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Economista alemana da sus recetas para un Chile más justo y transparente
El 18 de octubre, día que empezó la movilización social en Chile, la economista alemana Jeannette von Wolfersdorff estaba en Portugal asistiendo a un seminario sobre la crisis de las democracias. Al otro día, el 19 de octubre, llegó a Santiago y se encontró con lo que ella define como "un estallido". Esta alemana que vive hace 16 años en Chile cuenta que toda la primera semana participó en las manifestaciones junto a una sobrina. "No lo hice porque yo sufriera injusticias sociales, lo hice porque me siento muy partícipe de lo que ocurre en Chile y atenta a la desigualdad porque creo que esta no es una sociedad sostenible si mantiene estos niveles de desigualdad. Si no lo resolvemos, va a ser difícil que seamos realmente una sociedad", afirma.

Jeannette von Wolfersdorff está casada con el empresario chileno Christoph Schiess, que tiene participación en negocios del sector naviero, financiero y turístico, entre otros, y a quien conoció el 2002 mientras hacía una práctica profesional por dos meses en un banco de inversiones francés alemán en Chile. Con un cuidado español lleno de chilenismos, Jeannette von Wolfersdorff, explica aquí por qué terminó siendo una de las personas más entrevistadas y consultadas después del 18 de octubre. Sin ir más lejos, el lunes recién pasado estuvo con el Presidente Sebastián Piñera en calidad de directora ejecutiva de la Fundación Observatorio del Gasto Fiscal, que, junto al centro de estudios Espacio Público y Chile Transparente, presentaron un paquete de medidas para combatir la impunidad y los abusos tanto en el sector público como privado. Von Wolfersdorff considera que la agenda anti abuso que presentó Piñera "es un gran avance, pero hay que complementarlas, por eso presentamos ocho medidas que consideramos importante abordar".

Von Wolfersdorff fundó hace cuatro años el Observatorio del Gasto Fiscal que hoy dirige y fue hasta el 14 de noviembre pasado, la primera mujer en ocupar un puesto en el directorio de la Bolsa de Comercio de Santiago. Tiene una larga trayectoria en el sector privado que siempre ha acompañado con su obsesión por lograr más transparencia y disminuir la inequidad en Chile.

-¿Qué sentimientos le generaron asistir a las movilizaciones?
-De mucha esperanza. Todavía tengo mucha esperanza y estoy optimista de que vamos a lograr diseñar un modelo más justo.

-¿Tan optimista?
-Lo que lamento es que no veo un director de orquesta en el Ejecutivo, en el Congreso o dentro del empresariado que lidere una agenda país con tantas demandas y propuestas. Eso causa miedo a que no logremos aterrizar este proceso, pero sigo teniendo la esperanza de que podemos lograr un gran compromiso nacional.

-¿Cree que esa esperanza es generalizada?
-La encuesta que salió el jueves de Cadem y "El Pulso" muestra que más del 70% de los chilenos piensa que después de estas movilizaciones vamos a tener un mejor país. Esto contrasta con lo que dicen los gerentes y dueños de empresas, porque la mitad de ellos piensa que vamos a tener un peor país.

Segregación en Chile

-¿Usted habla como si fuera una chilena más?
-Por supuesto, es mi país. Mi trabajo últimamente se ha concentrado en corrupción y transparencia a través del Observatorio de Gasto Fiscal. Estoy asombrada, indignada, frente a la resistencia que ha habido al cambio en el poder político frente estos temas.

-¿Qué tipo de medida considera importante hacer en transparencia?
-Propusimos al Presidente que las empresas hicieran público quiénes son los dueños, especialmente cuando venden al Estado o reciben subsidios o son dueños de terrenos. Para el futuro, queremos saber quiénes son los beneficiarios finales de las empresas, tal como es en Europa. Pero los abusos no son solo del sector privado, también los hay en el sector público.

-¿Qué tipo de abusos vemos en el sector público?
-Un ejemplo es la captura política del empleo público, o la captura que hacen los políticos del gasto público. Tenemos que investigar los abusos en el sector privado, pero no olvidemos los abusos que hay en el Estado.

-¿Qué habría que hacer para evitar esos abusos desde el Estado?
-Es muy importantes que autoridades como el Presidente, el contralor, el presidente del Senado, el Poder Judicial, un policía o un director de servicio esté consciente de que está controlado. Si no existe este control es más fácil que el poder corrompa y se naturalicen acciones alejadas de la probidad y el bien común.

-¿La clave es la fiscalización?
-El control es clave, pero también es importante garantizar que el poder no esté en pocas manos. Es muy poco democrático que el poder termine en pocas manos. Eso vale también para el sector privado.

-¿Cree que los chilenos tienen esa sensación?
-Absolutamente. El año pasado el Latinobarómetro arrojó que el 75% de los chilenos cree que el país está gobernado solo a favor de un pequeño grupo o elite. Este año ese indicador aumentó a un 90%. Hay un reproche de que existe un grupo pequeño que compró la democracia. Todo esto amerita que hagamos una revisión en calma, pero hagámosla.

