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Científicos descubren que los moáis ayudaron al crecimiento de plátanos, papas dulces y taro en Rapa Nui
"Easter Island Statue Project"(Proyecto de las Estatuas de la Isla de Pascua) se llama la iniciativa liderada por Jo Anne Van Tilburg, docente de la University of California, Los Angeles, Estados Unidos, que lleva cinco años operando en la cantera del cráter volcánico de Rano Raraku, en Isla de Pascua. Este lunes la científica publicó su primer artículo en el Journal of Archaeological sobre la relación de los moáis y la nutrición del suelo de Rapa Nui.

En el texto "New excavations in Easter Island's statue quarry: soil fertility, site formation and chronology" participaron investigadores de The University of the South (Sewanne, EE.UU.), Norwich University (EE.UU.), University of California, University of Auckland (Nueva Zelanda) y el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Playa Ancha.

Paraíso de frutos

"La profesora Sarah Sherwood fue la encargada de aportar los datos duros de esta publicación. Descubrió que dentro de los sedimentos que estaban alrededor de los moáis analizados en Rano Raraku había presencia de calcio y fósforo lo que ayudó a la nutrición del suelo de esa zona y transformó el lugar en un verdadero paraíso donde existían plantas y frutos como plátanos, taro y batata o papa dulce", explica José Miguel Ramírez, arqueólogo de la Universidad de Chile, coinvestigador del proyecto y docente en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Playa Ancha.

"En todas partes de la isla, el suelo se estaba desgastando rápidamente, erosionándose, siendo absorbido por elementos que alimentan a las plantas, pero en la cantera, con su constante flujo de pequeños fragmentos de roca generado por el proceso de extracción de piedra volcánica, hay un perfecto sistema de retroalimentación de agua, fertilizantes naturales y nutrientes", complementa la profesora Sarah Sherwood del Department of Earth and Environmental Systems de The University of the South.

Cerros de polvo

"La toba volcánica, el tipo de roca con la que se construyeron los moáis, tiene diversos minerales que al ser tallada quedaba expuesta en la superficie de la isla. Hablamos de cerros de polvillo de toba. Eso mejoró las condiciones de un suelo que no tenía mayor vegetación. Muchas de las plantas introducidas por los polinesios pudieron germinar por estos nutrientes que salieron de la piedra volcánica", agrega Ramírez.

Otro de los descubrimientos que pudieron obtener con la excavación de estos moáis construidos entre 1510 y 1645, está la forma en que operaba la sociedad para su construcción. "Hemos observado que quienes construían estos moáis eran familias completas mantenidas por largos periodos por otras familias. Se les pagaba con comida. Encontramos restos de diferentes tipos de tiburones, peces y hasta gallinas que dan cuenta de que las jornadas eran extensas y el trabajo era caro", sostiene Ramírez.

Nutrientes vitales

"El calcio y el fósforo encontrados en el suelo de la cantera son elementos esenciales para las plantas, ya que los necesitan para completar sus ciclo de vida y las funciones que cumplen éstos en la planta no pueden ser reemplazadas por otros elementos. Además el calcio y el fósforo se clasifican como macroelementos (se requieren en grandes cantidades) y son absorbidos desde el suelo por las raíces de las plantas", argumenta Osvaldo Salazar, académico del Departamento de Ingeniería y Suelos de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.

Sobre por qué los suelos del resto de la isla no contienen los mismos nutrientes que en Rano Raraku, Salazar expone que "bajo condiciones naturales, en zonas tropicales y subtropicales, las lluvias intensas generan un lavado de los nutrientes del suelo, o sea pérdida de elementos esenciales, generando además condiciones de pH más ácido que dificultan el desarrollo de las plantas. Solo el aporte continuo de nuevos materiales, como por ejemplo materiales volcánicos, permite mejorar temporalmente la fertilidad de estos suelos".

"No es lo mismo tener estos minerales en el fondo de la tierra que en la superficie. Cuando suben, producto de la actividad humana, se genera una nutrición de la tierra lo que favorece el crecimiento de plantas porque los silicios como el calcio, magnesio y potasio son vitales para que las plantas puedan sobrevivir", concluye Mauricio Molina, ingeniero agrónomo, especialista en suelos y profesor de la Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor.

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