A ítalo Díaz (49) le gusta ver los partidos de sus hijos, Paulo y Nicolás, sentado en el living de su casa, solo y callado, concentrado en el televisor, sin que nadie le dirija la palabra. El jueves, en la derrota contra Uruguay (2-1), a pesar de recibir decenas de mensajes y llamados hasta bien tarde en la noche, no se inmuta, aunque agradece las atenciones, pero sigue en lo suyo, confiando en el buen cometido de sus retoños y rezando para que no se lesionen.
-¿Se pone nervioso?
-Siempre estoy tranquilo. Más que hincha, lo veo como un ex jugador. No soy de hablar o de gritar. No soy así, nunca me ha gustado. No hay rituales. Voy a la cancha o los veo por televisión, pero siempre callado y, ojalá, con poca gente a mi lado. No me gusta que me interrumpan.
El ex defensor de Cobreloa y de la Selección se declara un hombre reservado, especialmente, con los detalles de una afección neurológica, que describe como algo parecido a un accidente vascular. "Estoy bien, aunque si estuviera mal, siempre voy a decir que estoy bien", advierte, para dar luces sobre su forma de ser. "No sé si escucha que mi hablar es medio lento, pausado y, a veces, quizás no se me entiende. Dios quita, pero también da. Imagínese que me dio la gran alegría de ver a mis dos hijos juntos en la Selección chilena", confiesa.
-¿Cuándo fue ese accidente?
-Como hace tres años y medio. No me gusta entrar en muchos detalles. Hoy, recién, con el tema de los chiquillos, he hablado un poco más de lo que me pasó. Hay que darle para adelante, porque para atrás no cunde. La verdad, soy bastante reservado. Hay cosas que hasta mis hijos no saben, porque me las guardo.
-¿Por qué?
-No me gusta preocuparlos. La vida sigue y la vivo de buena forma, con alegría, disfrutando a mis hijos, hijas, a mis nietos y a todo el mundo. Estoy feliz. Pienso que mejor de lo que estoy no voy a estar, pero estoy mucho mejor. Las alegrías que me dan mis hijos me hacen bien. Y también disfruto a mis nietos, Bastián (1 0), hijo de mi hija mayor, y Agustín (1), hijo de Paulo.
Italo no durmió bien. Tuvo un jueves agitado y todavía lamenta haber perdido un partido marcado por los errores arbitrales, aunque también está contento con el debut de Nicolás en la Roja. "De Paulo no digo mucho porque lleva mucho tiempo en la Selección", precisa sobre el defensor de River Plate.
-¿Podría hacer un análisis sobre el juego de Paulo y Nicolás contra Uruguay?
-Nunca voy a matar a un jugador, tampoco a mis hijos, porque fui jugador. De eso nunca me he olvidado. Lo único que te puedo decir es que se jugó muy bien. Todos lo hicieron bien. Fue de esos partidos que te dejan tranquilo, pero también con amargura, porque se pudo ganar, pero no voy a hablar de mis hijos. Si hay algo malo, se los diré a ellos, personalmente, como siempre lo he hecho. Como todos los jugadores, tuvieron aciertos y errores, aunque fueron más los aciertos y las virtudes. Sólo queda disfrutar lo que hacen y lo que hicieron contra Uruguay. Independientemente del resultado, el equipo anduvo muy bien, en todas las líneas. Estoy muy contento con Chile, sobre todo por Paulo y Nicolás, que tenía que estar tranquilo y sentir que cumplió. Esto ya fue, ahora es otro día y hay que pensar en Colombia, el martes.
.¿Habló con ellos?
-Hoy lo haré, pero tampoco los invado mucho. Sé en qué momento hay que hablarles. No soy de llamarlos a cada rato. Fui jugador y conozco los momentos de los jugadores. Tienen que hablar con sus novias, amigos, con su madre y con sus hermanas. Tampoco les hablé después del partido. No era el momento.
No sé si escucha que mi hablar es medio lento, pausado y, a veces, quizás no se me entiende.