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Paulina Urrutia cuenta cómo cuida a su esposo en cuarentena
Paulina Urrutia (51) hace una pausa al teléfono para reflexionar sobre su cuarentena en pareja. Al segundo habla divertida. "Mira, la verdad, creo que él echa de menos estar con una persona que no sea yo, jajajá", cuenta entre risas la actriz trayendo a escena a su esposo, el periodista Augusto Góngora (68), con quien lleva una relación que empezó en 1997.

Desde entonces siempre han estado juntos, sobre todo después de que a él le detectaran Alzheimer en 2014 y sufriera los efectos de la enfermedad neurodegenerativa. Durante la emergencia del coronavirus esa ligazón entre ambos parece haberse vuelto aún más intensa. Ya suma seis semanas de cuarentena junto a su marido en la casa que tienen en La Reina.

"Yo no tengo delegados en ninguna de las tareas que significan acompañar al Augusto. Hay que trabajar el ingenio, la paciencia, el amor, la aceptación y el cariño", agrega la actriz que ha participado en dieciocho teleseries nacionales, diez películas y muchas obras de teatro. También fue ministra de Cultura entre 2006 y 2010.

-¿Cómo está usted con todo esto, Paulina?
-La situación es muy compleja porque la exigencia se ha triplicado. En este caso la persona depende exclusivamente de ti, para todo. Para levantarse, para comer, para beber agua, para todo. Obviamente estoy más estresada y más demandada que antes. Pero yo siempre veo el lado positivo. La vida es así. No sirvo para sufrir.

En el último tiempo, Urrutia ha intentado establecer actividades y rutinas que mantengan ocupado al ex conductor de "El show de los libros" y "Hora 25" en TVN. Baila con él "diferentes ritmos", realizan videollamadas con amigos y familiares, salen a pasear por su condominio, siguen la serie mexicana "La rosa de Guadalupe" y tratan de ver las noticias.

"A él no se le puede quitar un ojo de encima. Eso es así. O sea, yo creo que el gran tema de todo esto es la dependencia de Augusto hacia mí. Y en estos casos de cuarentena eso se agudiza, porque es una dependencia absoluta. Incluso hemos llegado a la situación en que si yo no le digo algo, no hace nada. Eso es muy demandante. Muy exigente, porque uno siente que si uno no hace algo, esa persona no está haciendo nada", añade.

-¿Lo ha pasado mal?
-No voy a mentir. Este fin de semana estaba sobrepasada. Se me juntó mucho trabajo, estuve con mi universidad (trabaja en la Universidad de Talca) poniendo notas, además estratégicamente hay que manejar el momento de crisis. Y bueno, esta pega hay que hacerla al mismo tiempo que la otra. La casa se llena de tierra, hay que hacer el aseo. En un momento verdaderamente uno quiere morirse nomás, de puro sobrepasada.

-¿Cómo enfrenta eso?
-Es que a la vez también aparece el lado maravilloso. Por ejemplo el otro día yo hice un arroz asqueroso, pésimo. Pero nos comimos el arroz hasta el final. Y cada vez que yo le daba una cucharada de arroz con vienesas a Augusto, porque eso le di, él decía "mmmm, qué ricoooooo". Jajajá. Entonces te das cuenta de tantas cosas, que la vida es así, llena de dificultades, pero también de lo otro, de lo bonito.

-¿Y hoy cómo se encuentra?
-Yo, la verdad, me siento feliz al lado de este hombre. Y las cosas que se ven horribles, que son terribles, al final son bellas a su lado.

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