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Paola Volpato La semana pasada mi hermano se contagió
Llegado el momento de buscar en su casa un lugar donde pudiera aislarse y grabar las escenas de su personaje en "Historias de cuarentena", Paola Volpato encontró la solución en el lavadero. En esa "piecita", como dice, de la zona posterior de la vivienda -que acomodó sacando la tabla de planchar y añadiendo cosas que armaran el ambiente-, la actriz se encierra, después de maquillarse, y registra los capítulos donde aparece Lorena, uno de los pacientes que asisten a teleterapia con Pablo (el sicólogo que encarna Francisco Melo). Con el computador sobre la lavadora, Paola Volpato se convierte en la enfermera que, además de ser testigo de los estragos de la pandemia, pasa por la experiencia de contraer el Covid-19.

La actriz se sumerge en la ficción de la serie que transmite Mega una vez por semana, durante tres horas. El resto del tiempo, la rutina que ha desarrollado en confinamiento incluye la visita que hace cada siete días a sus padres, ambos mayores de 80.

"Soy su único nexo con el mundo exterior, porque mis hermanos trabajan en hospitales. Me doy una media horita, conversamos en el pasillo y les entrego cosas. Es mi único momento de no cuarentena. Soy muy consciente de que tengo que estar bien para poder seguir yendo, así que me cuido muchísimo. Tengo una casa con jardín, hijos grandes que estudian por su cuenta, así que no me puedo quejar. Estamos todos bien.

-La salud de tus hermanos debe ser una preocupación constante.
-Uno es médico y la otra es sicóloga. Yo me informo por ellos y está duro, muy heavy, sobre todo en los hospitales públicos. Están en la papa misma, así que se cuela esa angustia, esa sensación de catástrofe, la realidad de que mucha gente no puede dejar de salir de sus casas, porque está sin trabajo y sin comida. Se genera una atmósfera rara, como si estuvieras prisionero, que lo entiendes, pero no estás viendo al enemigo. La semana pasada mi hermano se contagió. ¡Chuta!

-¿Y cómo está?
-Está bien, obviamente en cuarentena. Tienen un problema de olfato tremendo él y su mujer. Al parecer, eso es muy bueno, porque quiere decir que el virus se concentra en el sistema olfativo y no entra a los pulmones. Ha sido tremendo: "Tengo un sentido menos", me dice mi hermano. Preparan la comida y no tienen idea del sabor, no saben si la leche está mala o buena y podrían comerse una manzana o una cebolla sin notar la diferencia. Ojalá incorporemos ese tema en algún capítulo.

-Eres de los pocos actores que, por esta serie, tienen trabajo hoy.
-He leído críticas que dicen que la serie ha sido un poco oportunista, que es como aprovecharse del drama de la gente, pero yo siento que hay personas que necesitan saber a través de la ficción. Los textos son muy cercanos y contingentes. Nosotros, que somos actores bien queridos, podemos mostrar algo de lo que está pasando.

-¿Cuánto has recurrido a tus hermanos para construir a tu enfermera?
-Tengo ese tema en el cuerpo, porque mi papá es médico y mi mamá enfermera, de la salud pública, además. Mi hermano, mi hermana y una sobrina que también es médico han sido un aporte para que el contenido sea más verosímil, como el otro día, que tenía que buscar una razón para un ataque de pánico del personaje y les pregunté. Si podemos, de ese modo, ser más realistas y hablar de cosas que existen, genial.

-¿Ha sido una fortuna, de alguna manera, que te asignaran un personaje que encarna tantas caras de la crisis?
-Estoy muy agradecida, de partida, por estar trabajando. Grabar me hace la semana, aunque es complejo y extraño. Uno se tiene que armar sola, y es muy rápido y a través de la pantalla. Es muy raro. Pero el personaje es muy lindo, porque es muy simple: representa a esas personas a las que aplaudimos en los balcones, que están entregándolo todo, exponiéndose y exponiendo a su gente.

-¿Imaginaste alguna vez un trabajo en estas condiciones?
-Jamás. Yo tengo esta casita, como te digo, pero otros tienen que grabar con la guagua, el perro, el timbre. Uno no está acostumbrado a gestionarse, además, porque en condiciones normales cada uno tiene su rol. Aquí, si la cámara del computador está sucia, le pasas el dedo y queda peor. Es un trabajo de frontera, de pionero. Al equipo lo conozco hace tiempo y hay confianza. Si no, me habría costado mucho, porque soy muy torpe con la cosa computacional. Me habría maneado aún más con un equipo que se riera de mí. Igual se ríen, pero lo pasamos bien. Esto te mantiene activa, con la sensación de que estás aportando.

-¿Crees en la terapia a distancia?
-El otro día hablaba con mi siquiatra al respecto. La gente que hace sicoanálisis trata de que sea lo más parecido posible al diván. El paciente se pone de espaldas a la cámara, ojalá con una luz tenue. Yo iba a mi terapia hasta hace tres semanas y ahora la hago a la distancia. Es muy divertido, mi siquiatra se ríe: "Bueno, yo no soy Pancho Melo". Hay un momento en el que uno se relaja y resulta.

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