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Mauricio Palma explica por qué se fue a vivir al sur

En marzo del año pasado, cuando la pandemia por el Covid-19 se empezaba a vivir en Santiago, Mauricio Palma, el comediante tras el personaje de Violento Parra, estaba en el medio de una disyuntiva: enfrentar las cuarentenas con su pareja y sus dos hijas, de seis y cuatro años, en un departamento, en Santiago, o agarrar todo y partir a Padre Las Casas, una comuna al sur de Temuco, y quedarse en el campo, con la familia de ella. No hubo mucho que meditar y partieron.

La decisión de irse al sur también fue una consecuencia de dos hechos que coincidieron. "En enero (del 2020) Julio César Rodríguez cortó el contrato de la banda y el mío, como guionista, en el late ("Síganme los buenos") y ese mismo mes me pidieron el departamento que arrendábamos. Hace rato teníamos el proyecto de venirnos al sur, porque mi compañera es de acá, pero por diversas cosas lo habíamos postergado. Buscamos departamento un rato y se desató la pandemia, empezaron las cuarentenas y dijimos Chao, Santiago " relata el humorista que junto a Ricardo Schoenmakers forma el dúo NTN (@mauriciopalmantn en Instagram).

-Cuando se fueron ¿Con quién se quedaron?
-Al principio estábamos en la casa de mis suegros, porque siempre que veníamos nos quedábamos ahí y teníamos una pieza grandota con dos camas de dos plazas. Ahora estamos en una casita auxiliar que tienen los abuelos de mi compañera.

-¿Están construyendo algo para ustedes?
-Sí, nos vinimos a construir una casita en el campo, que es de los abuelos de mi compañera y que era el proyecto de siempre, porque la intención es hacer comunidad. Todavía no la terminamos. Es problema traer gente de afuera, ya que estamos con personas en grupos de riesgo, y ha sido complicado. Todos ayudan, pero nos faltan materiales. La intención es terminarla en un par de meses. No es tanto lo que nos queda. Falta comprar algunas cosas, son varios proyectos de como 400 lucas: el lavaplatos, la grifería y el mueble de la cocina y los artefactos del baño, por ejemplo.

-¿Es una casa pequeña?
-De dos dormitorios y 60 metros cuadrados. Le hicimos un altillo para recibir a los amigos. Está a 25 metros de la casa de mis suegros y a 100 de la de los abuelos. Todos estamos en el mismo campo. Los abuelos tienen una chacra con porotos, habas, arvejas, choclo y tomate, para consumo personal. El terreno debe tener unas tres hectáreas.

-¿Sigue trabajando desde allá?
-Sí, mi compañero se vino a vivir a Valdivia, a mitad del año pasado, y empezamos a planificar NTN. Partimos haciendo shows con la cámara del celular, caradura, en el living de la abuela de mi pareja, que lo prestaba. Yo me enchufaba como podía con un par de ampolletas y cuando no teníamos espacio me iba a una leñera. Todo súper artesa, muy casero. La imagen parecía de un estudio, pero abrías la cámara y había dos parrillas con unos palos para el frío. Gracias al apañe de la gente pudimos equiparnos y llegar a lo que hacemos hoy que es un programa, un show de humor a través del sitio Comediaplay, que es una plataforma de streaming donde después el espectáculo queda on demand. Hacemos los shows los fines de semana y con eso hemos logrado sobrevivir.

-¿Alcanza con eso?
-Claro, en el verano estuvo bajo pero el año pasado estuvo súper bien porque el encierro ayudó, nos ayudó esa necesidad (en la gente) de volar con la imaginación y distender la realidad.

-¿Cómo ha sido este año allá?
-La cuarentena acá en el sur es otra cosa. En Santiago íbamos a estar encerrados en un departamento y acá tenemos la posibilidad de caminar por el campo, de estar en contacto con la naturaleza, que es impagable (...) La abundancia del sur es una cuestión mágica, estar acá (en la pandemia) ha sido una bendición. Todos los días hay que hacer muchas cosas, porque la maleza crece, hay que ir a buscar leña, eso es bacán porque te mantiene activo.

-¿Sus hijas qué dicen?
-Ella nos lo plantearon de forma espontánea, nos dijeron "'Qué rico estar acá, qué rico vivir aquí", porque además están con los abuelos y las tías, que lo único que hacen es regalonearlas. Llegaron a un mundo donde hay mucho amor.

-¿Se van a quedar allá definitivamente?
-Para siempre, de acá somos. Chao, santiaguinos. Me encanta ir a Santiago, pero de visita. Yo soy nacido y criado allá pero esto que estamos viviendo acá es otra cosa. Estás relajado, sólo mirar la naturaleza ayuda. El teléfono está en el bolsillo, la tele está en la casa, no perdimos conectividad pero mantenemos la cordura respecto a todo lo que tiene que ver con la pandemia.

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