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La prueba que vincula el caso de Tamara con el asalto a joyería Mosso

La pequeña Tamara Moya (5) falleció la noche del 28 de febrero pasado, en medio de una encerrona en Huechuraba. Uno de los asaltantes, un adolescente de 16 años, le disparó a quemarropa y huyó del lugar. Un mes después, ese mismo muchacho murió abatido en otro intento por robar un vehículo. Al día siguiente de su muerte, una banda de 15 sujetos asaltó la joyería Mosso del mall Alto Las Condes.

¿Qué tienen en común estos hechos? El subprefecto Julio Caro, jefe de la Brigada de Robos Oriente de la PDI, dice que la pistola que -según la investigación- utilizó el adolescente contra la pequeña Tamara, una CZ 9 milímetros, es la misma que se usó para atacar a un detective que quiso impedir el atraco en el mall. Caro cuenta que el arma fue encontrada este martes en la casa del supuesto líder del grupo.

"Nuestro software de pericias balísticas permitió establecer que una de las vainillas 9 milímetros, percutadas en el Alto Las Condes, coincidía exactamente con otra vainilla encontrada en el caso de la pequeña Tamara. Así establecimos que parte de esta banda participó en el crimen de la niña. Luego lo confirmamos cuando encontramos el arma en este domicilio", relata el subprefecto.

Encerronas y joyerías

El Ministerio Público acusa a la banda de cometer una quincena de robos en menos de tres meses, entre los que destacan encerronas, asaltos a cajas de compensación, robos a camiones de carga y atracos a dos joyerías, la del Alto Las Condes y otra de una galería de la calle Santo Domingo, en el centro de Santiago.

El grupo tiene una edad promedio de 23 años y está compuesto por 18 individuos, de los cuales sólo un par sigue prófugo. La madrugada de este martes fueron capturados seis sujetos.

El subprefecto Caro cuenta que la banda dividía funciones antes de cometer sus atracos: un grupo hacía encerronas para conseguir vehículos, mientras que otro hacía un trabajo de reconocimiento, es decir, iba al lugar escogido y observaba los puntos de vigilancia, los accesos y las rutinas de seguridad.

En el caso del asalto a la joyería Mosso, el líder de la banda y dos subalternos -dice el detective- visitaron el mall el día anterior al asalto. Un ticket encontrado en uno de los vehículos que usaron ese día revela que estuvieron entre las 15.41 y las 16.08 horas.

El detective detalla que la banda también definía roles a la hora de atacar joyerías o cajas de compensación, donde hubiera vidrios blindados. Primero irrumpía el grupo de cobertura perimetral, encargado de proteger al resto de la banda. Luego, un hombre con un combo y otro con un oxicorte, quienes debían perforar la vitrina reforzada de la tienda. Solía haber un tercer escuadrón para insertar en el ventanal un chuzo amarrado a un lazo. Esa cuerda, agrega, tenía que estar unida a la parte de atrás de un vehículo, que esperaba en la calle, para arrancar la estructura de un tirón.

El celular acusete

Como el atraco a la joyería Mosso fracasó estrepitosamente, gracias a la intervención de un detective que casualmente estaba en el lugar, los delincuentes huyeron a toda velocidad en los dos vehículos en los que llegaron, un Mercedes Benz y un Jeep. En uno de ellos, cuando poco después fue encontrado, la PDI halló el celular de uno de los asaltantes. Allí había audios, chats e imágenes que revelaban la organización de la banda.

"Es la más violenta que hemos visto en el último tiempo, debido a que utilizaban armas de fuego y atentaban contra la vida de las personas indiscriminadamente", afirma el fiscal Manuel Guerra, jefe de la Fiscalía Oriente.

Durante la tarde de este martes, el fiscal Omar Mérida los formalizó por los delitos de asociación ilícita, robo con violencia, robo con intimidación, receptación y tráfico de municiones. Tres de los detenidos quedaron en prisión preventiva, un menor de edad quedó con arresto nocturno y otro imputado seguirá preso mientras se resuelve si queda o no en prisión preventiva.

Según la PDI, el grupo se organizaba bien, lo que quedó demostrado en el asalto a la joyería Mosso.

1. Un sujeto golpea muchas veces con un combo el vidrio blindado.
2. Sus compañeros lo respaldan, le brindan seguridad y esperan para poder insertar una herramienta que desestabilice el vidrio.
3. Un hombre de overol blanco coordina la maniobra.
4. Un chuzo con pequeños pero potentes ganchos se intentará meter por un orificio del vidrio. Está unido por un cable a un auto que, al recibir una señal del coordinador, acelerará para intentar romper el vidrio.

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