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Round de Solabarrieta y Tudor mostró cómo se mastica una derrota de la Roja

Dos escuelas de pensamientos, dos formas de enfrentar la vida, dos almas con virtudes y defectos. Dos hombres con dos pulmones, dos orejas, y un solo corazón.

El contexto es el siguiente: Chile perdió de forma horrorosa con Venezuela por 2-1, y en el programa ESPN Radio un grupo de cinco panelistas transmitieron la idea que en cualquier momento se arrancaban la cabeza. El debate fue apasionado, hubo gritos y tensión, lo que para la naturaleza de un show televisivo funcionó a la perfección. De igual modo, hubo frases destacadas.

"Si no vamos al Mundial no pasa nada", dijo Luka Tudor. "Cualquier generación del fútbol chileno le ganaba a Venezuela allá", lanzó Fernando Solabarrieta, quien inmediatamente se matriculó con un colosal grito cuando Waldemar Méndez y el propio Tudor reflexionaban sobre el comportamiento ético de Jorge Sampaoli que, de la nada, salió a colación. "iNo tengo Twitter!", dijo Solabarrieta, en un grito que fue ampliamente viralizado en las redes sociales y llamó la atención por su intensidad.

El asunto es que en tan solo un par de segundos, y gracias a la performance de Solabarrieta y Tudor, quedó reflejada una bella condición de la naturaleza humana con respecto a la forma de abordar las derrotas deportivas. Enojo e indignación por el lado del sempiterno comentarista, y frialdad y cierta apatía encarnada en el ex goleador de la selección juvenil 1987.

"Para muchas personas, la camiseta de Chile o de su equipo de fútbol representa el lugar donde la persona deposita su identidad y su sentido tribal. Desde ese punto de vista, una derrota humillante puede generar cuadros depresivos severos porque el sentido de pertenencia está ligado muy fuertemente al fútbol como actividad, y la gente ya no se encuentra en las iglesias, en los partidos políticos o en las juntas de vecinos", afirma el psiquiatra Rodrigo Paz, sobre esa angustia que surge en el alma cuando el equipo cae de forma dolorosa.

Para el psiquiatra Alberto Larraín, el carácter emocional del balompié posee una vinculación evidente con la semblanza de cada individuo: "La resonancia emocional del fútbol tiene una implicancia clara en la biografía. De hecho, suceden cosas muy anecdóticas. Por ejemplo, la gente que grita un gol como si se le fuera la vida no responde igual a cuando nace un hijo. El fútbol es un espacio validado para la expresión de emociones, y de emociones intensas, y eso hace que los parámetros tradicionales no corran en él".

De igual modo, la reacción de Tudor y su llamado a bajar la intensidad de la pena y no tomarse un resultado deportivo de forma tan dramática llamó la atención. "Tiene mucho que ver con las expectativas y la cantidad de afecto que esa persona le agregue al hecho. Es una mirada más realista, y gracias a la distancia adecuada se ubican desde una mejor posición para evaluar los hechos", indica Ana María Rodríguez, psicóloga de Clínica Universidad de los Andes.

Para el psiquiatra Rodrigo Paz, en todo caso, una reacción más desapegada -sobre todo si se es amante del fútbol- podría develar otras sensaciones: "Habría que preguntarse quienes son los más enfermos. Hay muchas personas con problemas de vínculos, que no se vinculan con nada y porque sólo quieren evitarse el sufrimiento".

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