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Álvaro Brun cuenta cómo pasó las penas y la soledad estando en la U

Álvaro Brun llegó a Chile con la expectativa de brillar en Universidad de Chile. En Uruguay dejó a su hijo Máximo, su novia Ximena, amigos y un club donde era el capitán. Sin embargo, las cosas no se dieron en la U. Incluso desde que asumió Sebastián Miranda ni siquiera fue a la banca, por lo que su partida era inminente a fin de temporada. "Arrepentido nunca porque cuando tomé la decisión de venir estaba convencido. Después las cosas, a veces, no se dan como uno piensa. Pensaba jugar más. No lo pude lograr. Va de la mano con lo que le pasó al equipo a lo largo del campeonato, con cuatro entrenadores, no se siguió con el proyecto del gerente deportivo. Creo que a la gente que maneja la U le quedó mucho aprendizaje este año", dice.

-¿Y usted cómo lo vivió?
-Saco de esta experiencia que viví en Chile que uno está mejor con su círculo de confianza cerca porque es tu apoyo, es tu cable a tierra, tienes actividades durante todo el día. Los extrañé mucho. La verdad es que, a veces, cuando llegas al departamento, más con los malos resultados y sin jugar, uno se cae emocionalmente. Por ahí pensaba si valía la pena estar viviendo esto lejos de mi hijo y de mi familia. En mi familia están viviendo cosas que son solucionables, pero pasaron cosas que...

-¿Qué cosas?
-Cosas emocionalmente, estaba decaído. Había días que me costaba levantarme para ir a entrenar porque sabía que no estaba entre los citados y eso para un jugador es difícil, más para uno que tiene 35 años. No me sentí muy valorado, pero son cosas que pasan. Por suerte lo pude revertir y en los últimos meses yo estaba disponible para jugar y pasaron cosas, como las que conté y que muchos lo saben, cuando se lesionaron Nery Domínguez y Luis Casanova. En esos momentos había pactado un viaje a Uruguay para el cumpleaños de mi padre y para una inauguración de un emprendimiento donde pusimos mucho empeño con Ximena, mi pareja, y quería estar presente y al no estar en consideración durante seis partidos pedí permiso, sin goce de sueldo, y justo se dan esas lesiones.

-Siga.
-Pensé que se me abría una puerta y después me entero de que no estaba citado y me dijeron que viajara tranquilo porque no me iban a tener en consideración. Son cosas que me tocó pasar. Y capaz que la gente se quedó con que tenía problemas personales y no fue así. Yo viajé a Uruguay para estar en hechos que para mí son importantes.

-¿Qué tipo de emprendimiento armaron con Ximena?
-Una clínica estética, que era su sueño. Cuando vimos que ese salón contaba con ese requisito, no lo pensamos dos veces y le metimos para adelante. Es una oportunidad y ojalá nos vaya bien.

-¿Pensó en dejar la U?
-Lo pensé, pero nunca se lo dije a nadie. Por suerte hubo personas que me ayudaron, como la sicóloga Carolina Delmónaco y fui a una sicóloga particular. A veces creen que es algo anormal ir al sicólogo y es lo más normal porque te dan herramientas para solucionar las cosas. Empecé a cambiar algunas cosas. Antes llegaba de entrenar y me postraba en la cama a mirar la tele y me puse a hacer otras cosas para distraerme y socializar más.

-¿Cómo cuáles?
-Comencé a utilizar el gimnasio del edificio, hice amigos en el mismo edificio para hacer un asadito o jugábamos al basquetbol. También me ayudó mucho mi representante Washington Castro en un momento delicado. Me abrió las puertas de su casa y la verdad que cada vez que iba se respira un ambiente familiar. Siempre quise estar cerca de mi hijo y mi meta era verlo todos los días y que te dijera que no podía estar en su cumpleaños... Eso te toca. Lo bueno es que encontré en Chile gente que me ayudó.

-¿Máximo pudo venir a Chile?
-No lo pude traer, pero las veces que fui lo vi y lo disfruté un montón. Lo echaba mucho de menos. Uno se pierde muchas cosas. Me tocó verlo cada dos meses y que un hijo que tenga 6 años y te abraza y no te diga nada quiere decir que te extraña.

-De su viaje no se sabía mucho. Sí de otras cosas en la U. Se filtraba todo.
-Me llamó la atención porque esas cosas son las que hacen daño. Por lo que tengo entendido siempre ha pasado en un equipo como la U. Capaz que este año fueron más, pero son cosas que se tendrán que cambiar porque la U es un equipo grande. En vez de pensar en una noticia extra, debe pensar en conseguir cosas importantes.

-En algún momento se dijo que el sapo del plantel era usted. Raro, porque usted se iba con Felipe Seymour.
-Yo te voy decir una cosa. Seymour me iba a buscar y teníamos una relación de respeto. No éramos amigos, pero sí dialogábamos. Tampoco que estoy cien por ciento de acuerdo con las cosas que se hicieron. Me enteré, por la publicación de un compañero (un posteo de Ronnie Fernández para el 18) que podía haber sido yo y lo aclaré con ese compañero, con Ronnie. Yo no tuve nada que ver. Pero es feo porque el que lee ya te pone en una lupa y nada que ver. Uno tiene códigos, vestuario y lo que menos soy es ser sapo.

-¿Le llamó la atención que cuando llegó Miranda no jugó más?
-Primero que nada, con Sebastián Miranda no tengo ningún problema personal y que quede bien claro. Trabaja bien, pero lo que tengo seguro es que no fui de su gusto. Hubo semanas que hacíamos fútbol y yo no estaba entre los citados. A mí me mató anímicamente. También tengo que ser honesto que cuando me pasó eso tuve una mini depresión. Llegué tarde a la práctica, conversé con Miranda y le expliqué lo qué me pasaba. Me rompí el lomo para ser titular y me parece que no me merecía eso. Universidad de Chile, toda la gente que trabaja y la infraestructura que tiene el complejo y el hincha es lo que más me sorprendió. Que fueran al estadio alentando o que te pararan para sacarse una foto son cosas que no se olvidan. No me voy a olvidar del gol en Valparaíso frente a Unión Española. Son cosas lindas, conocí gente buena.

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