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Argentina prohíbe que cabras chilenas crucen a pastar

Todos los diciembres, Eduardo Bórquez comienza a cruzar la Cordillera de los Andes con sus cabras. Vive en Tulahuén, una aldea de la comuna de Monte Patria, en la Región de Coquimbo, y durante tres meses sus animales "pastean" a sus anchas en las praderas argentinas. "Allá hay mejores pastos", cuenta su mujer, Elsa Valderrama Cortés, directora de la Asociación de Crianceros de la Provincia del Limarí.

Ese pasto de primera calidad le permite al ganado engordar lo suficiente para aguantar el invierno de vuelta en Chile, pero no sólo eso. Mientras están en la cordillera, las cabras también producen mejores quesos, que los crianceros llevan a casa en viajes relámpago para que sus familias puedan venderlos. "No hay caminos buenos. Ellos van por los cerros. No hay comunicación. Sabemos de ellos cuando un criancero vecino o un compañero baja. Mi marido baja al mes con quesos; aloja en la casa y al día siguiente vuelve a subir. Así es la vida crítica del criancero", explica ella.

Durante dos años seguidos la Provincia de San Juan prohibió las veranadas debido a la pandemia; ahora, cuando se suponía que se iban a reanudar, tampoco va a poder ser. "Argentina dice que quiere recuperar sus praderas y que tiene escasez hídrica, pero ahora llovió y me imagino que las condiciones van a estar buenas, que va a haber pasto y agua", dice Elisa Valderrama. Un tercer año sin cruzar la cordillera podrá ser fatal. "Somos más de 300 familias que vivimos de las cabras".

"El Diario de Cuyo" publicó el 30 de octubre que el ministro de Gobierno de San Juan, Alberto Hensel, dijo que una de las razones por las que se suspendían nuevamente las veranadas es que "todavía no se han superado las condiciones de sequía que vienen afectando a la provincia".

El alcalde de Monte Patria, Cristian Herrera, explica que el Gobierno Regional de Coquimbo le paga a la Provincia de San Juan una "tasa de veranada" según la cantidad de animales que cruzan a pastar. A eso hay que agregar lo que cada criancero le paga al dueño del terreno donde se van a "alojar" los animales. "Esto es tradicional e histórico. Antes de que existieran fronteras ya pasaban trashumantes. Es una actividad económica ancestral. Estas decisiones políticas lo que están haciendo es matar una actividad. Es una situación muy compleja para nosotros", lamenta el alcalde Herrera.

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