Treinta años tenía Francisco Saavedra cuando comenzó a aplicarse bótox y llegó a hacerlo cada seis meses. "Hace tiempo que lo llevaba pensando y decidí no pincharme más la cara", sostiene el animador que el próximo mes se subirá a la Quinta Vergara. Como la última intervención fue a comienzos de 2023, ya nota algunos resultados. "A mis 46 años se ven mis arruguitas, expresiones en la frente y otras señas que deja el tiempo. Creo que es mejor envejecer sin intervenir la cara", agrega.
El cambio de actitud ante su apariencia tuvo que ver con varios factores, entre ellos las bromas de sus compañeros de trabajo en Canal 13. "Jorge Zabaleta siempre me decía que dejara de pincharme con bótox. Un día, mientras grabábamos me pregunta ¿qué te hiciste, Pancho? Yo le mentí y le dije que nada. Me respondió no, eso de tener cara de ardilla no puede ser' .
¿Cómo es eso de cara de ardilla?
"Con las mejillas hinchadas. Pedro Ruminot (otro animador de Socios de la parrilla) me echaba la talla al preguntarme ¿te estás riendo o llorando?".
Como Saavedra es una persona con mucho humor, encontró tras las bromas un mensaje de amigos. "Uno empieza a perder la dimensión y comienza a pensar que se le arruga mucho la frente o se notan las patas de gallo. Pero la vida no puede ser así, con la cara plastificada", afirma.
El inicio de su relación con el bótox data de los tiempos de "Alfombra roja".
"En esa época todos hablaban del cuerpo ajeno, si las personas de farándula estaban más gordas o más flacas. Se fue normalizando esa clase de opiniones. Uno comete el error de ponerse algo porque está en televisión y eso es mentira: uno está en televisión por lo que comunica.
Mientras procesaba estas ideas y además se concentraba en su hija Laura, de un año y medio, Saavedra se miró al espejo. Comenzaba el 2023 y estaba de viaje en Estados Unidos. Se acercaba la fecha en que usualmente se inyectaba bótox.
"Me miré al espejo y no quise meterme en un círculo vicioso. Creo que uno tiene que ser capaz de demostrar lo que está sintiendo. Me di cuenta que yo pensaba equivocadamente que las arrugas eran feas. Nunca fue necesario ponerme bótox", reconoce.
El animador sostiene que no se trata de condenar las intervenciones, pues cree que en caso de necesitarlas por un tema de salud, recurrirá a ellas. Tampoco en el uso de bótox para tratar a pacientes con exceso de sudoración o bruxismo, sino que concentrar sus esfuerzos en medios menos invasivos.
'Tengo un arsenal de cremas, serum y protectores solares. En todos los años que he hecho Lugares que hablan no me cuidé del sol, así que tengo manchas en la cara. Para cuidar mi piel voy a una dermatóloga y una cosmetóloga, me someto a limpiezas y tratamientos, pero ya no quiero bótox. Cuido mi salud, como bien, tomo unos 3 litros de agua al día y hago ejercicio", comenta.
Saavedra insiste en que pese a que los tratamientos mantienen la cara más intensa, no puede evitar las secuelas del tiempo en otros lugares. "Hay personas que tienen la cara de muñeco de cera, pero se notan las arrugas en el cuello y las manos. Para mí lo interesante de las arrugas es que cuentan tu historia, reflejan lo que has pasado. Eso es muy bonito".