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Matías Rodríguez

"A Lucía la conocí cuando tenía 14 años. Vivíamos en el barrio La Boca. Recuerdo que, después de entrenar, nos íbamos a un supermercado para comer algo y tomar una bebida. Desde entonces estamos juntos. Ella ha sido un pilar importante en vida y en mi carrera como futbolista. Todavía le debo la fiesta del matrimonio", cuenta entre risas Matías Rodríguez.

Luego de pololear durante 9 años, decidieron casarse el 17 de diciembre de 2009, un mes antes de que fichara en Universidad de Chile. "Un día antes del matrimonio por el civil, me habían operado de una de mis rodillas. Venía de jugar en Nacional y apenas podía caminar. Nos casamos y no me preguntes si bailé porque apenas me podía mover. Me casé en una pierna con Lucía", recuerda el ex lateral de la U.

El Mati recalca que en los últimos dos años, los más complicados que le tocó vivir en la U para escapar del descenso, el rol de su esposa fue fundamental. "Ella se encargó de tirarme para arriba en estos años duros con el equipo. Uno se da cuenta que ellos sufren, pero, si no es por Lucía, me hubiese caído más de una vez", sostiene.

-Esos bajones eran por el momento que vivía la U o por otra cosa.
-No, por el momento que estábamos viviendo como equipo, que no era fácil. Imagina la cabeza de uno en esas situaciones y eso, al menos a mí, te tira para abajo. Por eso digo que ella es el motor para que todos en casa estuvieran alegres. Ella es coaching deportivo y ejecutivo y toda esa sabiduría la lleva a la práctica conmigo y, después, con toda la familia cuando estuvimos encerrados en pandemia, que fue un año muy loco el que pasó.

-Se le veía en las redes haciéndole los horarios y maquillándolo.
-(Ríe) Era una forma de entretenernos en casa. También para mantener a los chicos todo el tiempo arriba. Llevamos más de 21 años juntos con Lucía (Colacilli).

-Le debe la ceremonia por la iglesia.
-Cuando cumplimos 10 años de casados, renovamos los votos y fui aceptado (ríe). Pero falta la fiesta en grande que ya vendrá. Ahora volvemos a Argentina después de mucho tiempo. Siempre fuimos, pero ahora es diferente porque nos vamos con todo.

-¿Qué dicen sus hijos Felicitas y Juan Martín?
-Mi nena estuvo en sus primeros meses de vida en Argentina y tiene una conexión bárbara pese a que vivimos todos estos años en Chile. Bueno, también en Italia y Porto Alegre, pero casi diez años acá. Y Juan Martín es el que más preguntaba cuando empezamos a empacar. Preguntaba y decía que echará de menos a sus amigos. Pero se le pasará. Nosotros también dejamos grandes amigos, pero fuera del fútbol.

-Pocos sabían del susto que vivieron con Juan Martín en los últimos meses.
-Bueno, es verdad. Un día comenzó a sentir un fuerte dolor en una de sus muelas. Pensábamos que no sería nada más que algo dental, pero a la semana ya no resistió el dolor y tuvimos que llevarlo a la clínica e internarlo.

-¿Qué le pasó?
-Sufrió una pericoronaritis, que es muy dolorosa. Es básicamente una infección de los tejidos blandos de las encías. Y ahí también uno sufre al ver así a tu hijo. Fueron días de locos porque Lucía estuvo acompañándolo todo el tiempo, incluso cuando estuvo internado. Y para mí también porque no podía dejar sola a Felicitas. Así que podrás imaginar cómo fueron los últimos meses del año pasado. Primero estaba lo de nuestro hijo y en la U, por otro lado, tratando de zafar de jugar el partido de la promoción. Fue bastante estresante todo. Pero Juan Martín se recuperó y dejamos a la U en Copa Libertadores.

-Lucía en los últimos partidos enviaba unas grandes arengas.
-Ella se molestaba y yo le decía que ignorara todos los comentarios malintencionados. Mejor que los borrara o que no los tomara en cuenta. Ella siempre apoyando en todo, por algo es mi compañera. Ahora regresamos a nuestro país, pero tengo muchas ganas de volver. Como te comenté, no descarto hacer el trámite de mi nacionalización y volver a la U para retirarme.

-Ahora, en Defensa y Justicia, se encontrará con un viejo conocido, Sebastián Beccacece.
-Es un gran desafío. Ningún club de Chile me llamó para jugar. El interés de Beccacece me permitió tomar la decisión de irme.

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