el Estado está usando la plata para generar beneficio social, no para beneficiar a ningún accionista ni empresario.

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