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Tres especialistas coinciden nada que ver tener pasto en Santiago
"En tiempos de sequía, tener pasto es una inconsecuencia tremenda", asegura el director del Centro Tecnológico de Recursos Vegetales de la U. Mayor, Juan Velozo. Lo dice mientras pasea por el jardín de su casa en la comuna de Pudahuel, compuesto mayoritariamente por arbustos y árboles nativos.

Un tercio del espacio, de siete por cuatro metros, lo tiene con pasto.

"Contradice mis conocimientos, pero lo hago por la convivencia de mi familia. Es más fácil tratar los desechos de los perros en el pasto que en el suelo seco", explica.

El pasto es propio de lugares húmedos, no de un clima como el de Santiago, precisa. Al escenario hay que sumar el déficit de lluvias en la Región Metropolitana, que en 2019 alcanzó el 90% respecto del promedio de los últimos 22 años, según datos de la empresa Aguas Andinas.

"Un metro cuadrado de pasto requiere un mínimo de dos litros de agua al día. Regarlo todos los días durante un mes serían 60 litros. Desde ahí parte el cálculo", agrega Velozo.

Además, hay que preparar la tierra.
"Antes de poner las alfombras o semillas se debe cubrir la superficie con diez centímetros de tierra vegetal. Un saco de esta tierra cuesta $2.000 aproximadamente y para un metro cuadrado se necesitan dos", aclara.

"Mantenerlo también es un desafío. Hay que cortarlo cada 15 días en verano o se madura y muere. En invierno puede ser una vez al mes. La orina de las mascotas, el riego excesivo y el no riego también lo daña. En diez años yo he tenido que cambiarlo tres veces", explica el especialista en vegetación.

Para José Luis Campos, doctor en Ingeniería Química, especialista en reutilización de agua y académico de la U. Adolfo Ibáñez, tener un jardín con pasto es una construcción cultural que deberíamos cambiar.

"En Santiago la gente pone pasto porque siempre ha existido esa concepción de jardín, pero el mundo está cambiando y las condiciones climatológicas nos obligan a adaptarnos", indica.

La ecóloga paisajista Jadille Mussa, académica de la de la U. Central, está de acuerdo con lo que plantea Velozo y agrega que el pasto sólo debería ser utilizado con fines de recreación social, como en parques o centros de actividad deportiva.

"No es para que se vea bonito detrás de una reja", declara tajante.

Velozo recomienda plantar árboles y arbustos, ya que estos gastan entre tres y cuatro veces menos agua que el pasto. Además, son mejores purificadores de aire ya que retienen una mayor cantidad de dióxido de carbono en sus troncos, al contrario del pasto, que libera una parte cuando se poda.

"Los árboles nativos son más eficientes que los introducidos. En jardines se recomienda plantar quillay, arrayán, peumo, belloto, maitén y espinos. El ciruelo también es un frutal recomendable para hogares", comenta.

Para Campos, quien decidió reemplazar hace unos meses el césped de su hogar por pasto sintético para ser consecuente con sus conocimientos de sustentabilidad, se trata de echar a volar la imaginación.

"Chile cuenta con una amplia variedad de vegetación que ha sabido adaptarse al clima seco", agrega.

Mussa también recomienda el pasto sintético a quienes desean mantener el concepto clásico.

"Se puede plantar hierbas o arbustos y cubrir el suelo con alfombras de pasto sintético. También hay que perderle el miedo a la vegetación amarilla o de aspecto seco", afirma.

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