-->

Escribe y presiona enter

On
Carolina Zúñiga, desde España
"Si esto nos ha enseñado algo es a disfrutar cada día". La voz viaja 11 mil kilómetros hacia el suroeste y corresponde a la chilena Carolina Zúñiga (43), desde hace 15 años afincada en España. Ahí fundó familia con el economista hispano Javier Rubio, tuvo a sus dos hijos (Javier y Felipe), levantó un hogar en las afueras de Madrid y fue testigo del infierno: vio al país europeo enfrentar la emergencia por coronavirus, enfermedad que llegó a matar en ese territorio a 950 personas en un solo día, y que a la fecha (según el diario "El Mundo") registra 28.617 decesos totales.

Recordada por ser candidata a Miss Chile y rostro televisivo hace casi 20 años tanto de Mega como de Zona Latina, Zúñiga pasó las cuarentenas impuestas reuniendo, junto a personas coordinadas vía WhatsApp, insumos del tipo guantes, mascarillas, alcohol gel y cloro. Su objetivo era entregar todo lo recolectado a personal médico, policial y de bomberos.

"Fueron meses muy intensos, de estar encerrados con los niños, haciendo todo desde casa... Estamos viviendo ahora con mucha responsabilidad, precaución. Pasamos las fases 0, 1, 2 y luego la 3, que eran etapas que de a poco liberaban el confinamiento. Después pasamos a la llamada nueva normalidad, en julio y agosto, y bueno, gracias a que la situación está mejor que antes, pudimos salir", relata.

Ella se refiere al primer viaje que la familia realizó, que condujo a la hoy fotógrafa hasta el Mar Mediterráneo, frente a las playas de la isla de Mallorca. El lugar no fue antojadizo: desde que vive en España viaja cada verano hacia allá.

"Es como nuestro retiro familiar para estar en el mar, la naturaleza. Cuando estábamos encerrados pensábamos que no íbamos a poder venir, porque es una isla y los vuelos eran difíciles. Y gracias a Dios se pudo. Hemos estado disfrutando esto cada día con mucha ilusión, valorando todo mucho más que antes. Para mí este verano ha sido diferente, porque a pesar de que hemos hecho el mismo plan, me ha marcado el hecho de estar confinada", cuenta.

-¿Cómo la ha marcado?
-Esto nos ha removido. Ahora se valora cada cosa que se hace. Se valora más la vida. Poder nadar, andar en bicicleta, pasear, tomar un café, resulta ahora maravilloso. Ver a los amigos es increíble... me siento muy afortunada, no toda la gente lo ha podido hacer, porque la economía ha sido muy afectada. Es una suerte, me siento afortunada de estar en la playa, frente al mar y compartir con mis hijos y mi marido. Estar vivos.

A pesar de que las restricciones se han ido mitigando, la fotógrafa sostiene que evita idas a restaurantes, salidas a lugares con alto tránsito de personas, se reconoce amiga inseparable del alcohol gel y del lavado de manos.

"El único momento en que estoy sin mascarilla es porque estoy en el mar. Este verano he hecho windsurf, estoy muy contenta con eso. Antes acá en Mallorca no era obligatorio el uso de mascarilla en la calle, ahora sí. Si no, la policía te para. Evitamos ir a sitios de grandes aglomeraciones y los saludos son con el codo, con la mirada. Habrá que acostumbrarse quizás a ser menos cariñosos, al menos hasta que aparezca una vacuna probada", asegura.

-¿Se aprenderá algo de verdad con todo esto?
-Creo que como hemos vivido el encierro, el confinamiento, y hemos visto las muertes, vamos a ser más precavidos todos.

-¿Qué le gustaría hacer cuando no haya coronavirus?
-Sólo me falta ver a mis papás, a mis hermanas, a mi familia que tanto quiero en Chile. No sé cuándo voy a poder ir, no sé cuándo ellos puedan venir... ya llegará el día.

Click para comentar