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Katherine Martorell

Primero por los eventos del 18 de octubre del 2019 y después por la pandemia, el rostro de Katherine Martorell Awad, la subsecretaria de Prevención del Delito, se hizo familiar para los chilenos. Ha estado a cargo del sistema de salvoconductos, es la vocera del plan "Paso a Paso", explica la fiscalización sanitaria y estuvo a cargo del plan de seguridad implementado para la llegada de las vacunas al país.

Poco conocida en el mundo político, la joven abogada ya contaba con algunos años de carrera política. Fue directora jurídica y directora de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Conchalí, concejala de Quinta Normal, candidata a diputada por el Distrito NO 9 y en el primer gobierno de Piñera condujo la unidad de desarrollo territorial en la Subsecretaria de Telecomunicaciones.

Un detalle que destaca al verla, es un tatuaje que lleva en el antebrazo derecho, y lo explica cuando uno le pregunta: "Tengo tres tatuajes, el del antebrazo dice Siempre en el mismo lugar (escrito en Latín). Es un cable a tierra. Es para recordar de dónde uno viene, quién es, quién es tu familia y cuál es tu mundo". Los otros dos no se ven: "Uno es una flor de loto (en el tobillo) porque el loto crece en el barro y uno siempre puede encontrar algo valioso si busca en el barro. Y el tercero se encuentra atrás, en el cuello, y es mi nombre en árabe".

Martorell llega a esta entrevista luego de una reunión en que analizó los detalles de un exitoso operativo en La Legua que desbarató una banda que traficaba drogas y en el que requisaron 21 armas. "Y no eran armas hechizas, solo había una hechiza, las otras eran 9 milímetros, punto 4", explica. "Este es un operativo que hicimos con la Fiscalía Sur junto a la PDI y que comprende barrios prioritarios".

-¿Qué son los barrios prioritarios?
-Son lugares donde, generalmente, hay poca presencia del Estado, con una situación urbana muy compleja y donde ocurre la mayor cantidad de delitos graves. Son lugares con una alta deserción escolar, ausencia de conectividad de todo tipo, mucha violencia familiar, mucha balacera. Son 35 barrios prioritarios en el país.

Diciembre a las balas

Al menos 15 balaceras en diciembre y un aumento de 35% en los homicidios el 2020 (pasaron de 611 a 828 en un año) preocupan a la subsecretaria.

-Sorprende tanto homicidio, tanto uso de armas de fuego.
-Un homicidio, más aún si es en medio de una balacera, siempre va a sorprenden Pero lo que no me sorprende es el uso de armas, eso era algo que estaba latente, que podía pasar.

-¿Por qué?
-En Chile tener armas es muy fácil y es imposible fiscalizarlas, hacerles seguimiento. Solo un dato: la PDI estableció que el 90% de las armas que ellos han incautado son registradas. Por eso no sorprende que las bandas tengan tanto poder de fuego. Necesitamos urgente una nueva Ley de Armas.

-¿Existe alguna explicación de las ultimas balaceras?
-La pandemia trajo una disminución de los delitos de oportunidad, pero también se produjo un aumento en los delitos violentos. Al tener cerradas las fronteras y limitar la circulación, hemos visto un aumento de las quitadas de drogas porque existía escasez y como consecuencia, muchos ajustes de cuenta. También aumentó la violencia de los delitos por el toque de queda y las restricciones; y el mayor despliegue policial que restringió el tiempo y la libertad para cometer delitos.

-¿Existe un catastro de la cantidad de armas que circulan en Chile?
-Los registros arrojan que en Chile hay alrededor de 800.000 armas circulando sin ningún control, pero lo que más sorprende es que esas armas no vienen de contrabando, no vienen del exterior. Son armas de personas naturales y que llegaron al crimen organizado porque se las pueden haber robado, se perdieron o vendieron a otra persona y no hicieron la denuncia o declaración.

-¿No hay un catastro de las personas que tienen armas?
-Hay total incapacidad de parte del Estado de realizar control de armas. En Chile no hay obligación de denunciar o notificar la pérdida o robo de un arma. La policía no tiene facultades para controlar la posesión de armas. Y no se puede seguir el ADN de las balas.

