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Andrés Meza
Lo único que quiere Andrés Meza es que pasen los tres días que le quedan para volver a trabajar a la urgencia respiratoria del Hospital Claudio Vicuña de San Antonio. "Tenía miedo antes. Veía neumonias horribles en la urgencia. Ahora también tengo susto, pero la verdad es que tengo más ganas de ganarle a la pandemia", celebra el médico, quien recibió un tratamiento con plasma hiperinmunizado que le permitió sobrevivir al coronavirus.

Meza no sabe exactamente cuándo se contagió, pero tiene una sospecha. Recuerda que el 17 abril le tocó atender a una compañera del hospital con síntomas de Covid- 19. "Le tomé la muestra para el examen PCR y al momento de emitir la licencia médica, ella tosió muy cerca. Ambos usábamos la mascarilla, pero nos hemos dado cuenta de que los elementos de protección no son suficientes en esta pandemia", destaca.

Seis días después del contacto con su compañera, dice el médico, sintió que estaba enfermo. Apaleado, como si diez camiones hubiesen pasado sobre su cuerpo. "Lo máximo de fiebre que tuve fue de 38,6 grados. Me realizaron el examen PCR y dio positivo. En la casa me traté con paracetamol y metamizol, que es la dipirona. Me sentía igual de mal con o sin medicamentos", relata.

El 23 de abril, a dos días del diagnóstico, el cuadro clínico de Meza empeoró. No tenía dificultad respiratoria, destaca, pero su debilidad era inmensa. No tenía ni fuerzas para pararse. "Mi familia se preocupó y llamaron a la ambulancia. Entré por Ley de Urgencias a la Clínica Alemana. Me ingresaron ese mismo día a la Unidad de Cuidados Intermedios porque me hicieron un escáner en los pulmones. Se vio la peor complicación del coronavirus que es una neumonia bilateral multifocal, o sea, mis dos pulmones estaban comprometidos. Estaba tan débil que no podía abrir los sobres de sal que me pasaban con la comida", menciona.

Mientras estuvo hospitalizado en cuidados intermedios, asegura el médico, le administraron los mismos medicamentos que él tomaba en casa, esa vez, vía endovenosa.

"Alcancé a estar allí un día y medio. Rápidamente aumentó mi requerimiento de oxígeno. El médico me dijo: mira Andrés, la cosa anda mal. Te vamos a trasladar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y posiblemente te intubamos hoy. Se me cayó el mundo. Las estadísticas internacionales dicen que el que entra a la UCI tiene una alta probabilidad de morir. Lo único que pensaba era en mi hijo, le envié todas las claves bancarias a mi señora, le hice un depósito súper importante. Ella no entendía nada. Después supo que me habían trasladado de unidad", dice.

En la Unidad de Cuidados Intensivos Meza estuvo conectado a ventilación mecánica no invasiva, con una especie de máscara llamada Bipap que entrega presión positiva al paciente. "Es un paso antes de que te intuben", recalca el médico.

Esa noche, 26 de abril, recuerda Meza, recibió un llamado. Era Raimundo Gazitúa, jefe de Hematología de la Fundación Arturo López Pérez (Falp), quien le ofreció participar en un estudio clínico que utiliza plasma hiperinmunizado en pacientes graves con Covid-19.

"Le dije dále. Era el peor minuto, pensaba que me iba a morin Ante esa posibilidad, le dije altiro que sí, por favon Trajeron la dosis desde Falp y esa misma noche me la inyectaron. Como todas las noches anteriores, dormí poco, no fue la excepción. Recién logré dormir a las siete de la mañana del 27 de abril. Cuando desperté, a las nueve, me sentía mucho mejor. Al menos sabía que iba a vivir, cambió el panorama enormemente", recuerda el médico cirujano.

Para Meza es difícil explicar cómo supo que iba a vivir. Cuenta que poco tiene que ver con emociones, sino que con un estado corporal. Algo bien científico y fisiológico. "Me sentí más fuerte, con menor compromiso del estado general, aliviado. Como si me hubiese atropellado un solo camión y no diez", relata.

Fueron catorce días de hospitalización. Cuenta Meza que fue el primer paciente que recibió un tratamiento de plasma en la Clínica Alemana. "Me atendieron mis compañeros de la Universidad de Chile, con los que estudié. Confié en ellos. Me daba cuanta que sentían pena al verme, también empatía. Me decían que estaba muy mal, pero que ellos me iban a salvar porque no se les ha muerto nadie. Mientras estuve hospitalizado, claro que lo sobrellevé mejor al tener conocimientos médicos, sabía lo que me pasaba. Pero al estar grave se te tiene que olvidar eso, debes entregarte a los médicos. Yo siempre confié. ¿Cómo me siento? Como nuevo. En dos o tres días espero volver a mis labores profesionales", asegura.

Estudio con plasma

Raimundo Gazitúa, jefe de Hematología de Falp, explica que el tratamiento que recibió Meza es un plasma hiperinmunizado, donado por un paciente convaleciente de coronavirus. O sea, de una persona que se recuperó hace pocos días de la enfermedad.

"Los pacientes elegibles para recibir este tratamiento tienen que estar graves. Eso significa tener una frecuencia respiratoria sobre 30 ciclos por minutos. Lo normal está entre diez y doce. También deben tener una neumonia que ocupe sobre el 50% de sus pulmones. Se reserva para pacientes graves, con riesgo de morir porque el recurso es limitado".

Agrega que aún es pronto para hablar del éxito del tratamiento. "Es un estudio, estamos en proceso. Falta que publiquemos los resultados con los primeros diez pacientes, por eso debemos ser cautelosos con todo. Hasta el momento llevamos 30 transfusiones. La primera transfusión la realizamos el 26 de abril".

Done plasma

Raimundo Gazitúa, jefe de Hematología de Falp, explica que el tratamiento con plasma forma parte de un estudio colaborativo en el que participan varias instituciones. "Lo obtenemos mediante un proceso llamado plasmaféresis. Separamos los componentes de la sangre del donante y nos quedamos con los anticuerpos que combaten al virus".

Para ser donante, cuenta el hematólogo, la persona debe haber pasado 21 días sin síntomas de Covid-19. Además, se le realizan exámenes para descartar enfermedades de trasmisión sanguínea y corroboran que no tiene coronavirus a través de dos PCR.

"Extraemos entre 500 y 600 ml. Eso contiene proteínas y anticuerpos.

Eso se congela a 40 grados bajo cero y puede estar hasta dos años almacenado en nuestros contenedores.

Eso alcanza máximo para tres dosis, lo que hemos definido es que a un paciente le administramos dos unidades de plasma cada 24 horas. Hago un llamado para que todas las instituciones públicas y privadas se sumen para trabajar de forma colaborativa. La idea es masificar esta herramienta, recordemos que no tenemos un tratamiento efectivo aún. Esto pareciera ser promisorio, por lo que tenemos el deber de evaluar su eficacia y aportar a los pacientes", menciona.

Para ser donante de plasma debe ingresar a donantecovid.cl.

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