El periodista César Jara, de LajaTV, dice que uno de los trabajos más complicados en Laja, región del Biobío, es el de la crónica policial, básicamente porque nunca pasa nada. "Si alguien se roba una bicicleta o pillan a alguien metiéndose por la ventana de una casa, es un día de acción. Pero la mayoría de las veces esto está muerto", cuenta.
Pero la noche del martes, dice, fue como si todas las fuerzas tectónicas acumuladas de la noticia se hubiesen desatado en diez minutos apenas. "Estaba tan la escoba en todos lados que no sabía por dónde empezar".
El mayor Gary Ferrada, de la 5a Comisaría de Yumbel, detalla la cronología de los hechos:
A las 22:50 horas se recibió la denuncia de un vehículo incendiándose en medio del puente que separa Laja de San Rosendo.
Un par de minutos después, otra llamada alertó de un auto incrustado en una zanja a la altura del puente Perales, que conecta Laja con Los Ángeles.
Y algunos minutos pasadas las 23 horas, cuando prácticamente la totalidad de los bomberos y policías de Laja iba camino a los autos siniestrados, otra llamada de emergencia daba cuenta de una explosión de un cajero automático ubicado en la puerta principal de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), pleno centro de Laja.
El mayor Ferrada explica que es evidente que todos los hechos están relacionados: los autos se usaron como distracción, mientras un grupo de delincuentes intentaba llevarse el dinero del cajero mediante el método de la saturación por gas. Muy de película todo, pero con un final fallido.
La explosión no fue lo suficientemente potente para abrir el cajero y los asaltantes escaparon sin llevarse nada. En su huida, descubrió carabineros, dejaron un sinnúmero de miguelitos desperdigados para evitar la persecución.
Bomberos, de hecho, se llevó la desagradable sorpresa de toparse con estos miguelitos cuando llegaron al vehículo incendiado y al auto en la zanja. Dato curioso: en el acelerador de este último vehículo, había un ladrillo, acaso para provocar su caída al barranco hasta el río Laja, cosa que no ocurrió. Hasta bien entrada la tarde del miércoles, no había noticias del paradero de los asaltantes.