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Alfredo Jocelyn-Holt acusa pobreza de pensamientos en el Congreso

El historiador Alfredo Jocelyn-Holt no tiene cuentas en redes sociales, pero igual maneja conceptos como influencers y fake news para analizar su impacto en la política. El autor de la "Historia General de Chile" y "La Escuela Tomada" tiene como principio "tratar de analizar los efectos más que las causas; yo manejo un bajo perfil y analizar las redes sociales es entrar en la tormenta misma".

-¿Hoy los parlamentarios legislan con un ojo en las redes sociales?
-Hay una dependencia de las redes sociales entre los periodistas y también en el ámbito político, confirmado por el tenor populista de sus orientaciones. Uno podría sacar una similar conclusión en función de la pobreza de pensamientos, si es que cabe hablar de pensamiento, de los parlamentarios.

-¿Cómo se manifiesta eso?
-Hacen permanente reconocimiento de que existiría un "despertar" chileno, y que este "despertar" se estaría manifestando en el estallido; también en reivindicaciones y demandas de carácter feminista, por ejemplo, o que responden a movimientos sociales como el pingüinazo (2006) y las movilizaciones del 2011. Hay una tendencia a asociar esta caja de resonancia que son las redes sociales con, supuestamente, la calle. Cuando se habla de la calle, uno a veces se confunde y puede estar haciendo simplemente referencia a tendencias que se detectan en determinados momentos. Pero hay una especie de aceleramiento de mensajes de cierta tendencia, los trending topic. Sabemos que las redes sociales son manejadas por una proporción reducida de la población. Y también hay mucha manipulación.

-¿Usted se refiere a los bots?
- Exactamente, hay una intervención, una canalización. El lenguaje que se emplea, el grado de complejidad de los parlamentarios cuando recepcionan estos mensajes, cuando tratan de subirse a esta línea tendenciosa, es de un espesor bastante bajo, bastante elemental.

-¿Cree que falta argumentación de fondo de las ideas?
-Sí, porque las redes sociales se mueven por slogans; son frases muy cortas, para producir impacto, mucho retuiteo. Entonces ni siquiera se dignan decir nada, simplemente recogen material que ellos han recibido: hay mucho fake news en todo esto, hay falseamiento y un componente altamente ideológico, contestatario, contracultural, disidente. Compiten unos con otros para ver quién es más polarizado y además creen que los circuitos en los cuales se insertan constituyen la sociedad. Estas ideas producen un efecto de burbuja que puede estar detrás de la demanda por hacer una nueva Constitución, que cobra rapidez y una dinámica que no se explica. Estas demandas no figuraban dentro de las prioridades y las urgencias antes del 18 de octubre; de repente salta el tema constitucional como una manera de resolver el estallido social, entre comillas.

-¿No será porque se juntó la molestia, estalló y la potenció la rapidez de las redes sociales?
-No, porque las redes sociales son muy selectivas, muy focalizadas. Antes del 18 de octubre, la asamblea constituyente era un tema muy por debajo de las prioridades. El segundo gobierno de Bachelet que, nadie duda, era bastante progresista y radical en sus propuestas, dejó pendiente el tema constitucional hasta la última semana. Si hubiera sido algo tan significativo o con tanto potencial político, habría sido mucho más destacado antes. Las redes sociales son conducidas de alguna manera (...) hay influencers , lo sabemos, eso se puede monitorear, lo supimos con Trump cuando ganó la presidencia: intervenían en la elección y podía ser desde otra potencia fuera de los Estados Unidos. Pensar que nosotros estamos inmunes a eso me parece ingenuo.

-¿Qué le parecen las leyes que tienen un fuerte impulso en redes sociales?
-Tenemos un Congreso muy débil constitucionalmente y, por lo tanto, parlamentarios que pueden hacer muy poco. Eso contribuye a que figuren muy por debajo en términos de respeto ciudadano en las encuestas, por ejemplo. Es una caída en picada. Entonces tienden a ser muy demagógicos, retóricos y a hacerlo desde fuera del Congreso, porque eso no conduce a acciones parlamentarias; cuando no conduce a acciones parlamentarias es para torpedear la Presidencia de la República. A mí no me parece que los cambios se produzcan sobre la base de empujones, por una amenaza de violencia. Eso genera un escenario de extorsión: existe y lo tengo identificado, porque he escrito sobre eso en el contexto universitario. Es constatable con lo que ocurre en el Instituto Nacional, en la Universidad de Chile. Se ve que el rector, los decanos, los vicerrectores no ejercen su autoridad.

-¿Por miedo a las funas y a la condena en redes sociales?
- Exactamente, o a la toma o el incendio o la violencia que se pueda generar. Tampoco están dispuestos a llamar a la fuerza pública para desalojar. Ese escenario es muy conocido y ya lleva más de 10 años. Que ahora a nivel nacional y de gobierno se observe, bueno... simplemente no se resolvió en su momento en el mundo académico, universitario y de la secundaria pública.

-¿Cómo cree que se va a desarrollar el proceso constituyente?
-El escenario que generó esta situación va a continuar. Cada vez que se discuta algo en particular el debate se va a agitar, yo tiendo a pensar que todo esto es activismo y agitación. Evidentemente, yo soy muy crítico de esta situación y quiero subrayar el carácter violento de esta situación.

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