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Los mechones chilenos de Harvard relatan sus primeros días

Este año fueron admitidos dos chilenos a la Universidad de Harvard: Vandie Dumaboc, de Temuco, y Nicolás Andrade, de Santiago. Ambos tienen 18 años, salieron del colegio e ingresaron al programa collage de la famosa universidad ubicada cerca de Boston. Partieron sus clases a principios de septiembre y ella hasta sube videos a Youtube contando los detalles (su canal es Vandie Dumaboc).

La temuquense cuenta que ya ha hecho varios amigos. Allá usa una política de puerta abierta con algunas personas que viven en su edificio o dorm .

"Es básicamente dejar las puertas de los dormitorios abiertas para ir y venir, conversar, tomarnos un chocolate caliente", explica.

Tomó cuatro ramos: life sciences (una mezcla entre química y biología), cálculo, expos (que es escritura académica) y alemán.

"Aunque hay que estudiar harto, lo he sentido mucho menos pesado que el colegio", relata. "Encuentro que los contenidos son fascinantes. No voy a negar que muchas veces se pone difícil, pero tampoco es imposible sacar 100% en las pruebas (se usan porcentajes en vez de notas)".

-¿Qué tan diferente es la manera de instruir los ramos con su experiencia en Chile?
-Depende mucho del tamaño de la clase. Las clases grandes son mucho más dinámicas y algunas parecen un verdadero espectáculo. Las clases de idiomas son de unas 15 personas y se aprende a una velocidad que parece casi imposible. Yo llevo tomando alemán un mes y medio y ya puedo entender bastante cuando mis amigos hablan y a veces puedo responder de vuelta también. La clase de escritura académica está muy basada en la discusión y me tocó la suerte de estar en una sección en la que a todos nos fascina el tema, se arman conversaciones súper interesantes.

-¿Está relajado o no tanto?
-A casi todas las personas que conozco les pasó que la intensidad fue de cero a mil de repente y fue como: ¿Cuándo pasó esto? Igual como uno se viene a vivir acá, los primeros días son puras actividades y mudanzas.

Poca clase, harta tarea

Nicolás Andrade cuenta que los primeros días en el campus fueron de los mejores de su vida. "En los días de orientación hay un ambiente frenético en el mejor de los sentidos: todos quieren conocer gente nueva, las actividades y fiestas no paran y uno despliega todas sus habilidades sociales. Se habla con todos, te intentas acordar de sus nombres y te olvidas de cualquier preocupación", describe.

Hay detalles que le continúan impresionando, como los candelabros en Annenberg Hall, el comedor a lo Harry Potter o leer un cartel que le recuerda que está estudiando en la biblioteca académica más grande del mundo.

"Lo mismo cuando te enteras de que las personas que descubrieron Io que estás aprendiendo en ciencias están en sus laboratorios, un par de pisos más arriba", añade.

-Me comentó que hay temas académicos que a veces se ven cuesta arriba.
-Me ha ido mejor de lo que esperaba. Las clases son súper desafiantes y uno está obligado a acostumbrarse a nuevas metodologías, pero es posible. Creo que lo que caracteriza la dificultad académica en Harvard es la cantidad abrumadora de oportunidades extracurriculares: hacer investigación de todo tipo o ir a charlas de las personas que están liderando la política en este país. A pesar de que nada de esto es obligatorio, uno tiene todas las ganas de aprovechar lo que la universidad ofrece. Por lo pronto, sé que me gustaría aprender francés el próximo año y hacer investigación en ciencias, pero los planes pueden cambiar muy rápido.

-También me comentaba que son pocas clases, pero con mucha tarea.
-Yo debo tener un quinto de las clases que tenía en el colegio en Chile, pero también cinco veces la cantidad de tarea. Muchas asignaturas requieren largas lecturas y las clases son más como repasos, mientras que otras te piden hacer proyectos o resolver extensas guías de ejercicios. Se fomentan mucho la colaboración y la verdad es que sin eso, sería imposible. Si bien es distinto, prefiero este sistema porque no me gustan las clases largas. Acá puedo manejar mi tiempo y dedicarle más a lo que me cuesta más. Hay que aprender a organizarse.

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