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Marlene de la Fuente relata los tres asaltos que ha sufrido este año arriba de su auto

Marlene de la Fuente (@marlen.delafuente) maneja de adolescente, cuando vivía en Curicó. Gracias a toda la práctica -casi tres décadas-, se considera una conductora hábil y rigurosa. Pero eso no la ha salvado de haber pasado por tres incidentes fuertes, en un lapso de siete meses, a bordo de en su Land Rover Discovery año 2015.

1) Enero, Reñaca: La periodista manejaba con el vidrio abajo, porque le gusta al aire puro, con sus cuatro hijos en el vehículo, cuando dos ladrones metieron la mano a través de cada ventana del auto. Le robaron los lentes de sol e intentaron sustraer la cadena de su cuello, que cayó al suelo. "No fue trágico, fue un robo rápido", recuerda.

2) Marzo, Santa María con Los Leones: Marlene iba con su mamá, de 85 años, conversando. "Apareció un chico de la nada y metió el cuerpo dentro del vehículo, tomó mi celular y salió corriendo". Se bajó y lo persiguió. "Sé que no estuvo bien, que no debería haberlo hecho, pero fue la adrenalina", cuenta.

Como ella es deportista, corrió en medio del tráfico y ahí descubrió que eran cuatro los jóvenes que se pasaban el celular entre ellos.

"Nunca imaginé que iban a ser tantos", dice. Logró derribar a uno y gracias a los peatones que la apañaron, aprehendieron a tres, que fueron retenidos hasta que llegó personal de Paz Ciudadana y Carabineros.

"Les dije que lo que más me interesaba era recuperar mi equipo, porque habían cosas muy importantes dentro. Lo tenía que encontrar (...) En mi desesperación un carabinero me preguntó, muy formalmente: Señora, ¿usted tiene fotos inapropiadas en el celular? Yo le dije que no, pero me dio mucha risa después", comenta.

¿Qué fue de la mamá? Un buen samaritano sacó el auto de la calle y lo estacionó. ¿El celular? Detuvieron al asaltante en los Dos Caracoles y el iPhone se lo entregó un carabinero cerca de una hora después. "Imagínate las probabilidades de que pasara eso", afirma.

3) Julio, Manquehue al llegar a Luis Pasteur: "Se me cruzó un Audi en un semáforo. De ahí bajaron cuatro personas y veo que vienen hacia mí. Apreté el acelerador, me tiré a la derecha, me subí a la berma y arranqué. Se me reventó el neumático, salió humo, pero seguí nomás", relata.

-En dos de las tres veces usted ha tenido una reacción. ¿Cómo evalúa esto después?
-Analizándolo, creo que es negativo. Me digo ¿por qué hice esto? Pero también es el impulso de la adrenalina, no es lo correcto ni lo que dicen los profesionales. Pero es una forma de reacción. He tenido la suerte de salir airosa en todos los casos y he recuperado mis cosas.

-Qué fuerte que los tres robos fueron este año.
-Este año está marcado. Pero súper en serio, yo no me amargo la vida por nada de esto, para mí todo es enseñanza, ya aprendí a ni siquiera andar con los vidrios del auto abiertos. Yo no me lamento, aprendo de las cosas.

-Yo conozco gente que es asaltada y no tiene reacción alguna.
-Creo que tengo una facilidad para mover inmediatamente el cuerpo, quizás tiene que ver con que soy bastante deportista. Yo creo que es la forma en la que uno no tiene que reaccionar, uno debería entregar todo.

-Pero usted siempre reacciona.
-Yo misma me impresiono. Es una reacción del cuerpo, ni siquiera piensas ni hablas, es instintivo.

-¿Después viene un bajón?
-Si, después retrocedes toda la película y dices no debo hacer esto, porque uno no sabe que te va a tocar y quedas nerviosa. Pero tampoco me queda el trauma, ni quedó atormentada, para serte sincera.

-Es bien práctica.
-A mí las cosas me pasan y me quedan en el pasado. Es así, y créeme que es así. Soy súper optimista, energética, alegre y me encanta la vida, y no me cuestiono las cosas nunca, ni las pérdidas económicas ni materiales.

Sube la adrenalina

Alejandro Cuevas, psiquiatra de la Universidad Católica, explica que cuando se sufre de un hecho fuerte, como un asalto, suben la adrenalina y el cortisol (hormona del estrés), y se activa un estado de hiperalerta.

"Aparece el instinto de supervivencia, donde la razón no tiene sentido", afirma.

-¿Por qué hay gente que se queda congelada al pasar por algo así?
-Es por el grado de contractura muscular, que es tan grande que no te puedes mover, es como (le ocurre) a los conejos en la oscuridad.

-¿Hay alguna manera de racionalizar en una situación límite?
-Depende mucho de la forma de ser. Hay personas que son de temperamento más observador, de medir las situaciones y eso no cambia por muy tensos que estén, pero hay otros que tienen una estructura más extrovertida, que pierden el sentido de la realidad y actúan.

-¿Hay alguna consecuencia para después?
-Cuando hay un evento así se gatilla el trastorno por estrés agudo, que dura un mes: estás con hiperreactividad y cualquier situación te hace hiperreacionar. Si dura más de un mes, es un trastorno de estrés postraumático, pero eso cuando es crónico.

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