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César Cortés cuenta su nueva vida familiar en la idílica isla española de Ibiza

En el momento de esta entrevista, César Cortés (39) no está en la playa. Está por jugar un partido de paddle y después estará un rato en el gimnasio. Son las cuatro de la tarde en Ibiza, la isla española que está en el mar Mediterráneo, que es donde hoy vive el ex futbolista. Sólo le queda como tarea después de eso ir a buscar a su hija mayor, Lucía, de 7 años, a las clases de natación artística para reunirse luego con su esposa, Emilia Pacheco. Luego todos juntos van a regalonear a Sofía, la guagua de nueve meses, antes de darle la última papa del día, cambiarle los pañales y hacerla dormir.

Es la vida de Chéster Cortés, el ex volante que cuenta por qué está hoy en la principal de las Islas Baleares.

"Mi esposa es española, la conocí cuando jugué acá en Albacete, y nuestro proyecto de vida era que cuando yo dejara de jugar nos viniéramos acá, donde vive su familia. No fue una decisión de un día para otro", dice.

Pero sí lo fue su retiro del fútbol. Usted estaba jugando en Magallanes a principios de año y de repente dijo que no seguía.
"La verdad es que mi decisión era retirarme en diciembre pasado, después del ascenso y de la Copa Chile. Mi señora ya estaba embarazada y la idea era venirnos en esa fecha. Pero extendí mi carrera por la final de la Supercopa y por la Copa Libertadores. Paré porque quería estar no sólo en el nacimiento de mi hija, sino que en la crianza de ella. En el fondo, deseaba cumplir mi rol de papá con Sofía, algo que no pude hacer con Lucía cuando ella era guagüita".

¿Le pesaba eso?

"Era algo que me daba vueltas. Por el fútbol, que es una actividad que amo, tuve que renunciar a muchas cosas, entre ellas hacer la vida de papá. Por eso mi idea al retirarme era venirme a Ibiza y tomarme algunos meses para sólo estar con mi señora y mis hijas".

Comparte la crianza y las responsabilidades domésticas con su señora.
"Claro. Emilia trabaja. Ella es periodista y está en una empresa de comunicaciones, por lo que gran parte del día estoy yo solo para hacer todo lo doméstico".

¿Cocina, cambia pañales, trapea los baños?
"Jajajá, de todo. A eso hay que agregarle que voy a dejar a Lucía al colegio y a sus clases de natación e inglés. Y llevo a las niñas al doctor. De repente mi suegra viene a ayudarme, pero en general tengo que ver todo yo hasta que llega mi señora en la tarde".

¿Qué nivel de cocinero es usted?

"De los que saben cumplir instrucciones para que la comida quede con buen sabor. Tengo la máquina esa que hace todo, pero hay que saber echarle las cantidades y aliños necesarios. Hasta ahora nadie se ha quejado".

Uno imagina que la vida en Ibiza es paradisíaca. ¿Van todos los días a la playa?

"La playa está a diez minutos caminando desde la casa y cruzando un parque muy bonito. Pero no voy todos los días, en especial en esta época donde a temperatura es de 23 grados. En verano, con 36 grados o más, obviamente vamos con más frecuencia".

Igual debe ser como estar de vacaciones permanentes.
"No, yo no siento que estoy de vacaciones. La calidad de vida por cierto que es muy buena, pero hay preocupaciones como en todas partes. Aunque parezca raro, a veces también me he estresado. Manejar una casa, ser papá y marido a tiempo completo también tiene sus momentos de pequeñas crisis".

¿Es un lugar seguro?
"Acá hay mucha vigilancia policial. Nosotros vivimos en un edificio que no tiene conserjes. Sólo puede entrar la persona que tiene llaves. Amigos tenemos pocos todavía. La mayoría son las amigas de mi señora y sus maridos. ¿Chilenos? Pocos. Pero un día vi a una persona con el buzo de la selección chilena y me acerqué a presentarme. Me contó que vivía hace años acá y quedamos de juntarnos pronto para comer choripanes. Nos seguimos en Instagram y hablamos".

Debe ser una ciudad cara.
"Barato no es, sin duda. Y luego de la pandemia la inflación se desató. Comprar casa o arrendar es muy caro. Por suerte el departamento donde vivimos lo compró hace años mi señora. Los autos también son caros. Y salir a comer es una aventura. Hay que buscar porque existen opciones más baratas que los restaurantes de turistas. Lo que sí es más barato que en Chile es el supermercado".

¿Qué echa de menos de Chile?
"A mi familia, que vive en el norte, y a mis amigos. Soy de los que les gusta juntarse a comer asados y acá eso es una rareza. Me di cuenta de cuánto lo echaba de menos el 18 de septiembre cuando caché que no tenía nada para celebrar".

¿Y qué hizo?
"Me conseguí el dato de que en otra comuna había una cafetería donde uno podía comprar empanadas chilenas. Agarré mi auto y fui. Me atendió un señor que dijo que era chileno, de San Antonio, pero tenía más acento español. Me compré una empanada y un pastel de choclo, me los llevé a la casa y me los comí. Lindo 18 (ríe)".

¿Tiene pensado moverse a Chile luego?
"Sí, en diciembre iremos, pero sólo por diez días. Mis viejos no conocen más que por Zoom a Sofía, así que haremos un viaje relámpago para que regaloneen con ella. Y quiero ver a mi abuelita Matilde, a la que echo mucho de menos".

¿Qué pedirá de comer cuando llegue?
"Lo tengo claro: asado, charqui de caballo, de ese enterito, y mango. Con eso me vuelvo feliz".

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