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Casa de la Tortuga la cabaña de cuentos  y a bajo costo que armó un matrimonio

"Es la cabaña de Shrek, porque está al lado del pantano y la gente que ha venido me dice que ve duendecitos por todos lados. Pero otros comentan que es la casa de hobbits de El Señor de los Anillos , que nos gusta mucho", cuenta la arsenalera Yenny Anderson (52) quien, junto a su marido Francisco Illanes (informático, 58), aprovecharon el momento de cesantía que tuvieron en 2020 para saber si eran capaces de construir una casa de bajo costo en su parcela en el sector de Lagunitas, a las afueras de Puerto Montt.

Como no quieren que les reclamen derechos por decir que es de Shrek, la nombraron como la Cabaña de la Tortuga. "Es como estar dentro de una caparazón. También le hemos puesto la casita de cuentos cuando la publicamos para arrendar", comenta.

Si bien ambos admiten no ser expertos en construcción, habían hecho antes un quincho de 54 mt2. "Y llevo algunos años metido en el tema de reparaciones, soy medio busquilla, entonces hemos aprendido", cuenta Illanes. La cabaña no tiene ninguna medida ni planos, "pero nos entretuvimos mucho haciendo el proyecto", dice Anderson.

Partieron en mayo de 2020 con un presupuesto de $500.000 y, con ayuda de tutoriales de Youtube para el diseño de casas de este estilo, en cinco meses la terminaron. "Al final gastamos $670.000. Hicimos mucho reciclaje. No cortamos árboles, sino que tomamos los que estaban ya caídos", detalla.

Al igual que la casa de Shrek, el techo parte de extremo a extremo desde el suelo. Fue hecho con tapa cantonera (madera que se corta de las dos primeras capas del árbol), nylon, malla pollera y pasto, en un lugar rodeado por eucaliptus. El radier se elaboró con una capa de plástico y cemento para evitar la humedad.

La altura de la vivienda la da un canelo que pillaron botado en el agua. "Se lo habían comido las termitas y como es el árbol sagrado mapuche no quería que terminara como leña. Es el sostén de la cabaña, mide 2,3 metros de alto. Mi marido mató las termitas echando parafina con una jeringa en cada hoyito, tuvo mucha paciencia", cuenta Anderson.

¿Se puede caminar por el techo? Afirma que varios turistas lo han hecho, "pero no te puedes poner a brincar porque puedes terminar rompiéndolo. Como anécdota, mientras lo construíamos nuestra perra se subió para enterrar unos huesos y ahuecó todo. Tuvimos que hacerlo de nuevo y ponerle más lona, cuatro capas más de nylon, malla de pollera y después le tiramos el pasto", relata Anderson. Como el terreno es pantanoso no les fue complicado armar el tranque, porque el agua escurre por el sistema de canalización que hicieron para no inundarse cuando llueve.

"Despierta el niño interno"

El lavamanos se hizo con una raíz de alerce que pillaron en la calle. Recogieron piedras lajas abandonadas para hacer una jardinera y usaron bancas desechadas de un restaurante para alhajar el interior; renovaron un trozo de madera de ciprés para el comedor y reutilizaron puertas tiradas de la calle para la entrada de la vivienda. Pero lo más preciado fue una estufa chilota hecha de roca cancagua, herencia familiar de su marido.

"Los vecinos nos preguntaban si era una ramada o una ruca mapuche, otros nos decían que es imposible que alguien viva acá adentro y es super agradable y calentito", dice la arsenalera. Y destaca que "la cabaña despierta el niño interno de cada uno. Tiene una cama matrimonial, otra de una plaza y pensamos poner un sofá cama porque siempre llega más gente. La idea no era arrendarla. Queríamos hacer un solo ambiente, para mostrar que se puede vivir sin gastar mucho, como una casa piloto. Ahora queremos hacer otros proyectos parecidos", agrega.

"Es bien impresionante porque es una casa de arquitectura vernácula (autóctona) que hicieron sus propios dueños, dentro del área de la arquitectura sustentable, con un gran techo verde que se mimetiza con su entorno y sincronizado con el orden natural. Es un ejemplo de arquitectura digno casi de imitar", afirma la arquitecta y docente de Arquitectura de la Universidad de Chile, Gabriela Manzi. Sin embargo, si bien la fortaleza es la originalidad, no lo considera muy seguro para habitar porque no tiene un sistema constructivo profesional.

En ello coindice Sebastián Cifuentes, arquitecto y académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor: "Enterrar una casa y hacer un techo vegetal requiere de mucho esfuerzo. En general no hay materiales malos para construir, sino malas ejecuciones. Está super bueno el sistema utilizado, pero los pilares (que sostienen la casa) se ven un poco débiles y delgados", afirma. Esto hace que no sean los adecuados para sostener el peso del techo. "La norma dice que, si tienes un edificio de 100 kilos, hay una fuerza horizontal del 20% (de ese peso) que lo empuja hacia el lado. Y no sé si esta cabaña resiste ese empuje porque debe tener una o dos toneladas de tierra en el techo y como los soportes no están rígidos, se pueden caer con el movimiento", sostiene. Destaca el caso del hotel Huilo Huilo, construido de manera profesional, pero que parece hecho de forma natural.

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