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Deborah Bailey
La televisión del departamento donde vive Deborah Bailey está pegada todo el día en un canal de bajísimo rating: el del Senado. Y aunque parezca una excentricidad, en realidad es lógico porque la mujer que se hizo famosa en la década de los 90 como una de las primeras periodistas deportivas de la tele, hoy trabaja como asesora de temas legislativos a través de su empresa de comunicaciones Bailey y asociados, que le pertenece a ella y a su hermana Susan.

"Mi hija Matilde me dice qué vida tengo viendo el canal del Senado, pero le digo que es por pega, no porque sea el más entretenido", cuenta Deborah.

"Hace un año que decidí trabajar en la casa así es que armé todo mi cuento acá. Mi casa es mi oficina. Por eso debo ser de las pocas personas que no ha sentido el confinamiento por la pandemia. Yo ya estaba confinada de antes, jajajá", bromea.

-¿Cómo derivó en el área política si usted estaba en el mundo del deporte? ¿Era lo que en realidad siempre le gustó?
-Es algo que viene de mucho tiempo y se me fue dando. El deporte me gustaba, pero cuando me fui de la tele surgió la oportunidad de trabajar en el comando presidencial de Ricardo Lagos y cuando él fue elegido, partí a La Moneda. Después, asesoré a políticos como Felipe Harboe y Francisco Vidal así es que me fui quedando en política. Además, a mí me marcó mucho José Carrasco, el periodista que fue asesinado.

-¿Lo conoció?
-Sí. El era pareja de una tía mía, lo vi varias veces. Y el mayor recuerdo que tengo es una vez que estaba en su casa y vi su agenda y ahí estaba el teléfono de Gabriel García Márquez. Ahí dije: "Pucha, esto quiero ser". Y desde ahí que quise ser periodista. Y como Pepe era periodista político, siempre ligué las cosas.

-Y ahora que está tan metida en el tema político, ¿le dan ganas de ser elegida para algún cargo?
-No, para nada. No me siento capaz de ir a pedir votos a la gente prometiéndoles cosas y después no cumplirlas. Me sentiría pésimo. Sí soy de participar activamente en causas ligadas al feminismo y con mi hija Matilde, que tiene 17 años, estamos súper comprometidas en estas causas y en otras que nos parecen importantes, como la de los niños. De hecho, con ella decidimos convertirnos en una familia de acogida.

-¿Cómo llegaron a esa determinación? No es fácil...
-En realidad, es algo que siempre tuve en mente. Incluso cuando estuve casada y ya tenía a la Matilde, tenía la idea de adoptar. Hicimos hasta averiguaciones por niños haitianos. Después me separé y dejé esa opción de lado. Pero renació con esta posibilidad ahora que Matilde es más grande y que me quiere acompañar en esto. Me acuerdo que esto se aceleró mucho cuando vi una entrevista a Mey Santamaría donde contaba que ella era una mamá de acogida y que eso la hacía muy feliz. Eso nos hizo clic y decidimos hacerlo.

-¿Ya saben cuándo podrían tener un niño o una niña?
-Hace seis meses que estamos habilitadas para ser guardadoras. Así es que puede ser en cualquier momento. De hecho, ya tenemos la pieza lista para él o ella. Me imagino con este ser chiquitito en brazos. Me encanta el olor a guagua, la espero con mucho deseo y cariño.

-¿Se vive mucha ansiedad?
-Uuufff... claro. Cualquier llamado puede ser el de aviso. Pero tenemos que estar tranquilas porque ya llegará.

-¿No temen que el apego que logren hará muy difícil separarse cuando les digan que ese niño o niña debe volver con sus progenitores o irse a otra familia que Io adoptó?
-Por supuesto que hemos hablado de eso, pero pensamos que la felicidad de cuidar a ese niño o niña no se compara con nada, ni siquiera con el dolor de tener que entregarlo.

-¿Y no piensa que ustedes pueden tener la opción de adoptar?
-No, tenemos cero opción de eso y lo sabemos. De hecho, cuando postulamos a convertirnos en familia guardadora, lo primero que nos dijeron es que si teníamos la intención de adoptar ese no era el lugar. Tenemos claro que tendremos a esta personita por un tiempo limitado. Pero será un tiempo feliz.

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