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Cómo fue que este auto voló 36 metros para aterrizar en el techo de un gimnasio

Aunque para los creyentes se trató de un milagro y para los científicos de un hecho explicable por la ciencia, en lo que todos coinciden, es en la tremenda suerte que corrieron dos hombres que el pasado domingo aterrizaron con su automóvil sobre el techo del gimnasio del colegio Seminario San Rafael, a ocho metros de altura, en Viña del Mar.

El accidente se produjo pasadas las 16 horas, mientras los jóvenes bajaban en su Volkswagen Gol los últimos 200 metros de la calle Los Boldos, en el sector de Chorrillos.

Según cuenta Tomás Infesta, ex director del establecimiento entre 2012 y 2020, "se trata de una vía muy empinada, que alcanza unos 450 de pendiente, lo que sumado al mal estado del pavimento, suele provocar accidentes". Tras visitar el lugar, el maestro comentó que "según el conductor, en algún momento se quedó sin frenos, por lo que estamos hablamos de un auto de aproximadamente mil kilos, más otros 150 en pasajeros, que no pudo maniobrar para doblar abajo, en calle Los Aromos, donde se forma una "T" y se acaba la calle Los Boldos en un barranco". Y cuenta que "antes, lo único que impedía que los autos pasaran de largo, una berrera similar a las que hay en las autopistas, pero que hace rato ya no existía".

Miguel Marin, de la Agrupación de Juntas de Vecinos de Chorrillos, confirma la información y detalla que, a la barrera la rompió el año pasado un camión del aseo, que tampoco alcanzó a frenar y que se salvó porque quedó enganchado en uno de los postes que la soportaban". El dirigente detalla que fue justo ese poste, el que salvó la vida de los hombres el pasado fin de semana. "Desde el accidente con el camón que ese fierro quedó doblado hacia afuera, que fue el mismo que en esta ocasión sirvió como trampolín al auto y que lo proyectó unos 36 metros, hasta el techo del gimnasio".

Este dato no es menor, pues según el profesor de Física de la Universidad de Chile, Marcel Clero, "la clave para entender este accidente está en la combinación de la inclinación de esa pieza metálica y la velocidad del auto al momento del despegue".

Según sus cálculos, si el vehículo hubiera bajado desde la total inmovilidad, hubiera superado los 70 kilómetros por hora con holgura. "Sin embargo, asumimos que ya traía unos 30 km/h de velocidad, lo que sumado nos da unos 100 km/h, lo que es más que suficiente para generar la fuerza horizontal que le permita avanzar".

A eso, hay que sumar que todos los objetos lanzados, desde balas hasta piedras, hacen una parábola en el aire, hasta tocar tierra producto de la gravedad. "El fierro es muy 'mportante, porque dependiendo de su inclinación, la parábola será más amplia o reducida", dice, y agrega que "la máxima parábola posible se consigue a los 450, menos grados la altura de la parábola es muy baja y toca tierra antes. A más grados, la parábola es muy alta, por lo que también cae más cerca".

La resistencia también se convirtió en un tema para muchos , pero no para el ingeniero estructural y profesor de la PUC, Diego López-García, quien comenta las ventajas de haber aterrizado en un techo con forma de arco sobre uno plano. Dice que "cuando se trata de materiales tradicionales, como mampostería en piedra, ladrillos u hormigón no armado, los arcos son una excelente opción para resistir este tipo de impacto, porque son estructuras que funcionan por la compresión de sus partes, sin embargo, cuando los mismos arcos se construyen con materiales modernos, como acero u hormigón armado, la cosa cambia, porque son mucho más flexibles y resistentes".

Entonces, según el catedrático, "es probable que la forma de cañón corrido producida por la serie de arcos metálicos que sostienen el techo, haya contribuido a resistir el fuerte impacto, pero no creo que haya sido fundamental, menos cuando en Chile, un país sísmico, todas las estructuras se calculan para resistir mucho más que su peso muerto".

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