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Profesor recorre 80 kilómetros para llevar tareas a sus alumnos
Al principio de la pandemia el profesor Michel Reyes mandaba por WhatsApp las tareas a sus doce alumnos de cuarto básico del colegio rural San José de Los Lingues, en San Fernando, Región de O'Higgins. Pero complicaciones de conexión y la falta de internet en algunos hogares fueron afectando el aprendizaje de los niños.

Recién egresado de educación diferencial y aunque no es profesor titular del colegio (está reemplazando a una colega con licencia médica), el docente decidió jugársela por completo para revertir esta situación.

Como vive en la zona de Placilla recorre los 30 kilómetros que separan su casa del colegio para imprimir las guías de todas las asignaturas. Después va en su auto, costeando de su bolsillo la bencina, a la casa de cada uno de sus doce alumnos, dejando el material. "Calculo que deben ser en total unos 80 kilómetros por salida, más o menos", explica. El recorrido lo hace cada quince días.

"Las visitas son breves, trato de no estar mucho tiempo en las casas porque entiendo que hay que cuidar la salud de los niños y de nosotros también. Trato de revisar las tareas en el momento y si tienen dudas me llaman. El foco es que los niños no se encuentren en desventaja ante un hipotético retorno al colegio", agrega el profesor Reyes.

¿Qué lo mueve? "Hago las cosas porque me nacen y porque puedo. Trabajo solamente en el colegio, soy soltero, no tengo hijos, tengo 29 años y harta energía para trabajar", comenta.

Profesoras jubiladas

Otro ejemplo docente es el de Ester Contreras. Ella trabajó por cuarenta años y se jubiló en 2008. Pero siguió picándole el bichito de la pedagogía y se unió a Fundación Araucanía Aprende, que reúne a 206 profesoras jubiladas que enseñan a leer a niños con dificultades de lectura.

Las rescatistas, como se denominan, hacían su labor presencial y ahora están online. "Recurrimos a la ayuda de los hijos, de las coordinadoras de la fundación, que nos enseñaron paso a paso cómo hacer una videollamada", explica.

Hoy Ester Contreras ya se acostumbró a conectarse con su alumna de 7 años. "Trabajar con niños que necesitan nuestra ayuda es un complemento a nuestra vida, nos reanima", asegura.

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