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Entrevista con la científica húngara que creó la vacuna de Pfizer

Ha estudiado el ARN durante más de cuarenta años. Sin embargo, el nombre de la científica de origen húngaro Katalin Karikó (65), se hizo internacionalmente célebre solo el 2020 gracias a que su trabajo permitió fabricar las vacunas de Pfizer y de Moderna contra el Covid- 19. Por eso, junto a su compañero de trabajo Drew Weissman, se les menciona como serios aspirantes al premio Nobel de Química.

Profesora de bioquímica en la Universidad de Pensilvania, Karikó vive en un suburbio de Filadelfia, aunque por estos días se encuentra en California, desde donde se conecta virtualmente para esta conversación.

"Estoy muy nerviosa, porque esta es mi primera entrevista virtual", dice tímidamente la investigadora, que fue a San Diego para conocer a su nieto que nació hace una semana.

Katalin Karikó creció en Kisujszallas, un pueblo ubicado a 100 kilómetros de Budapest, en Hungría. "Vivíamos muy sencillamente en una casa de adobe, sin agua corriente ni electricidad, pero yo era feliz. Mi padre era carnicero. Me fascinaba observar cuando sacaba las vísceras de los animales. Quizá por eso terminé estudiando biología en ml país".

-¿Fue muy difícil la decisión de dejar Hungría?
-Amo Hungría y me habría quedado allí, pero no me ofrecían las oportunidades de trabajo que me interesaban. En 1985 recibí una oferta de la Universidad de Temple, en Filadelfia, por la cual me ofrecían 50 dólares para ml', para mi marido y para mi hija, 150 en total, lo que no nos alcanzaba para vivir. Pero nos fuimos igual. Tuve que sacar 900 libras esterlinas escondidas, ya que en Hungría no estaba permitido tener dinero extranjero

-¿En Estados Unidos se le abrieron las puertas?
-Cuando llegamos nadie nos conocía ni nosotros conocíamos a nadie, pero aprendimos a sobrevivir. Tuvimos que aprender a nadar muy rápido porque si no, nos ahogábamos.

Los rechazos

Fue una época dura, recuerda la investigadora. En 1988 recibió una oferta laboral para trabajar en la Universidad John Hopkins, pero no la dejaron partir y cuando insistió, un supervisor la reportó ante las autoridades para que la deportaran.

-Se tuvo que quedar en Temple.
-Sí, pero por algo suceden las cosas en la vida, porque me sirvió para aprender muchísimo de biología molecular. Trabajé allí día y noche, aunque muchas más noches que días, durmiendo en mi oficina. Finalmente, logré trasladarme a la Universidad de Pensilvania donde me contrataron como profesora.

-¿Ahí comenzaron a cambiar las cosas?
-La verdad es que todo iba muy bien, hasta que llegó una nueva supervisora a la cual yo no le caía bien. Me apodó "Macho man". ¿Y sabes qué era lo más Increíble?

-Dígame.
-Que eran más las alumnas que los alumnos las que se burlaban de mí en clases.

-En esa época su hija estaba chica. ¿Cómo fue ese periodo?
-Susan se dio cuenta que yo trabajaba muy duro y que no estaba allí para ayudarla por las mañanas, y entendió que se tenía que levantar sola. Yo la iba a buscar en las tardes al kindergarten y después al colegio. No le dije que estudiara, pero ella aprendió con mi ejemplo.

-Hoy es campeona de remo.
La verdad es que no comenzó a remar hasta que cumplió 19 años, aunque ya estaba interesada en los deportes. Incluso mi marido me comentó que Susan también podría haberse dedicado a la lucha libre, porque era muy fuerte. Tres años después de empezar a entrenar se integró al equipo ol(mpico de remo de Estados Unidos. Fue primero a China y en las Olimpiadas de Londres obtuvo dos medallas de oro.

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