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cómo se sobrevive a una tragedia sin que la familia se quiebre

¿Qué hacer cuando una familia enfrenta una tragedia? Casos como el de Pascale Alvarado, desaparecida hace 9 años, o el del niño Víctor Zamorano Jones, asesinado en 1992 cuando tenía 9 años, impactan a las grupos familiares que terminan quebrados o más unidos ante el dolor.

"Ante una tragedia de esta naturaleza, el acompañamiento terapéutico tiene que ser desde el inicio, y hay que trabajar de forma sistémica con la familia para no provocar esta individualización del sufrimiento y con la consecuencia de la separación. Ese sufrir no permite ver el dolor del otro, de la madre, padre, hermana", dice Gerardo Rivera, académico del Instituto de Neurociencia Clínicas e Instituto de Estudios Sicológicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral.


Gran parche

Agrega Rivera que nadie va a devolver a ese ser querido. "Imagínate el sentimiento de rabia y de emociones negativas que logran ese distanciamiento entre los integrantes de la familia". Acota que cuando eso ocurre "es que llegamos tarde en el apoyo de salud mental. Es conmovedor y en el ahora poder parchar eso es un tremendo trabajo", reconoce el profesional.

"Esto se basa en la Teoría de los Sistemas en donde la familia funciona como una empresa, como una máquina donde cada uno tiene un rol específico. Para que el sistema funcione, los elementos que participan tienen que estar equilibrados. Entonces, cuando pasa una tragedia como esta u otras, el sistema se desequilibra, se vuelve disfuncional o simplemente se rompe", precisa Alejandro Cuevas, siquiatra de la Universidad de Chile.

Estima que si la persona desaparecida o fallecida era la que unía a la familia "esto pudo haber provocado peleas, culpabilidad, empiezan a buscar una explicación del por qué pasó. Aparecen la ansiedad y problemas de apego. Tu puedes funcionar muy bien, pero cuando esa persona no está, te desestabilizas porque ella era parte de tu funcionalidad", agrega.


Volver a equilibrar el sistema

"Lo que uno hace es evaluar a cada integrante de la familia para determinar la condición de su salud mental y después se toma a todo el grupo, como si fuera una sola persona y se evalúa cuales son los componentes que no están bien en general. Finalmente, lo que se hace es restituir este sistema, equilibrarlo con los integrantes que quedan", agrega Cuevas.

"No es una condición sine qua non que ante el dolor las familias se separen porque hay otras con experiencias traumáticas que se sobreponen y se unen más", acota Silvia Reyes, sicoterapeuta narrativa y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso.

Asegura que "todos respondemos de distinta manera, dependiendo de nuestras historias de vida, de apoyos sociales, amistades, la comunidad, los vecinos. Cuando se tiene este tipo de apoyo se tiende a manejar mejor la problemática del dolor". Detalla: "El que la familia permanezca unida tiene que ver con la comprensión contra viento y marea de la comunidad. Además de la desaparición o muerte, se requiere, aunque sea horroroso, saber las circunstancias del deceso porque si pasan años sin saberlo se impide que la persona procese la experiencia. Lo mismo saber donde está el cuerpo porque necesitamos el rito de despedida".

Resalta que "ese dolor no puede ser eterno. Algunas personas se quedan en espera permanente y otras se sobreponen, lo asumen y siguen adelante. Por eso algunos integrantes de la familia van a un ritmo y otros en otros y eso incide en que algunas familias entren en ruptura".

"No los deje solos"

La sicoterapeuta comenta que "cuando hay una tragedia se activan todos los sistemas en el minuto y en los días siguientes. Pasado un par de meses las personas se olvidan y las familias quedan solas viviendo su problemática".

Sugiere que "lo importante es no dejarlos solos en el proceso porque hay familias que invierten mucho en investigación. Nosotros tenemos una responsabilidad social, además de entenderlos en su sufrimiento, promoviendo, de paso, una sociedad solidaria y comprometida con el dolor del otro".

"Hay que mostrarles que la vida tiene otras facetas sin desalentar su dolor, ayudarles a retomar la vida donde el dolor no sea el centro", recomienda.

Un ejemplo, es el caso de la familia Zamorano Jones que luego de 28 años de muerte de Víctor se ha recuperado lentamente.

"Cuando la justicia llega, repara. De lo contrario, se aumenta el dolor y se produce una re victimización secundaria", estima la sicoterapeuta de la Escuela de Sicología de la Universidad de Valparaíso.

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