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Cecilia Luengo
Cecilia Luengo es intensivista de la Unidad de Pacientes Críticos (UPC) del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Allí, antes de la pandemia, tenían 55 camas (16 UCI y 39 Intermedio). "Ahora estamos trabajando con 97 camas UPC (36 y 61), con ayuda de internistas, cardiólogos, anestesistas, nefrólogos y broncopulmonares", explica.

La doctora, miembro del Directorio Ejecutivo de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, explica que en la Región Metropolitana la ocupación de camas alcanza al 97%, pero que ese 3% de camas desocupadas "es algo más bien virtual; son camas que rápidamente van a ser ocupadas por pacientes que ya sabemos que están en urgencia".

-Doctora, ¿cómo están los enfermos al llegar a la UPC?
-En general, tienen insuficiencia respiratoria. Falta de oxígeno y dificultad para respirar. Por lo tanto, necesitan oxigenación. Eso puede ser a través de una naricera o una máscara con oxígeno, pero a veces no sólo requieren oxígeno, sino que aliviar el esfuerzo que hacen para respirar. Nosotros respiramos espontáneamente. No hacemos ningún esfuerzo y no tomamos mucho en cuenta que usamos una caja torácica para respirar. Cuando ésta se enferma aumenta la dificultad para respirar y eso hace que usemos músculos que habitualmente no usamos. Entonces los pacientes necesitan que los ayudemos a descansar del esfuerzo que están haciendo para respirar y ahí es cuando entran los ventiladores mecánicos y otros instrumentos a los que podemos optar antes, como las cánulas de alto flujo.

La doctora Luengo explica que los pacientes críticos habituales, con neumonías por otros virus, "en general no requieren más allá de una semana de hospitalización en una unidad de intensivo, pero el Covid es una enfermedad de lenta recuperación. Se quedan en la insuficiencia respiratoria mucho tiempo. Ningún paciente desocupa su ventilador antes de dos semanas y pueden ser 3 o 4".

Respecto al personal médico, la doctora explica la situación actual: "Los más escasos en este momento son las enfermeras y técnicos paramédicos, porque son los que están más al lado de la cama del paciente, para realizar los procedimientos. La dotación que se requiere es mucha más que la que se puede requerir de doctores o kinesiólogos. Uno puede planear aumentar la infraestructura física, pedir más ventiladores, pero el problema es que hay profesionales que ya no tienes de dónde sacarlos".

-¿Los pacientes llegan con una postura respecto a lo que quieren hacer en cuanto a su tratamiento?
-No tanto como uno quisiera. Somos un país que no se atreve a hablar de la muerte. Son muy pocos los pacientes que discuten con sus familias qué es lo que van a hacer llegada una situación aguda. Sí me he encontrado con pacientes que tienen muy clara su película y que llegan a hospitalizarse y dicen "doctora, yo llego hasta el intermedio nomás y me quedo con esta mascarita nomás. Si salimos bien, pero no quiero que me intuben, no quiero que me lleven a la UCI". Y te explican muy bien sus razones. Ese tipo de decisiones las toman personas que se conocen bastante bien y que han pasado por varias hospitalizaciones dentro de una enfermedad crónica. Toman su decisión con argumentos bastante claros.

La doctora explica que en esta etapa hay que tratar de anticiparse y hablar con el paciente. "Uno tiene que saber hasta dónde vamos a llegar en algunos tratamientos, sobre todo cuando hay pacientes con enfermedades crónicas que ya tienen algunas disfunciones en algunos de sus órganos y, por lo tanto, cuentan con menos reservas para enfrentar una enfermedad aguda. Uno siempre trata de anticiparse y explorar, tanto con el paciente como con la familia, si tienen alguna directriz, en términos de tener alguna decisión tomada de qué es lo que a él le gustaría o no que le hicieran en una situación de gravedad. Siempre tratamos de explorar eso, con los pacientes o la familia. Eso tiene que ver con el respeto a la autonomía del paciente y no hacer más de lo que quería que le hicieran".

-¿Cómo enfrentan esta situación los pacientes?
-Algunas personas lo enfrentan con bastante entereza y tienen su decisión tomada. Otros están con mucho miedo.

-¿A qué le tienen miedo?
-A la muerte. A que el ventilador mecánico signifique agravarse y no volver a despertar.

-Y usted doctora, ¿cómo lo hace para despejarse? ¿Es posible en este momento de la crisis?
-Uhhh difícil. Porque todavía estamos en la etapa en que esta cosa sigue creciendo. Hay poco tiempo para dejar de pensar en esto, en este momento es prácticamente imposible desconectarse.

Después de unos minutos, la doctora agrega: "Aunque algo sí me desconecta. Tengo unas mellizas, de 8 años, Constanza y Florencia. Ellas me sacan del "Modo Covid".

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