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El viaje sanador de Natalia Duco a Cuba
Natalia Duco viajó en octubre a Cuba con una misión. En San Manuel, un pueblo en el nordeste de Cuba, la lanzadora de bala se despidió de Dulce Margarita García, su entrenadora, quien murió el 8 de septiembre, a los 54 años, producto de un paro cardiorrespiratorio en su casa. "El viaje más importante de todos, el más difícil y el más duro, pero siempre se puede sonreír cuando uno es capaz de integrar lo bueno y lo malo que sucede en la vida", contó la atleta esta semana en Instagram (nataliaduco).

No viajó sola. Llegó a La Habana el 8 de octubre con Nairobis Alayo, la hija de Dulce; Carlos Valdivia, el nieto de la entrenadora y también su ahijado, además de Nathalia Chavez, lanzadora de bala de Bolivia entrenada por la cubana. Luego se trasladaron al otro lado del país, a la provincia de Las Tunas.

Fue un viaje de 14 horas en bus desde La Habana, más dos horas en auto, para llegar a San Manuel. A pesar de haber compartido más de una década juntas, la atleta nunca antes pudo visitar el lugar. "Dulce siempre quiso que yo fuera, que conociera su origen, pero por estar siempre cuidando los entrenamientos, nuestras metas, nunca se dio", reconoce. Con Dulce Margarita fue a tres Juegos Olímpicos, cinco mundiales y logró tres oros sudamericanos.

Natalia estudia sicología y por eso, dice, conoce perfectamente la elaboración de un duelo. El viaje fue parte de ese proceso. "Necesitaba cerrar esta historia. Me da tanta pena porque la echo de menos todos los días, pero necesitaba sentir que estuve con ella hasta el último minuto. Siento que cumplí con ella porque Dulce se fue de su país para entrenarme y yo pude ir a Cuba a hablar con su familia sobre su muerte tan inesperada. El viaje quise compartirlo ahora en mis redes sociales porque ha pasado un tiempo suficiente para estar más tranquila", asegura. En Cuba estuvo hasta el 19 de octubre.

Las cenizas de Dulce Margarita descansan en un lugar especial: el panteón de las glorias del deporte en el Cementerio Municipal de Puerto Padre, a 10 minutos de San Manuel. Su legado no es menor: además de ser entrenadora, Dulce fue una lanzadora de jabalina que logró ser campeona panamericana, iberoamericana en varias ocasiones y alcanzó el quinto puesto en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. "Me da paz en el corazón saber que ella está en un lugar donde es reconocida y querida por todo su esfuerzo", comenta Duco.

Lo que vio en San Manuel la marcó, agrega Natalia. "Ver el lugar desde donde Dulce salió al mundo tocó muy fuerte mi corazón porque es un pueblito de muy escasos recursos, muy de campo. Realmente no sé cómo ella hizo para salir de ahí. Llegar a La Habana fue un desafío gigante y luego recorrer el mundo como entrenadora. Eso me hace admirarla aún más", asegura. En el lugar dio una charla en la escuela que estudió su entrenadora.

En Chile, Dulce Margarita vivía con su hija Nairobis y su nieto Carlos. Ellos siguen por ahora en el país. "Carlitos y Nairobis no se quedaron solos porque me tienen a mí y a todas las otras atletas que acompañaron a Dulce. Nairobis se va a quedar acá para terminar su carrera de técnico en enfermería, que era lo que Dulce quería. El próximo año, Carlitos empieza a ir al colegio. He estado haciéndome cargo de varias gestiones, desde lo cotidiano hasta la administración de los recursos que quedaron y los papeles con abogados. Es lo mínimo que puedo hacer", agrega Natalia.

La atleta, que no podrá competir hasta 2021 por su castigo de dopaje, se encuentra entrenando y enfocada en su carrera universitaria. "Me he dedicado a estudiar y sacar buenas notas en la universidad. Estoy terminando el segundo año de sicología en la Universidad Gabriela Mistral, pero tengo ramos avanzados de tercero y cuarto. Esa es una de las cosas más lindas que me ha pasado ahora. Dulce me hace falta todos los días, pero trato de tener fuerza para seguir adelante. Ella siempre quiso lo mejor para mí: quería verme feliz, triunfando y saliendo adelante", cierra.

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