-¿Qué es el ADN de las balas?
-Es el sello, la serie de la bala que se vincula con el arma. Si encuentras una bala puedes saber quién es el responsable, qué arma la disparó y buscar su dueño.

-¿Por qué no hay una ley de armas?
-Nosotros constituimos una mesa de seguridad transversal a un mes de haber asumido el gobierno, con alcaldes, parlamentarios, ex ministros y todos coincidieron en que lo prioritario era una Ley de Armas. Esa ley estaba desde 2007 en el Congreso y le introdujimos modificaciones para que todos estuvieran de acuerdo. Pero todavía no sale.

Aprendizaje

-¿En estos cuatro años en el cargo, qué percepción se ha formado de la delincuencia?
-Lo primero es que la delincuencia se debe enfrentar como una decisión de Estado. Esto no es un tema del gobierno de turno o del Poder Judicial o el Poder Legislativo.

-¿Eso recién lo descubrió tras cuatro años en el cargo?
-Siempre tuve claro esta visión de que era un tema de Estado, lo que pasa es que ahora tengo evidencias. Esto es algo que se sabe hace mucho tiempo y yo lo conocí como concejal y como directora de la Dirección de Desarrollo Comunitario de Conchalí. Esta es una lucha permanente y en la que hay que ser muy rápido.

-¿Rápido?
-Porque la velocidad de la innovación delictual es impresionante. Por eso es tan importante que el Estado trabaje como una máquina muy bien aceitada donde todos los actores estén coordinados.

-¿Cómo debe actuar esa máquina bien aceitada?
-Es clave entender que si el Estado no llega con una oferta de buena calidad y condiciones de vida, es muy posible que en ese lugar surja el germen del delito. ¿Cómo convenzo yo a un niño de 13 años para que vaya al colegio cuando tiene una mamá drogadicta, su papá está preso y su vecino gana 50 lucas vendiendo pitos?

-¿Esa situación ocurre en los 35 barrios prioritarios que mencionó al principio?
-Cuando uno va a los barrios prioritarios se encuentra con una precariedad y vulnerabilidad de tal nivel que incentiva a las personas a tener una carrera delincuencial. El Estado debe ser capaz de llegar con una oferta que le compita al narcotraficante, a la opción de ser delincuente. Esta es una tarea de largo plazo, lo clave ahora es que decidimos intervenir en profundidad. Es muy probable que yo no vea los resultados de todos los cambios que estamos haciendo en la Legua, los veré cuando esté fuera del gobierno.

Innovación en el crimen

-¿Cómo ha evolucionado la delincuencia chilena en el último tiempo?
-La delincuencia chilena es muy buena para copiar los delitos de otros países. Muchas veces se dice que los inmigrantes trajeron nuevos delitos, pero no es así. La delincuencia chilena es muy innovadora.

-¿Qué casos muestran esa evolución o innovación?
-Antes el robo de autos era cuando estaban estacionados, pero como se dificultó, decidieron hacerlo cuando las personas están en el auto y ahí nacieron los portonazos, que es un robo con violencia. Luego, cuando empezaron los resguardos, la coordinación de los vecinos, las municipalidades implementaron medidas, los delincuentes cambiaron a la modalidad de las encerronas.

-¿Qué cambió?
-Empezaron a dificultarse las rutas de escape con alarmas comunitarias, cámaras, cierre de calles. También vimos con la pandemia que dejaron de robar autos de alta gama y empezaron a robar vehículos de traslado de bienes esenciales, con televisores, colchones.

-¿La pandemia redujo la cantidad de delitos?

-Todos los delitos en Chile han disminuido muchísimo, pero hay que ver estos números con cuidado.

-¿Cómo?
-En la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc) pasamos de 28% a 23,3%. Los casos policiales bajaron 30,7% en comparación con el año pasado. Todos estos indicadores son muy buenos, pero aumentó la percepción de inseguridad. La gente tiene más miedo y eso afecta seriamente la calidad de vida de las personas, dejas de salir a la calle, duermes con la luz prendida, estás preocupado de las personas cercanas.

-¿Por qué ocurre esto?
-Por varios factores. Las balaceras han colaborado a aumentar ese temor. No somos un país acostumbrado al homicidio o una balacera en una feria navideña. Eso provoca un shock muy grande.

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