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Ingeniero arrienda una casa en un árbol

-¿La casa se mueve?

-Sí, pero solo cuando hay mucho viento. Se parece a ese movimiento que queda después de un temblor fuerte en los edificios antisísmicos. Pero no es siempre, solo cuando hay mucho viento y se siente porque estoy en altura. Pero para mí es una sensación mágica.

El ingeniero comercial y supervisor de remuneraciones de la isapre Colmena Ricardo Sánchez (32 años) vive desde abril a siete metros del piso, en una casa de 102 metros cuadrados y de dos niveles construida en torno al tronco de un pellín, un roble de más de 300 años y más de 20 metros de altura. Está en Osorno, a diez kilómetros de la ciudad.

Fue construida en 2015 por Matías Potthoff y Daniela Mohr como un proyecto familiar, pero como les quedó chica con la llegada de sus hijas, comenzaron a arrendarla por día. La pandemia espantó a los turistas y hoy la alquilan a largo plazo. Así fue que Sánchez se quedó.

"Nací en Osorno, pero viví en Santiago más de II años. En el verano me vine a dar una vuelta y conocí la casa por Airbnb, me quedé un fin de semana y me encantó. Busqué la posibilidad de quedarme acá haciendo teletrabajo y me vine con mis dos perros a disfrutar. Es vivir en una casa de cuentos. Apagas las luces y estás en medio de la oscuridad absoluta, el único ruido que sientes es el de los grillos. Me encanta decir que vivo en un árbol porque no sé si hay muchas personas que pueden decir lo mismo", comenta.

A Sánchez lo maravilla también despertar mirando el tronco del árbol, que cruje cuando hay movimiento.

"Ya estoy acostumbrado y sé que no se va a caer. Me he encariñado con el árbol, podría vivir toda mi vida acá. Hago teletrabajo y cuando miro por la ventana veo plantaciones de cerezos, campos y hasta el volcán Osorno cuando está despejado", recalca.

Paga un arriendo de $500.000 mensuales.

"Acá en el sur es un arriendo caro, porque una casa similar con tres o cuatro habitaciones cuesta $400.000, pero los $500.000 está absolutamente bien pagados. No sé si podría volver a Santiago a vivir a un departamento, le he dado muchas vueltas a mis proyectos de vida, que son comprarme un terreno acá y hacer algo similar a la casa en que estoy viviendo", detalla.

-¿Algún inconveniente de vivir en ella?
-NO tiene puntos bajos, es para gente que le gusta la naturaleza. A veces aparece uno que otro roedor por el tronco, porque de alguna forma soy yo el que está invadiendo su hábitat, pero sucede muy poco y tengo dos perros que se encargan de mantenerlos a raya.

La casa está sellada, sin embargo, por donde pasa el tronco —que tiene un diámetro de 4,7 metros a la altura de la casa- escurre el agua de la lluvia. Sánchez decidió instalar maceteros alrededor para que reciban el agua y no moje el piso.

"Fue una volada"

"La construcción de esta casa fue una volada de mi marido. Teníamos la opción de restaurar una casa, que tenía un costo ultra elevado, o desarmar una casa antigua de mis bisabuelos y reciclar la madera, que al final fue lo que hicimos. Mi cuñado -Eduardo Flores- se dedica a hacer construcciones aéreas y nos ayudó", cuenta Daniela Mohr, guía de turismo y dueña de la propiedad. Ella vive en el mismo sitio, a 350 metros de la casa en el árbol.

Su marido, cuenta, es fanático de los programas de televisión donde muestran construcciones aéreas. Eso les sirvió de inspiración para armar la propia.

Vivieron ahí hasta hace dos años porque les quedó chica, ya que la familia se agrandó con la llegada de sus cuatro hijas.

La construcción les costó $25.000.000 de la época y trataron de tocar lo menos posible el árbol, el que escogieron porque era el más grande y grueso del terreno donde viven.

"No tiene ningún perno ni clavo. El peso de la casa sí lo sostiene el árbol" afirma.

Lo sostiene gracias a dos sistemas: cuenta con vigas de fierro que van desde el piso a la casa.

"Al principio estaba colgada entera, pero para asegurarnos pedimos a un amigo calculista que nos ayudara a definir el grosor de los fierros", detalla.

También hay vigas que van desde la casa al árbol y que se sostienen gracias a un cinturón de fierro que rodea el tronco.

-El árbol ha seguido creciendo.
-Sí, uno ve cómo va creciendo. El árbol se va engrosando y hubo que sacarle un borde de unos centímetros al piso de la casa. Ya llevamos más de cinco años con él.

En el segundo piso quedó una rama dentro y todos los años saca sus hojas.

"Es como la planta que existe al interior, es muy bonito porque bota sus hojas", dice.

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