-¿Qué hacemos?
-Armar un gran paquete de medidas que ataque la desigualdad y desarrolle un modelo económico que no reproduzca esta desigualdad.

-¿Existe algún ejemplo a nivel internacional de organización destinada a diseñar un plan de cambios para un país?
-En el Reino Unido, después de la crisis del Brexit, se formó una comisión transversal de mucho peso con los más importantes actores del país denominada Commission for Economic Justice (Comisión para la Justicia Social), ese es un buen ejemplo. Ellos trabajaron la manera de hacer que el capital se reparta entre más gente.

-¿Qué concluyeron?
-La conclusión fue que la economía no funciona cuando no entrega beneficios a la mayoría de la comunidad y que, para salvar a la economía, tiene que ser más equitativa. Esto no se trata de cambiarnos a un modelo de izquierda, se trata de salvar el modelo haciéndolo más justo.

-¿Qué propuestas han surgido para lograr este objetivo?
-Hay distintas opciones, una de ellas es crear un Citizens' Wealth Fund (Fondo de riqueza de los ciudadanos) donde empresas pueden entregar un porcentaje de su capital para crear un gran fondo que produzca ganancias que se destinen a la reducción de la desigualdad, lo que es especialmente importante cuando se va ir automatizando el empleo en Chile. Es parecido al giving pledge en EE.UU., pero la entrega de capital sería a un fondo público.

-¿Cómo convence al Estado y los empresarios a realizar este tipo de cambios?
-Espero que las manifestaciones ayuden a repensar todo esto. De hecho, las últimas encuestas siguen arrojando que hay apoyo a las manifestaciones. Una encuesta interesante de Espacio Público e Ipsos muestra que la mayoría de las personas menores de 50 años apoyan las manifestaciones, hasta que haya cambios estructurales.

-Usted ha sido entrevistada en varios medios a raíz del movimiento social y siempre repite que uno de los problemas es que se ha "naturalizado la desigualdad, la inequidad". ¿Cómo explicaría esta frase?
-Hay barrios que tienen rosas en los parques, mientras otros sectores no tienen áreas verdes. Ya no nos cuestionamos cuando vamos a una clínica privada y paralelamente sabemos por las noticias de largas listas de espera en el sistema hospitalario público o conocemos que miles de personas mueren todos los años esperando atención. Uno lee eso casi como si eso pasara en otro país.

-¿Cómo llegamos a esta naturalización de la desigualdad?
-Porque nos acostumbramos a vivir en un ambiente notoriamente segregado. Hay una parte de la sociedad que puede vivir mejor que en los mejores barrios de Alemania, mientras la mayoría de las personas vive en condiciones muy diferentes, con otro sistema de salud, transporte, vivienda, educación. Nos acostumbramos a tener abismales diferencias económicas entre una pequeña élite y el resto de los chilenos.

Alemania

-¿Por qué se metió a intentar resolver este gigante problema de la desigualdad y la transparencia en Chile?
-La injusticia siempre me ha preocupado. No me interesa denunciarlas, sino más bien suavizarlas, ser parte de las personas que tratan de eliminarlas, lo más positivo y pacíficamente posible. Por eso trabajo para la transparencia fiscal, porque me parece que la asignación transparente del gasto público es clave para una sociedad más justa.

-¿Cuál es la gran diferencia entre Alemania y Chile?
-Que en Alemania se piensa a largo plazo y eso hace muy distinto la manera en que diseñas un negocio o una política pública.

-Y en el diario vivir. ¿Qué diferencia hay?
-Que existe un mínimo de cosas en común entre la gente. Mi pregunta es solo cómo lograr establecer ese mínimo que podríamos tener en común.

-¿Qué podríamos a empezar a tener en común?
-Dado que la salud es uno de los principales reclamos, pienso que no solo hay que dar más fondos a este sistema público. De lo contrario solo lograremos mejorar la eficiencia y calidad de este sistema cuando la gente con poder empiece a usar este servicio.

-¿Qué haría en salud?
-Que todos tengamos el mismo sistema de salud pública con la posibilidad de que quienes tengan recursos puedan acceder a mejores posibilidades, como una pieza más grande. Lo importante es que todos tengamos el mismo doctor, el mismo hospital.

-Algunos proponen replicar lo que hizo Alemania cuando anexó a Alemania del Este que era mucho más pobre y el Estado aumentó los impuestos y endeudamiento para lograr la integración. ¿Le parece factible hacer algo parecido en Chile para integrar a sectores segregados?
-Creo que en Chile existe espacio para aumentar la carga tributaria. En Alemania esto fue un proceso muy necesario para la unificación, pero no ha sido un proceso fácil porque algunos sintieron que pagan mientras otros son vistos como receptores y poco productivos. Eso ha disminuido, aunque la riqueza sigue concentrada en el lado occidental.

"Nos acostumbramos a tener abismales diferencias económicas entre una pequeña élite y el resto de los chilenos"

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