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Investigadores explican los peligros de la Iglesia de Piedra, en Cobquecura

Tres turistas están desaparecidos desde el sábado, cuando el fuerte oleaje de las marejadas entró a las cuevas de la Iglesia de Piedra, un montículo rocoso de 30 metros de alto, ubicado en la línea costera de Cobquecura, en la Región de Ñuble.

De los siete amigos que ingresaron, solo cuatro pudieron salir de este hermoso atractivo turístico, que se convirtió en una trampa mortal.

Luciano Pérez es presidente nacional del Comité Pro- defensa de la Flora y Fauna (CODEFF), y trabaja desde 1991 en la protección de las colonias de lobos marinos que existen en el sector, que conoce como pocos.

Cuando está despejado, describe, el lugar es tranquilo, pero cuando hay marea alta, o derechamente marejadas como el sábado, puede ser peligroso. "Al entrar gran cantidad de agua por el estrecho canal que da al mar, se produce un efecto embudo, que acelera las corrientes, tanto al ingreso como durante la recogida de las olas, lo que en caso de una caída accidental, puede arrastrar a mar abierto a los visitantes".

Aunque aún no está claro por cual de las tres entradas accedieron los turistas, Pérez cree que "eso no es relevante, porque una vez dentro, en un lugar completamente oscuro, si te caes o pierdes tu fuente de luz artificial, es muy probable que te cueste encontrar una salida, sobre todo porque las rocas están cubiertas de algas, lo que las hace muy resbalosas y difíciles de agarrar. Y ejemplifica: "Es como cuando estás en la playa y te revuelca una ola, sólo que diez veces más fuerte, sin luz y rodeado de rocas, en vez de arena".

¿Cómo se formó la bóveda?

Pese a la espectacularidad de la Iglesia de Piedra, que es el principal atractivo turístico de Cobquecura, Francisco Hervé, profesor de Geología de la Universidad de Chile y doctor en Petrología de la Universidad de Hokkaido, Japón, cuenta que este tipo de formaciones rocosas no son raras en Chile. "Basta desplazarse hacia el norte para encontrar la Piedra de la Iglesia en Constitución o formaciones similares en El Yeco, Región de Valparaíso y en Los Vilos, Región de Coquimbo".

Sobre la formación de las bóvedas, el también doctor en Geología de la Universidad de París, cuenta que "suelen producirse en rocas muy duras, como el granito o el basalto, que fueron creadas por magma líquido al interior de la Tierra, pero que al enfriarse lentamente y ascender a la superficie, se contrajeron creando pequeñas fracturas en el material". La suma de esas "imperfecciones o debilidades" forma un sistema de diaclasas, que son las vetas en la roca, que más tarde facilitarán su fragmentación ordenada, producto de la acción del agua y el viento.

"Mientras en las paredes verticales el oleaje es la clave para resquebrajar la roca y abrirse paso, en el techo es el viento la fuerza dominante, pues al entrar las olas a un espacio cerrado, necesariamente comprimen el aire que hay en el interior, obligándolo a salir con fuerza por cualquier rendija, contribuyendo al desprendimiento desde las partes más altas de la cueva. Es como un bombín que inyecta aire a presión a lo largo de cientos de miles de años, que va debilitando el techo de la bóveda y causa desprendimientos de material, ampliando el espacio interior", finaliza el investigador.

Todo eso y las condiciones climáticas, se conjugó el sábado: el agua entró violentamente porque había marejadas, por la abertura que los millones de años de olas desde el suroeste fueron creando. Las olas violentas, la marea alta, la escasa visibilidad, fueron fatales. Más encima, la única vía de escape para alguien que es sorprendido por el oleaje es tratar de salir hacia el mar, o sea, hacia el lugar donde entran las olas.

Hasta el cierre de la presente edición, no había rastro de los turistas perdidos.

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