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Pollo Valdivia cuenta cómo organiza viajes largos en auto con su esposa

Juan Carlos "Pollo" Valdivia (54) se considera un fanático de los viajes largos en auto. A los 18 años aprendió a manejar y tuvo su primer vehículo, un Fiat 600 (1979) que compartía con su hermana. Hoy, 36 años después, se aventura en viajes extremos junto a su esposa Claudia Conserva (46).

"Me gusta manejar, me relaja, me entretiene, no me molesta. Me da una sensación de libertad e independencia que me gusta mucho. El auto, además, se convierte en todo. Es tu casa, tu camarín. Todas tus cosas están ahí. Puedes comer y dormir arriba de él", asegura.

Entre los viajes más extensos que han realizado, Valdivia recuerda el de Santiago a Puerto Montt, en el verano de 1996, cuando manejó 980 kilómetros sin parar en un Citroên ZX. La pareja solo se detuvo a almorzar en Chillán.

"Me mandé como diez horas continuas y, al final, estaba llegando muy cansado a Puerto Montt, así que me pegué detrás de un camión a una distancia prudente para seguirle las luces. Así me cansaba menos. Ese fue el viaje más largo en torno al manejo continuo", recuerda.

Luego ambos cruzaron hasta Chiloé a visitar Castro, de donde es la familia materna de Claudia.

Marruecos en 12 días

En cuanto al recorrido más largo, el conductor de "TOC Show" (TV+) cuenta que una vez los dos manejaron 5.000 kilómetros en diez días, al volante de un Daihatsu Feroza, para ir desde Santiago hasta el Lago Chungará.

"La ruta fue de Santiago a Arica, de Arica a Chungará, y después fuimos volviendo de a poco. En promedio hicimos como 500 kilómetros diarios", cuenta. Eso ocurrió en el verano de 1997.

-¿Cómo lo hace para estar tanto tiempo al volante sin cansarse?
-Cuando estoy muy cansando, hacemos paradas y ahí recupero energías porque ahora que tengo 54 años me agota más, sobre todo la vista. Ahí me bajo y muevo las piernas, tomo aire, me biorrefrigero. En general aguanto cinco o seis horas continuas manejando sin ningún problema. Ayuda mucho la hidratación, el café y las energéticas. Y poner buena música. La magia está también en que tienes a alguien al lado que te está hablando, que te va preguntando cómo vas, si necesitas algo. Se hace más fácil, más entretenido y más corto el viaje.

Sin embargo, la aventura más memorable que han tenido fue cuando se propusieron viajar a Marruecos en 1999.

Al llegar a ese país de África arrendaron una camioneta Nissan Terrano. "Fue una sólida compañera, ya que con ella nos metimos al desierto, anduvimos en caminos de ripio, etcétera", rememora.

Y se dispusieron a recorrer 3.500 kilómetros, en 12 días. Desde Casablanca hacia Marrakech y de ahí a Esauira.

"Nos metimos al desierto y andábamos buscando un hostal que quedaba al lado de unas dunas. Era una ruta muy difícil y nos perdimos. Ahí aparecieron los típicos cabros chicos que te dicen danos unas monedas y te llevamos. Aceptamos, pero nos estaban llevando a otro hostal, que no era el que buscábamos. Y ahí descubrimos que a él también le pagaban por llevar turistas a ese lugar. Mi consejo es que hay que estar atento a lo que te proponen. Finalmente, llegamos a un sitio sin luz eléctrica, sin nada, y ahí nos quedamos por una noche. Durmiendo muertos de frío, con ropa", relata.

-¿Y cómo organizan sus viajes arriba del auto?
-Repartimos los roles. En general, manejo yo en el 80% del recorrido. Son pocas veces las que le pido ayuda a ella. Es como en el rally, el navegante (copiloto) es el que se hace cargo del mapa. Es la función que cumple mi esposa Claudia, además de ir sintonizando la radio y todo ese tipo de cosas. Siempre andamos con una carpa y un par de sacos de dormir, por si acaso te encuentras con algún lugar bonito, un camping. Tienes que tener un plan B por si están llenos los locales, los hostales o los hoteles.

-¿Y qué música escuchan?
-Escuchamos música que nos relaje. Nos gusta el reggae, sobre todo en la época que estaban de moda Los Pericos. Y no sé, Quique Neira, Bob Marley, UB40. El reggae es un ritmo rico para viajar, no te estresa. También escuchamos rock latino de nuestra época, como Soda Stereo, por ejemplo. Es entretenido porque pasan los años y volvemos a escuchar una canción y decimos "Oh, mira, ¿te acordái de que pusimos esa canción cuando íbamos entrando a Ancud?" . Es un memorial de sonidos que se dan durante el viaje.

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