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Valentina Toro se armó una oficina rosada para estudiar en la casa de su pololo

Un iPad, un portátil MacBook Air y su calculadora regalona Texas Nspire CX ll son los elementos imprescindibles del escritorio de Valentina Toro. La karateca se encuentra enfocada en terminar su semestre de ingeniería civil industrial en la Universidad de Santiago y esta semana mostró en Instagram su nueva oficina de estudios: se armó su propio espacio en la casa de su pololo y compañero de selección Joaquín González.

Los jóvenes, que llevan dos años y un mes de relación, viven juntos desde abril en el segundo piso del hogar de los padres de Joaquín, en Las Condes. "Lo bueno es que cada uno tiene su oficina", contó la deportista en Instagram (@valeentina_toro). El cambio de casa generó la curiosidad de sus seguidores. "Me preguntaban muchas cosas. Yo tengo 21 y el Joaco 22. Igual vivimos con sus papás, somos chiquititos todavía", aclara ella.

"Estoy full universidad, dando pruebas en mi escritorio", agrega Valentina. Está feliz porque tiene su cuarto propio para concentrarse en los seis ramos que tomó este semestre (va en cuarto año): macroeconomía, modelos estocásticos, administración, optimización I, teoría de control y métodos computacionales en ingeniería industrial. En la otra habitación, Joaquín aprovecha las vacaciones y le saca el jugo a su pieza gamer, con un computador y dos monitores de 27 pulgadas (una vertical). Juega Valorant y League of Legends (LOL).

"Al Joaco lo venía a ver siempre y, bueno, yo paso ocupada con clases online y pruebas. Un día él me dijo: te pongo un escritorio aquí para que estudies. Y ahí empecé a mudarme de a poco", detalla la joven sobre su cambio.

"Es bonito ver su espacio y mi espacio", reflexiona la karateca. Ella vivía con sus padres, pero ya no tenía mucho espacio en el hogar familiar: sus papás tienen un almacén de frutas, verduras y abarrotes. "Tenía mi pieza chiquitita, pero todo el rato entraba y salía gente. No podía estudiar tranquila, entonces acá estoy mucho mejor. Pero igual voy todas las semanas a la casa de mis papás porque soy bien mamona", cuenta la joven, que está con clases virtuales y sale el 29 de enero de vacaciones.

En la pieza de Valentina todo es rosado, su color favorito, como los cojines y su silla gamer Dragster. Espera seguir equipándola. "Es una salita con sillón, escritorio y silla. Está en construcción, aún quiero poner un mueble, una cafetera, plantas. Me ha servido tener mi oficina para estudiar, sobre todo para la espalda porque cuando no tenía el escritorio estudiaba acostada nomás. Me acomodaba como podía, estar en el escritorio lo hace mucho formal. Pero cuando hace mucho calor no puedo estudiar y me voy para la oficina del Joaco", comenta Valentina.

El espacio común para pasar tiempo es la oficina de Joaquín. Ahí tienen un sillón, aire acondicionado, un frigobar y un televisor de 65 pulgadas. En el cuarto también hay un clóset compartido con su indumentaria de karate (los karategi y las guantillas), además de una incipiente colección de figuras Funko Pop. "Es nuestra zona de cine, ahí nos vamos cuando queremos tiempo de pareja", cuenta Toro.

En la dinámica doméstica ella se encarga de lavar y doblar la ropa. "Ordenar lo hacemos en equipo, pero limpiar lo hace el Joaco. Él es el que trapea, Io da todo", agrega Valentina.

"El día que decidí que la Vale se viniera para acá: dije ya, todo es compartido, no puedo enojarme, no puedo quejarme por nada porque yo se Io propuse. Después no puedo arrepentirme tampoco", confiesa Joaquín. Sus papás, aclara, no pusieron ningún problema ante la llegada de Valentina.

Dicen que no pelean casi nunca y si surge alguna discusión tiene corta duración. "Tenemos una muy buena convivencia, nos llevamos súper bien. Si peleamos es como una discusión de 10 minutos y yo le digo: ya, arreglémonos. Siempre he pensado que es mejor conversar las cosas", asegura González, quien está dedicado a su carrera en el karate y también es socio de Nutrikor, una marca de suplementos.

Mientras Valentina se mantiene full estudio, Joaquín la regalonea en pequeños detalles. "Me paro entre las partidas de los juegos, voy a buscar cosas para comer y le traigo a la Vale porque sé que no puede pararse en una prueba, por ejemplo", cuenta el joven.

El único obstáculo en la convivencia son los gritos de él, en medio de sus partidas online, y que interrumpen la concentración de su polola. "He tenido que pararme enojada en reuniones, incluso en pruebas, para decirle que se calle. Yo le mando mensajes primero. Le digo: oye, podís bajar la voz, pero no pesca el celular cuando está jugando. Entonces ahí me paro y le digo: ¡no escucho nada! ¡Deja de gritar!", relata Valentina. "¡No lo puedo evitar!", se defiende Joaquín entre risas.

Los jóvenes vuelven a entrenar el lunes y el 7 de febrero disputarán una Premier League en Dubai. "Nuestra vida juntos es muy disciplinada, gira en torno al deporte. Nos preocupamos harto, pesamos las comidas y somos ordenados con las horas de sueño. Hacemos un súper buen equipo", dice la campeona mundial juvenil en 2019.

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