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Murió joven que hacía reír a sus compañeros y profesores

"Nacha, como le decían sus compañeros, hizo de todo en su última actividad con nosotros: animó como si fuera el festival de Viña y compitió como delantera en fútbol, realizó atletismo y una prueba de obstáculos. Donde faltaban alguien, ella apoyaba", cuenta la mayor de Carabineros Anyorka Vauhnik. Se refiere a María Ignacia Arriagada, la joven aspirante a oficial que falleció a los 18 años la madrugada de este miércoles, como consecuencia de un accidente de tránsito en que el auto en que viajaba junto a su familia chocó contra un caballo en la carretera a la altura de Longaví. En el hecho murió también su padre, el coronel Ricardo Arriagada, comandante de la guardia del Congreso.

"María Ignacia era alegre y chispeante", dice la uniformada, cuya institución destacó que la joven era donante de órganos.

La misma imagen alegre recuerdan sus amigos. "Era muy graciosa y apañadora, siempre estuvo para mí. Con ella era inevitable reírte", recuerda con pena Diego Gamboa, su compañero de curso en el 4 B del colegio San Ignacio de Viña del Mar. "Me sentaba a su lado. Como ella tenía una risa muy sonora, la retaban y seguía riéndose muy fuerte. Trataba de controlarse, pero no podía", agrega.

Francisca Soto fue otra de sus amigas del colegio. Hablaron por última vez cuando María Ignacia subió a su cuenta de Instagram fotos con su pololo: "Le escribí porque la extrañaba y juntos se veían tan lindos". Cuenta que a Arriagada le llamaban "Morita", por su segundo apellido, Mora.

"Era muy buena compañera y nunca se le veía triste. Escuchaba música trap, como a Princesa Alba. Veía películas con su familia, pero no las de terror porque era miedosa. No le daban tanto permiso para salir, pero nos juntábamos con los amigos en la playa y ella traía a su regalona, Lulú, una perrita salchicha", recuerda Soto.

-¿Era buena para los deportes?
-Mucho, era muy fuerte. Participaba en competencias de gallitos y le ganaba a algunos compañeros.

"María Ignacia era seca, tenía mucha energía y nos hacía reír. Acá tenemos básquetbol y ella era tan aperrada que una vez faltó una chica del equipo del colegio, así que la llamamos a ella. Además de entusiasta era grandota", afirma Paola Basaure, profesora de educación física del San Ignacio.

"Sólo estuvo en cuarto con nosotros, debido a que por el trabajo del papá debía viajar mucho, pero se ganó de inmediato el cariño de todos. En pocos meses se destacó tanto que fue la jefa de la alianza en la semana del colegio", relata Mauricio Ramírez, su profesor jefe. "Se sacó buenas notas y destacaba por su sentido del humor. Siempre quiso ser carabinera, por el ejemplo de su papá. Le pedíamos que se cuadrara y ella además se hacía el moño característico de las mujeres policías. En el curso la saludaban buenos días, buenas tardes y ella se lo tomaba con humor", añade Ramírez, en referencia a los personajes de los comediantes Sergio Freire y Rodrigo Salinas.

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