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vecinos venden de todo para evitar salir
En la torre de 19 pisos ubicada en calle Fray Camilo Henríquez 686, en la comuna de Santiago, hay más de 300 departamentos, y una comunidad en cuarentena que ha debido buscar nuevas formas para hacer dinero y paliar la crisis económica derivada de la pandemia.
Así, en el chat del edificio se comenzaron a publicar las ofertas donde hoy se puede encontrar de todo. Desde botox hidratante capilar a manicure, pasando por servicio de reparación de celulares y computadores, dulces para acompañas las onces. También platos internacionales, empanadas, completos, además de frutas, verduras y huevos.

Miguel Caro, es ingeniero informático y aprovechó su profesión para ayudar a los vecinos de la comunidad. "Lo primero que uno hace es sacar provecho de lo que sabe. Generé un pequeño aviso y empecé a publicitarlo en el grupo del edificio. Al principio mucha gente necesitaba que arreglara su computador por su teletrabajo y aí logré reparar la computadora o impresora de varios en el edificio", cuenta. Hoy se diversificó y en su departamento vende detergente, lavalozas, cloro, huevos y agua embotellada. Y si en un principio cobraba $20.000 por dejar una computadora soplada, hoy lo hace como un favor a los vecinos que lo necesiten.

La peluquería y manicure también tienen su espacio en la torre del centro de Santiago. La venezolana María Fernanda Sayago es contadora pública de profesión, pero debido a que fue suspendida de su trabajo cubre sus gastos con lo aprendido en un curso de cosmética. "Fue una iniciativa que empecé en mayo, en vista que estábamos un poco complicados por el pago del arriendo, los servicios básicos y la comida, pero la cuarentena no puede ganarnos a nosotras las mujeres", dice ella, quien ofrece tratamientos de botox capilar, manicure y pedicure.

Otro emprendimiento en la comunidad son las empanadas venezolanas de pollo y carne mechada o queso. Lennys Alarcón vende sus creaciones venezolanas desde hace unos meses y el primer fin de semana logró vender 116 empanadas solo en el edificio. "Una vez al mes vamos a Franklin a comprar la mercadería: salsas, carne, pollo, la harina y tenemos que llegar rápido a la casa para empezar a preparar y a ofrecer a los vecinos por el grupo. Ahora ofrecemos los viernes, sábados y domingo", relata, y agrega que gracias a la venta y el intercambio de productos y servicios se han podido conocer. "Lo bueno es que a muchos nos ha frenado la necesidad de salir porque muchas cosas que se necesitan las encuentras aquí en el edificio. Entre todos nos estamos ayudando".

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