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¿Qué les pasó a estos departamentos cuando el vecino les tapó el sol?

Hace casi un año, los vecinos del edificio ubicado en Roberto Espinoza 1039, en Santiago, vieron cómo la mueblería vecina cesaba sus funciones. Días después, una máquina excavadora comenzó a botar el viejo local que sería reemplazado por ese armatoste color verde que se ve en la imagen.

"De la noche a la mañana empezaron a echar todo abajo, salvo el frontis, y de un día para otro elevaron la construcción hasta cubrir los primeros cinco pisos", comenta Mariela Ponce, dueña de casa y presidenta del comité de copropietarios de dicha comunidad, que peleó con medio mundo para evitar lo que ocurre hoy: que la construcción le robara el sol a sus vecinos.

Fría humedad

"Me tocó mandar toda mi ropa a la tintorería porque con la falta de ventilación y luz que tengo ahora se humedeció y se llenó de hongos", confiesa Héctor Cueto, residente del departamento 305 y uno de los afectados por este dramático cambio lumínico.

"Se puso tan helado que el papel mural en el pasillo se humedeció mucho y tenía que tener calentador para evitar que se inflara. Todo porque dejó de llegar el sol y el calor", agrega el vecino.

"Que no llegue sol a una vivienda afecta no sólo la salud física de quienes ahí residen, sino también la psicológica; afecta el ánimo", cuenta Claudio Vásquez, jefe del programa de Magíster de Arquitectura Sustentable y energía de la Universidad Católica.

"Desde la cocina de mi departamento, donde existía un patio de luz, hoy con las instalación de las planchas de la construcción la luz se perdió completamente. Ahora es como estar en una penumbra permanente", cuenta Roberto Caiseo, vecino del piso 205 de la mencionada edificación.

"En estos tiempos, el confort ya no se entiende como factores medibles como el lumínico, si no como algo más holístico, que involucra tu percepción global. Todo los elementos que tienen que ver con que te sientas bien, incluso la capacidad de poder mirar hacia afuera", agrega el especialista.

Pese a los problemas anteriores, la regulación no considera en términos específicos que las construcciones deban recibir cierta cantidad de sol, como explica Vásquez.

"La ley maneja ciertas reglas de distanciamiento, rasante y ocupación de suelo y altura máxima, todas nociones geométricas de volumen para controlar aspectos lumínicos, pero no considera que tengas que tener cierta cantidad de luz", agrega.

"Como la lógica de la propiedad del suelo hace responsable al dueño sólo de lo suyo, no considera la relación con el vecino, pese a que uno como arquitecto debe tomar la norma y prever lo que hará el vecino. No es que el de al lado deba adecuarse a uno, si no que es al revés", agrega Vásquez.

Otros problemas

Pese a que en términos de sombra la ley no dice mucho, lo que comprometió al municipio a clausurar y demoler la construcción, como asegura Mariela Ponce, fue otro problema: la inexistencia de un muro medianero que cumpla con las medidas de seguridad mínima.

"El primer problema que tienen acá es que ese muro medianero no cumple con la regulación con respecto al material de construcción, que debe cumplir un estándar mínimo de resistencia al fuego y aislación acústica", explica Armando Durán, director de la escuela de Ingeniería Civil en Obras Civiles de la Universidad de Talca.

"Ese muro medianero no resiste el F120 que es el mínimo, esto es, que resista 120 minutos al fuego. Su materialidad es de paneles para uso industrial y otras construcciones, pero en ningún caso cumple los mínimos estándares de seguridad y de aislación térmica", agrega Durán.

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