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El arreglo de Chamagol con su esposa para no saturarse de pega en casa

A Sebastián González (42), ex delantero y actual comentarista del Canal del Fútbol, se le conoce como Chamagol, pero él subraya que así le dicen en el mundo del fútbol nomás. Tiene apodos más íntimos: "En mi familia, a casi todos los niños siempre nos dijeron simplemente Chamaco, por mi tío Chamaco Valdés. Por ejemplo, a mi primo el Chamaco Bustos, que jugó en Unión Española. Y en mi grupo de amigos del barrio soy el Parche Curita. Me pusieron así porque jugábamos en la plaza o en una cancha de cemento y siempre me pelaba las rodillas. Entonces me iba a la casa, me ponía un parche curita y seguía jugando".

"Nací en Viña, pero con mi mamá nos trasladamos a Santiago, a la población Juan Antonio Ríos. Ella trabajó de arsenalera en el Hospital Militar y luego de secretaria en la Clínica Fleming. Fui hijo único y regalón de mis abuelos, que fueron los que me criaron. Mi papá no estuvo presente, pero tuve una infancia feliz. Mi vida la hice en el barrio, jugando a la pelota, yendo al colegio con mis amigos y juntándonos hasta tarde en la plaza porque no había el temor que existe hoy. Por eso sentí mucho cuando en Colo Colo me exigieron cambiarme de colegio e irme a vivir cerca del Monumental a los 17 años, cuando ya estaba en el plantel profesional. Era lógico hacerlo, pero me acuerdo que lloré el día que fui a buscar mis cosas a la casa de mi barrio. Sabía que nunca más volvería", agrega.

-¿Para usted era irremediable ser futbolista? ¿Estaba marcado?
-Creo que sí. A los cinco años me pusieron en la escuela de fútbol de Unión Española porque estaba cerca de mi casa, peloteaba todo el día en el barrio y en el colegio y a los 12 años ya ingresé a las inferiores de Colo Colo. Quería ser futbolista, pero no solo eso, sino que estudiar, sacar un título. Era estudioso y me iba súper bien y por eso tenía ganas de seguir una carrera. Me ponía desafíos. Yo tenía habilidades humanistas, pero me metí al electivo de biología y química para ponerme retos. Eso me hacía estudiar más. Y claro, me pasó la cuenta.

-¿Qué pasó?
-A los 16 años colapsé. Iba al colegio y después tenía que irme al Monumental toda la tarde. Salía de noche. Varias veces me asaltaron saliendo del estadio. Llegaba a la casa y en lugar de irme a acostar hacía las tareas y estudiaba hasta tarde porque quería sacarme buenas notas. Pero ese ritmo me pasó la cuenta. Un día simplemente me desmayé. Colapsé y tuve que ir donde una sicóloga.

-¿Aprendió a moderarse?
-Sí, aunque siempre me he mantenido en niveles altos de exigencia. De hecho, estando ya en el primer equipo de Colo Colo igual hice la Prueba de Aptitud Académica y quedé en educación física. Ni me gustaba mucho, pero entré a estudiar porque quería tener la experiencia de la vida universitaria. Duré dos semestres nomás porque de nuevo vino la autoexigencia alta.

-¿Colapsó de nuevo?
-En realidad, fue el entrenador Gustavo Benítez el que me obligó a tomar una decisión. Yo iba a las 8 de la mañana al Estadio Nacional a hacer atletismo por la carrera y a las 9 partía al Monumental a entrenar. Luego iba a clases y a estudiar. Un día se me cruzó todo y le fui a pedir permiso a Benítez porque debía dar una prueba. Me dijo que tenía que decidirme qué hacer. Que él creía que yo me había ganado un lugar en el plantel y que debía aprovecharlo. Me convenció y me salí de la carrera. Igual después entré a estudiar periodismo, pero lo tuve que dejar porque me fui a México.

-¿Sigue siendo hasta hoy bueno para estudiar?
-Sí, creo que en el trabajo que estoy realizando hoy debo estar al día. De hecho, hice el curso de entrenador no para dirigir sino que, justamente, para comentar con base. Y he hecho muchos diplomados de gestión deportiva y marketing, que es el área donde me gustaría desarrollarme en el fútbol. Acabo de terminar uno, pero no haré otro por un tiempo porque me lo prohibieron en la casa, jajajá".

-¿Se lo prohibieron?
-Jajaj, sí, mi señora. Dice que ya está bueno. Llego a la casa luego del trabajo en el CDF y me conecto al computador y claro, dice que ya está bueno.

-¿No le gusta lo que hace?
-Es que ella es cero fútbol. Pero cero-cero. De hecho, además de prohibirme hacer otro diplomado, me tiene prohibido ver el CDF en la casa. En mi casa la tele no se prende para ver fútbol. Aunque yo igual tengo el dispositivo celular, jajajá.

-Toca Netflix entonces.
-Sí, igual me meto en alguna serie. Soy fanático de todas las que tiene como temática el mundo de los narcos.

-¿Cómo se conocieron?
-Fue a través de Facebook. Yo aparecí en un programa de televisión y al otro día Pamela me mandó un Me Gusta y me metí a hablarle. Igual que yo, era de Viña. Así nos conocimos por un tiempo y cuando vine a Chile en otra ocasión, nos juntamos en Viña. Me acuerdo de que la primera vez que salimos juntos, así como públicamente, fue para un cumpleaños de Fernando González, el tenista. Esa noche se nos acercó Lucho Jara y nos dijo que nosotros nos íbamos a casar, que él siempre acertaba con esas predicciones. Nosotros nos reímos porque ni siquiera estábamos pololeando. Pero tuvo razón Lucho Jara. Hace seis años que estamos casados.

-Tienen una hija. ¿Qué tipo de papá es usted?
-Soy súper amigo de la Josefa. Tiene 7 años y trato de ser un papá presente, cariñoso.

-¿No le traspasa a ella esa obsesión por el estudio?
-Le genero responsabilidad. Le exijo, pero no la llevaré a los límite.

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