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Tuve que ponerme a vender mientras busco pega
El pasado 26 de diciembre, el subsecretario de Trabajo, Fernando Arab, detallaba que, entre el 18 de octubre y el 20 de diciembre, las cifras de despido por "necesidades de la empresa" habían ascendido a la cifra de 140.000. "Solo en las tres primeras semanas de diciembre superamos los despidos del mes anterior", aseguraba el subsecretario.

Ese es el caso de Fernando, uno de los tantos vendedores ambulantes que se encuentran instalados en la vereda de la Alameda con Paseo Ahumada. Su puesto consta de un sitio de no más de un metro cuadrado, en el que tiene un paño en el suelo con gorros, corbatas y lentes de cotillón que vende para la fiesta de año nuevo. "A mediados de noviembre me despidieron de la empresa en la que llevaba dos años trabajando como ingeniero informático. La razón fue que necesitaban hacer un recorte de personal", relata Fernando.

En el lugar, dice, "a mí no me ha tocado pelear con nadie, estoy instalado aquí desde la semana de navidad y entre todos nos cuidamos". Fernando explica que ser despedido en estas fechas es aún más complicado, por los gastos de las fiestas de fin de año y porque tiene dos hijas que mantener. "Por eso tuve que ponerme a vender mientras busco pega, no es mucho lo que se gana, pero todo suma", declara.

Desde el año 1982 que Gabriela Reyes atiende uno de los primeros kioscos que hay al entrada del Paseo Ahumada desde la Alameda. Allí vende distintas golosinas, diarios e, incluso, algunos artículos de cotillón para las recién pasadas fiestas de fin de año. A pesar de que lleva mucho tiempo trabajando en ese sector, cuenta que "estos últimos tres meses han sido los más difíciles en términos de venta".

El pasado lunes 30 de diciembre, el matinal Bienvenidos de Canal 13, abría una nota sobre el comercio ambulante mostrando videos de peleas que se estaban produciendo en las afueras de la Estación Central, señalando que estas ocurrían a diario entre vendedores chilenos y extranjeros y que ninguna autoridad era capaz de controlar la situación.

El conflicto, de acuerdo con el relato de Gabriela, es similar con lo que le ha tocado presenciar desde que comenzó el estallido del 18 de octubre. "Mire, en general, las peleas se dan entre vendedores ambulantes. A mí no me han hecho nada. Pero sí le puedo confirmar que las peleas por el espacio se dan todos los días en este sector". Gabriela comenta que ella pide amablemente que, si se van a instalar al lado de su puesto, sea al menos a dos metros de distancia.

Sobre el origen de las peleas, Gabriela Reyes dice que "todo parte por que alguien se instala con sus productos en el suelo y, al rato, llega otro vendedor diciendo que ese es su puesto. A veces solo discuten o se gritan, pero en otras ocasiones las peleas pasan a ser a combos y patadas". Sin embargo, asegura que "yo no tengo problema con ellos, los entiendo, todos tenemos que llevar el pan a la casa".

Por otra parte, Vladimir Espinoza, quien también desde los años 80 maneja un puesto en pleno barrio Meiggs, en Estación Central, cuenta que "estos últimos tres meses las ventas han bajado cerca de un 25%". Vladimir dice que el aumento de vendedores ambulantes ha sido solo una parte del problema. Sin embargo, asegura que entre todos se ayudan y se cuidan: "Yo aquí en mi local tengo de invitadas a dos vendedoras haitianas para que vendan sus productos dentro de mi puesto, para que no corran peligro. Lo que pasa es que uno entiende la situación de ellas y entre nosotros tenemos que apoyarnos".

Según Vladimir, las violentas peleas que se muestran en la televisión "aquí no pasan tanto como dicen". Cuenta que, si bien hay gente que no le gusta que se instalen cerca de sus puestos, "como nos vemos todos los días ya nos conocemos y la mayoría empatiza con el comercio ambulante". Sin embargo, Vladimir señala que hay un problema que sí incomoda a la mayoría de los vendedores: "El conflicto aquí no se da tanto por quien se agarra el mejor metro cuadrado. Lo que yo más veo aquí que complica a la gente son los lanzazos, porque alejan al cliente".

1 a 3 UTM de multas o delito de receptación

En la comuna de Santiago, la normativa contra las personas que compren a vendedores ambulantes es clara.

1. "Cualquier persona que sea sorprendida comprando en el comercio ilegal podrá ser multada por inspectores municipales, que además monitorean la actividad del Casco Histórico a través de cámaras de televigilancia".

2. "Las multas a las que se expone los consumidores fluctúan entre 1 y 3 UTM ($120 mil pesos aprox.). De no ser pagada, la persona es declarada en rebeldía y podría decretarse una orden de arresto".

3. "Comprar un producto de dudosa procedencia puede incluso calificar como delito de receptación en caso de que el artículo sea robado, lo que podría conllevar penas de cárcel".

4. "Al consumir alimentos en la vía pública, se expone a usted y a sus seres queridos a enfermedades y virus, generados por las malas condiciones de higiene y mantenimiento que pueden tener estos productos".

5. "Al ser un consumidor ilegal fomenta las consecuencias negativas que trae para los santiaguinos este problema: fraude tributario, desorden en la vía pública, suciedad, y muchas veces, delincuencia".

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