La historia del emprendimiento de Alejandra Acevedo es el sueño del pibe, de la piba, más bien. Tiene 26 años y cuando cursaba segundo año de ingeniería comercial tuvo la idea de crear una marca de ropa outdoor para mujer. Se enfocó 100% en el tema, sacó a pulso sus primeras colecciones y le fue tan bien que hoy tiene una tienda propia y un show room, además de vender en Falabella, Ripley y Paris, en este último con un corner. No tuvo necesidad de buscar trabajo, da empleo a 18 personas y el año pasado tuvo ventas por US$1.700.000.
La marca se llama Raindoor y Alejandra la define como life style, para mujeres que les gusta el deporte y la naturaleza. "No es técnica, aunque igual en algunos casos usamos materiales como micro fibra termotex que resiste las bajas temperaturas, pero ese no es el perfil. Es ropa cómoda y relajada, pero al mismo tiempo con mucho estilo e innovación, que permite verse y moverse bien al aire libre", explica.
El gen del emprendimiento se le despertó temprano a Alejandra. "En el colegio yo compraba dulces al por mayor de diferentes tipos. Armaba unas bolsitas y luego se los vendía a mis compañeros y me ganaba algo por el valor agregado que les colocaba", cuenta.
La idea de la ropa outdoor le vino a la cabeza en un viaje que hizo con unas compañeras a las Torres del Paine. "'Hago trekking y en un viaje se me ocurrió hacer un diseño de ropa outdoor atractiva, más femenina y con mejor calce, porque la que existía no se preocupaba de eso, estaba hecha más para hombres", cuenta.
"Aunque no soy buena dibujante, hice un bosquejo de un polerón con chiporro y cuando llegué a Santiago me hice el propósito de ver cómo podía concretar en una prenda el diseño que había imaginado. Alguien me recomendó ir a Patronato, compré la tela que necesitaba y encontré un taller donde me lo hicieron. Era un polerón de chiporro y franela del cual hice 30 unidades, las que se vendieron como pan caliente", recuerda.
Como consejo a quien quiera emprender, Alejandra recomienda partir con la marca. "Desde un comienzo la tenía, la propuesta de valor, la visión e incluso la misión. Lo mío no era un polerón de mujer, sino uno que identificara a las mujeres. Otro punto importante es ir a Inapi y ver si está inscrita, porque a mí me pasó que trabajé sobre un nombre y ya era del alguien, así que tuve que empezar de nuevo hasta que llegué a Raindoor", explica.
Como le fue bien en las ventas, tuvo que buscar un lugar que le sirviera de bodega. "Una amiga me prestó una pieza y luego ella misma se hizo cargo de las ventas por internet y de entregar las cosas en su casa", relata.
Todo el primer año funcionó en base a preventa. "No tenía capital suficiente para invertir y producir en volúmenes, por lo que con lo que me ingresaba compraba materiales y mandaba a hacer al taller de a pocas unidades. Luego de eso junté mas capital para invertir en producción", explica.
A Alejandra haber partido en pandemia le dio una ventaja que supo aprovechar. "Yo tenía resueltas las ventas por internet, lo que me dio una ventaja en momentos en que esa era la única vía que la gente tenía para comprar. De hecho el gran retail estaba muy atrasado, por lo que frente a ellos también corrí con ventaja", recuerda.
Hoy Acevedo importa telas de Perú, "tienen algodones y franelas que acá no se encuentran", dice, y fabrica en talleres en Chile, Perú y China. "Me encantaría hacer todo acá, pero no dan abasto para que las prendas queden con el sello que necesitamos", señala. Los diseños son propios y ella misma los crea junto a un equipo de trabajo. Tenemos un equipo de diseñadoras con el cual vemos tendencias, sobre todo europeas y coreanas, además de modelos que están de moda y otros que ya no lo están y de todo eso surgen cosas muy auténticas que no existen en el mercado", relata.