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Mauricio Pinilla se llevó un colega a  vivir con su familia
Tres perros, dos gatos, dos niñas, un niño, un sobrino, la nana y un matrimonio. Doce seres vivos habitan normalmente la casa en la que viven Mauricio Pinilla y Gisella Gallardo en Coquimbo. Una cifra que asegura movimiento intenso y permanente: clases del colegio por videollamada, entrenamientos por Zoom y almuerzos colectivos.

"Cuando comenzó la pandemia estábamos en Santiago con mis papás y mis suegros y también éramos mucha gente, y ahora también nos acompañamos. La idea es contenerse y apoyarse en este momento", cuenta Gissella.

Hoy la dinámica sigue siendo la misma, pero hace un par de semanas se integró un nuevo inquilino a la residencia Pinilla-Gallardo para sumar un choclón de trece almas en la casa. Se trata del futbolista Felipe Villagrán, volante de 23 años, quien a los 21 se fue a Portugal a jugar al Sporting de Braga y ahora volvió a Coquimbo Unido para relanzar su carrera. En el puerto hizo buenísimas migas con Pinigol, quien al percatarse de que su compañero estaba solo en la ciudad, le extendió la invitación para compartir techo y abrigo junto a su familión.

"De alguna forma lo adoptamos. A nosotros nos pasó que muchas veces llegábamos a una ciudad y estábamos súper solos, y siempre había alguien que nos recibía y nos acompañaba. En la familia estamos acostumbrados y por eso lo hicimos. El pobre no sabía ni cocinar, así que todo bien", cuenta Pinilla.

A Felipe, que se formó en Universidad de Chile, la invitación le llegó de improviso. "La verdad es que no alcancé a traer casi nada porque me vine un día después del entrenamiento y el Pini me invitó a quedarme. Así que desde ahí estoy aquí, sólo tengo un par de cosas para entrenar, el resto de ropa me la presta él", señala el futbolista.

"Colaboro con cosas de orden, pongo la mesa o ayudo a los niños con sus tareas. Son una familia increíble, me han recibido muy bien y estoy muy agradecido El resto del tiempo estamos casi todos juntos, buscando la forma de entretenernos aunque siempre terminamos jugando Play", añade.

Pinilla confirma ese punto. "Cocino y estoy adicto al Play, me he convertido en un viejo rata. Por ahora transformamos el living en un centro de juegos. Gisella lo desarma día por medio, pero de nuevo lo volvemos a instalan Ha sido muy grato".

En todo caso, y pese a la sorpresa de algunas amigas, la aludida Gisella está feliz con la convivencia.

"También sumamos a un sobrino, que estudia en la universidad y estamos todos organizados. La casa la arrendamos vacía y hemos tenido que traer muebles que teníamos guardados en una bodega, entonces Felipe nos ha ayudado mucho a montar los muebles, a colgar los espejos. Es un buen chico y no le gusta ser atendido, al contrario", agrega.

A la espera que Coquimbo Unido regrese a los entrenamientos oficiales que se postergaron luego de que un futbolista y un funcionario del club dieran positivo con covid-19, Felipe disfruta su estancia. "Yo soy de Santiago y les he tomado mucho cariño. Pasar la cuarenta aquí ha sido lo mejor que me pudo pasar", sentencia.

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