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Raquel Argandoña

Eran pasadas las cuatro de la tarde del lunes y Raquel Argandoña quiso picotear algo después de tomar sol. Decidió sacar un pollo grill que tenía y comerlo mientras se aplicaba crema en el cuerpo.

En un movimiento en que inclinó la cabeza hacia atrás, le quedó un trozo de pollo atorado en medio de la garganta. "Fue terrible, terrible, terrible. Estuve a punto de morir, no podía respirar", describe ella aún conmovida por el accidente doméstico que también relató en su programa "Tal cual", de TV+, capítulo que se emite la noche de este martes.

-¿Estaba comiendo muy rápido?
-Todo esto pasó porque estoy haciendo una dieta en la que como pura proteína: pollo y huevo duro. Ya he bajado cinco kilos. Súper seco porque hago el pollo al grill y en tiritas. Cuando vives sola no te sientas a la mesa. Comes parada y me estaba echando crema. Te morís . Hoy cuando Io conté en el programa no quería emocionarme, pero fue tanta la desesperación que sentí que fue inevitable. Me acuerdo y no se lo doy ni a mi peor enemigo... Fue espantoso, sentí que me moría, entonces salí a pedir ayuda al pasillo, pero no había nadie. Llamé al conserje, que me decía 'taló, aló?" y yo no podía responder. Cuando estás atorada la voz no te sale. Imagínate que de todo lo que me ha pasado en la vida, que han sido varias cosas, esto es lo peor que me ha pasado. Lo único que atiné fue a dejar la puerta abierta para que me encontraran porque tengo una puerta blindada que no se puede abrir por fuera. Es un cacho porque te encierras tú misma.

-¿Y cómo logró volver a respirar?
-Me empecé a poner roja. Me metí la mano a la boca y nada. Me miré al espejo y tenía la cara y la cabeza hinchadas. Dije: "Ya, me muero". Estaba lista. Me afirmé a la taza del baño y ahí parece que apreté algo (el abdomen) porque me hinqué. Ahí sentí que se hizo un espacio en el que pude respirar un poco. Estuve cinco horas con otra voz que no era la mía. Tenía todo irritado adentro. Deben haber sido tres minutos de terror (llora).

-Todavía se le escucha afectada.
-(Continúa llorando) Esta mañana no quería venir a trabajar, porque con la tensión que tuve me quedó el cuerpo lacio. Nunca me había pasado que no me quisiera levantar. Pienso en lo que pasó y lloro, porque fue tan terrible que no me entraba el aire. Pensé en meterme un cuchillo o un lápiz, pero cómo!

-¿Fue a la clínica después?
-No, porque ya tengo voz. De todas maneras no he comido nada, todo líquido nomás. No quiero ni masticar porque quedé adolorida. ¿Qué te van a hacer en la clínica si ya volviste a respirar? Debe ser la muerte más desesperante, porque sabes que no tienes nada que hacer porque el aire se te acabó.

-¿Por qué decidió contarlo?
-Porque creo que la gente que vive sola en los edificios debería tener un botón de pánico o una alarma para estos casos porque si no se muere. No es una cosa que puedas tomar el auto e ir a la clínica.

-¿Tras esto planea contratar a alguien para no estar sola?
-No, pero sí replantearme la vida en la que estoy, estoy trabajando demasiado, de lunes a domingo. Ahora me voy a inaugurar un hotel a Cancún el fin de semana a grabar, entonces no paro. Tengo el programa y el café concert. Quiero dejar ciertos trabajos, esto fue una advertencia. Fue un milagro que no me hubiese ahogado. Me gustaría disfrutar más de Io que he trabajado, nada de cosas para el futuro, eso ya está listo. Quiero pensar más en mí y disfrutar. ¿Para qué trabajar tanto? ¿Para ser la más rica del cementerio?

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