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los pingüinos no  son originarios de la Antártica
Si existiera un olimpo de los animales más amados, junto a los pandas y delfines, muy probablemente estarían los pingüinos, las aves más características del continente antártico. Sin embargo esta familia de aves marinas no voladoras llamada Spheniscidae no nació en el Polo Sur, como se creía, sino en las cálidas costas de Australia y Nueva Zelandia.

Aún no se sabe mucho del pingüino ancestral. Sólo que vivió hace unos 22 millones de años, durante el Miocéno, y que fue evolucionando en las 18 especies actuales a medida que sus dominios se extendían cada vez más al sur, hasta llegar a la Antártica. Ahí se instaló y dio vida al orden de los Aptenodytes, al que pertenecen los pingüinos rey y emperadon Las especies más grandes de toda la familia.

Así lo explica Juliana Vianna, académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la PUC, quien lideró el estudio "Análisis del genoma revela los impulsores de la diversificación de los pingüinos", publicado en la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), de Estados Unidos, y que es fruto de las expediciones científicas organizadas por el Instituto Antártico Chileno (Inach).

Según la doctora en Ecología, la identificación de 104 genes bajo selección natural, sumado a los cambios en el nicho ecológico, estimularon adaptaciones relacionadas con la termorregulación, el metabolismo del oxígeno y la capacidad de buceo. Al cruzar la información, se descubrió mapa de la larga hégira pingüino. "El primer género a separarse fue el Aptenodytes. Después se diversificaron los Pygoscelis, que son los que actualmente viven en la península Antártica. Luego apareció el género Spheniscus, que colonizó América del Sur y África, y que está integrado por el pingüino de Galápagos, de Humboldt, africano y magallánico, y que se separaron del pingüino pequeño (Little Penguin). Después apareció el género Megadyptes con el pingüino de ojo amarillo, y separándose de ella viene el género Eudyptes, con sus siete especies ataviadas con penachos o crestas".

Gracias a esta trazabilidad se cumplió otro de los objetivos del estudio, determinar qué tan relacionados están los géneros Aptenodytes y Pygoscelis, al que corresponden los pingüinos adelia, barbijo y papúa.

Elie Poulin, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad de Chile, cuenta que "el año pasado se publicó un paper que aseguraba que ambos géneros estaban relacionados, pero nosotros comprobamos con un estudio más amplio que el resultado es negativo". Con ello se confirmó que los Aptenodytes son la descendencia más directa del primer pingüino, y muy distintos a todos los demás.

La investigación demostró cómo la diversificación de los linajes de los pingüinos fue impulsada, en gran parte, por condiciones climáticas cambiantes, como el constante descenso de la temperatura en el océano Austral y la intensificación de la corriente circumpolar antártica. "Observamos que hubo un descenso muy importante de las temperaturas en mitad del Mioceno y ahí se separan varias zonas de los pingüinos. Una gran diversificación fue más actual, estimamos en el Pleistoceno", finalizó el profesor Poulin.

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