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Marcelo Pino pasó de vender cuchuflís en la playa a ser sommelier de nivel mundial

Cuando Marcelo Pino Piña (41) estudiaba Gastronomía a veces soñaba despierto. Durante los viajes en la micro que tomaba tras las clases en el Instituto Diego Portales, mientras bajaba por la Alameda, veía el Hotel Crowne Plaza y se decía para sus adentros "algún día voy a estar trabajando ahí.

Pino no se quedó en esas ilusiones. Nunca. Incluso cuando trabajar en ese hotel de la Alameda parecía una fantasía más allá de su alcance. Nacido en un sector modesto de Pichilemu, el del medio de siete hermanos, nunca le hizo asco al trabajo: antes de cumplir 10 años vendía cuchuflís en la playa, a lo que sucedió una seguidilla de labores en el balneario hasta que entró a estudiar cocina, soñando con viajar por el mundo.

"Vengo de una familia súper humilde de Pichilemu, con la suerte de haber nacido ahí, alejado de la droga y la delincuencia; creo que obviamente eso hace una gran diferencia con nacer en Santiago, en una población más compleja", valora.

Contó que incluso vivió en una mediagua.
"Cuando era chiquito me crié en una mediagua, no tenía ni luz ni agua potable, estuve estudiando con velas hasta los 13 a los 14 años. Me crié en una población que era de veraneo, entonces después de marzo era como la desolación máxima, no quedaba nadie en las calles".

Mientras trabajaba como repartidor de Telepizza para costear sus estudios, un conocido de Pichilemu que trabajaba como guardia en The Ritz Carlton le consiguió una entrevista para hacer su práctica en el hotel 5 estrellas. Ahí Marcelo brilló por su personalidad y empeño. También conoció de vinos, cepas y maridajes. Y se hizo sommelier.

Mal no le ha ido en verdad. Fue escogido el mejor sommelier de Chile en el 2011 y 2014. Hoy aspira a convertirse pronto en máster sommelier, el escalafón más alto de esa carrera. No son más de 275 en todo el mundo.

Pero usted estudió Gastronomía.
"Aunque me encanta cocinar, siempre he dicho que la cocina no es bien pagada en general en Chile. Entonces me fui por este otro lado y fue un golazo. Para pagarme el segundo nivel de sommelier en Chile trabajé de colectivero en Rancagua y con unos tíos repartiendo leña. Siempre he dicho que cada una de esas cosas que me ha tocado hacer y vivir me han ayudado a ser una persona mucho más formada, con mucho menos miedo en la vida".

¿Sintió alguna vez discriminación en el ambiente?
"Siempre me preocupé de ser un alumno destacado y creo que eso me ayudó muchísimo. Soy una persona con hambre de aprender y de moverme de forma tranquila por la vida. Jamás he desconocido mis orígenes y eso creo que también la gente lo valora muchísimo. Si uno es honesto y no se siente avergonzado de dónde viene, eso ayuda muchísimo a que la gente valore tu esfuerzo, tu trabajo".

Hay meritocracia ahí.
"Siempre digo que jamás me destaqué por un apellido: soy Marcelo Pino Piña y la verdad es que me siento orgulloso de eso. Me ha ido bien por mis cualidades como estudiante o como trabajador y eso es lo que me ha ayudado a crecer en esta profesión".

Libertad económica

Si los sueños de Pino son de un futuro tranquilo, donde pueda ser autónomo económicamente, su presente está en construirlo. Es dueño del restaurante Parilla de Pino en Pichilemu, enfocado en servir carnes con excelente maridaje; también es embajador de la viña Casa Silva, donde lleva trece años.

Siempre que converso con gente a la que le va bien me produce curiosidad saber qué los hace diferentes del resto. En su caso, ¿Qué cree que fue?
"Creo que es una combinación de varias cosas, pero la base siempre está en la educación de la casa. Mi mamá siempre tuvo el sueño frustrado de estudiar, llegó hasta séptimo básico; recuerdo que mi papá, que trabajaba en el bosque, le decía 'manda a estos cabros a trabajar' y mi mamá decía que no, que íbamos a estudiar y a ser todos profesionales. Y se preocupó siempre de eso".

No fue lo único me imagino.
"También tenía hambre de comerme el mundo. Y eso me llevó hasta donde estoy hoy. Pero creo que lo importante no es lo que he logrado hasta ahora, es lo que quiero seguir logrando".

Usted me menciona la libertad económica como una gran meta a futuro, ¿a qué se refiere con eso?
"Para mí es básicamente tener diferentes entradas de dinero, de negocios que uno autogestiona en el fondo y que te permitan no depender de un empleador, sino de tu mismo trabajo. Yo tengo 41 y a los 50 años quiero ser económicamente libre, no depender de ningún empleador".

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