Suspira María Belén Carvajal. Mira al horizonte en las canchas de entrenamiento de la ANFP, en Quilín, y se mete en sus recuerdos. Se sonríe solita y responde convencida: "Fue linda mi infancia", dice la jueza FIFA. Pasa de la porota que jugaba a la pelota en la calle del barrio en San Felipe, a la mujer hecha y derecha que con 37 años está a punto de romper la historia: arbitrará este miércoles por primera vez un partido profesional. Será el Melipilla-Copiapó, de la Primera B, a las 11.
-¿Algún hormigueo en el estómago?
-Me asombra mi tranquilidad (se ríe). Creo que estoy súper zen, muy conciente del paso que estoy dando, y eso va por el respaldo que me dan. A la tarde voy a estar un poquito más intranquila, ordenando el bolso, los chiches.
Belén Carvajal, hermana mayor de Pedro y Eugenio, fue jugadora de fútbol. Delantera, agrega. Es profesora universitaria de educación física, kinesióloga, árbitra internacional e incluso cuenta un año en el Inaf cuando quiso probar como entrenadora, pero no era lo suyo.
-En la cancha los hombres a veces se abalanzan sobre los árbitros cuando reclaman un cobro. ¿Qué hará en ese caso?
-En el fútbol las emociones son milésima a milésima, pero frente a eso mi mejor mecanismo es la tranquilidad. Si viene exageradamente hacia mí, me detengo, lo miro a los ojos y le digo tranquilidad (extiende la mano derecha como un "stop"). Cuando me miran a los ojos es diferente que cuando miras alrededor. Uno tiene que bajar los decibeles. Yo como árbitro tengo que dar la tranquilidad de que la conducción del partido está siendo la correcta.
-Mirar a los ojos y calma. Linda receta.
-Sí. Es que estoy llevando el partido correctamente.
-¿Qué le causó el gesto del Kun Agüero con la árbitra a la que tomó por el cuello?
-Lo hizo con una asistente. No corresponde, si ella es profesional igual que él. ¿Por qué vas a invadir mi espacio si yo no estoy invadiendo el tuyo? Ella estuvo conmigo en el Mundial.
-¿Mucho diálogo en la cancha? ¿De repente tiran alguna talla buena?
-Es una burbuja, no se escucha lo de afuera. Pero sí, a veces hay tallas y te ríes y conversas. Cuando empiezan a entender que tienen que jugar y que soy una persona más, ojalá invisible, se sueltan y juegan más.
-¿Cómo le dicen?
-Me dicen Belén, árbitra, profe, pero no me complica, mientras sea en el tono justo.
Belén tiene una mirada potente. Decidida. Es mediodía y hace frío. Ella viene de entrenar y está de shorts. Antes de ser jueza y de arbitrar su sueño, el Mundial Femenino de Francia, fue jugadora de fútbol.
"Marca un hito en mi historia como futbolista el gol que hice en mi último partido acá en Quilín, jugando por Ferro. Fue en la final a la U, nuestro archirrival. Fue un 2-1 y ganamos el torneo", recuerda Belén.
-¿Con quién jugaba a la pelota cuando niña?
-Obvio, con mis primos, mis hermanos. Además en mi familia somos muchos y muy aclanados, entre 15 a 20 personas, hacíamos dos equipos y jugábamos en el pasaje y también nos íbamos a la playa todos los primos.
-El concepto "a pata pelada" en la arena es un lindo momento.
-Y después te mojabas los pies, le pegabas a la pelota y te quedaba rojo pues. Y dolía, jajá.
-¿Su mamá le daba carrete en el fútbol?
-Sí, me daba carrete. Mi mamá siempre me decía, "anda, anda". A veces me iba a ver, pero no le gustaba mucho el tema amateur, por las canchas, camarines, porque para ellos era impactante por las condiciones y los papás se preocupan. En el club Atlético Viña ya era más uniformado todo, viajábamos en buses, ahí me dejó más. Después me fui a la universidad en Valparaíso a estudiar educación física y eso me dio independencia.
-¿Es raro ser árbitro?
-Sí, es raro. Mi familia nunca pensó que iba a estar en esta instancia. O mi círculo.
-¿Por qué quiso ser árbitra cuando no había mujeres?
-Siempre he querido ir más allá, si me dicen que no puedo pasar ese puente, yo voy y lo voy a pasar. Todos tenemos un rol en la vida y el mío es abrir camino a las demás árbitras. La capacidad no se evalúa por el género, sino por cómo desarrollas tu trabajo.
-Dígame que no es rico tener un equipo de fútbol de mujeres.
-Es bacán, me encanta. Lo tuve que dejar para evitar lesiones. Entre mujeres es más lúdico, es más recreativo, para tirar la talla, hacer chistes. Es rico estar en la cancha con esa sensación de despeje.