A 11.800 kilómetros de distancia, mientras el termómetro marca dos grados de temperatura, Humberto Zepeda responde el teléfono con calma. Su voz suave se escucha cansada, pero con un dejo de emoción.
Él y su esposa, Ana Luz Contreras, llegaron a la ciudad francesa de Vesoul el 2 de diciembre para estar presentes en el juicio de apelación de su hijo Nicolás Zepeda, condenado en abril de 2022 a 28 años de cárcel por el crimen de Narumi Kurosaki. La joven japonesa, ex pareja de Nicolás, fue vista por última vez la noche del 4 de diciembre de 2016 en la residencia universitaria de Besanzón. A siete años de su desaparición, no hay rastros de ella.
Los Zepeda Contreras están alojados en un hotel cercano al Palacio de Tribunales. Todos los días se levantan de madrugada y parten caminando para presenciar las maratónicas audiencias.
"Son jornadas extenuantes para todos. Un día empezamos a las 8:00 y terminaron después de las 19:00 0 20:00 horas. En la hora de almuerzo que da el juez, tratamos de ir a un local de la esquina, comemos rápido y volvemos", relata.
¿Cómo han vivido estas dos semanas en Vesoul, Humberto?
"Todo ha sido cuesta arriba. No tenemos ninguna red de apoyo acá. Nadie de la embajada o del consulado chileno en Francia se ha contactado con nosotros. Estamos luchando frente a una maquinaria judicial francesa que es feroz. Ha sido como subir una montaña todos los días".
¿Y el apoyo de los abogados?
"Renaud Portejoie y Sylvain Cormier, dos excelentes abogados, que cuando tuvieron la posibilidad de tener la defensa de Nicolás no lo dudaron en ningún minuto. Estamos luchando juntos".
El primer día del juicio, usted solicitó al tribunal poder abrazar a su hijo.
"Desde antes de llegar veníamos haciendo gestiones con la justicia francesa, porque no veíamos a Nicolás desde febrero, cuando se aplazó este juicio, pero no tuvimos acogida. Ahí es donde uno empieza a notar que no es bienvenido y que para este país ya hay un culpable casi declarado".
¿Aún no lo abraza?
"Este viernes lo conseguimos, por fin lo abrazamos. 13 días después. Estuvimos 45 minutos con él en una salita en el Centro de Detención de Vesoul. Los abogados lo consiguieron. Antes solo lo veíamos en la audiencia de lejos. Para el día de su cumpleaños (11/12) nos permitieron acercarnos un ratito en la sala. La mamá le llevaba un pastel pequeño, pero no se lo permitieron".
¿Cómo fue el encuentro de este viernes?
"Fue piel a piel, lo abrazamos. El abrazo de la mamá fue el más largo. Estuvimos ahí en una mesita, conversando solo los tres. Estábamos muy contentos por verlo".
¿Qué pudieron conversar?
"El proceso judicial lo estamos viviendo juntos, así que esos 45 minutos no los íbamos a gastar en eso. Aprovechamos de hablar de cosas de la familia. Él se acuerda mucho de sus hermanas...(hace una pausa, se emociona). Disculpa. De sus hermanas, de su perro. Se acordó de su abuela que falleció".
Cuando ustedes están en Chile ¿pueden comunicarse con "Podemos hablar por teléfono, pero rapidito, tres o cuatro minutos. Es costoso comunicarse, pero si a él le pasa algo, nosotros podemos saberlo".
¿Cómo ha visto a su hijo, Humberto?
"Físicamente bien, tranquilo. El mensaje no verbal que siempre nos transmite es de una seguridad absoluta de su inocencia. Él estuvo en Chile tres años, del 2016 al 2020, cuando lo extraditaron. Si él fuera una persona culpable, se hubiese arrancado. De hecho, yo recibí mensajes de personas que le ofrecían arrancarse, pero él me decía con absoluta convicción y certeza: Yo no tengo por qué escaparme porque soy inocente. Ese es un hecho concreto de su convicción, de su verdad. Una persona que cometió un delito como este se habría arrancado".
Cuando usted declaró en el estrado dijo que estaba cesante hace tres años.
"Tuve algunos problemas producto de que en mi cabeza había dos grandes cosas: responder a mi trabajo y el caso de Nicolás. Tuve que optar. No fue (una salida de) mutuo acuerdo. La empresa donde estaba se portó muy bien, pero yo tampoco podía aprovecharme de eso, no era ético. A partir de ese momento me he dedicado a esta investigación. Así me di cuenta de muchas cosas.
¿Cómo lo ha hecho, entonces?
"Tengo 60 años, trabajé 38 años. Alcancé a comprar algunas cosas que me permitieran vivir. Pero en el día a día yo no tengo ingresos, pero tampoco tengo mayores gastos porque mis tres hijos ya salieron de la universidad. Se armó el cuento de que aquí había una familia tremendamente rica frente a una familia que era tremendamente pobre. Eso no es verdad. Yo no soy millonario y ellos no están en la calle. Con mucho esfuerzo logré llegar a un trabajo que me permitió mandar a mis hijos a la universidad, tener un lugar donde vivir. Yo no tengo empresas ni decenas de propiedades".
¿Se ha puesto en el escenario de que se ratifique la condena?
"Si ratifican la condena, todo el mundo va a saber o se va a informar de que condenaron a una persona sin tener las pruebas fehacientes y concluyentes. No hay cuerpo, autopsia, intervención de un tercero, nada.
¿Usted conoció a Narumi?
"Sí, cuando estuvo a Chile. En ese tiempo yo vivía en La Serena, pero justo había ido a Santiago a acompañar a mi mamá al médico. En esos días llegó Narumi y conoció a mi mamá. No pudimos hablar mucho por el idioma".
¿Ha conversado alguna vez con la mamá de Narumi?
"En el primer juicio fui muy empático con ella. Le dije que yo no me podía imaginar el dolor que tenía. A los dos días, ella habló en el juicio y nos trató horrible, dijo que yo le había enseñado miles de cosas malas a Nicolás. Yo entendí eso un poco por la situación, pero le pedí a mi abogada de ese entonces que hablara con la abogada de ella porque quería darle mi apoyo, fuerza a la mamá, pero la abogada se negó".