Todavía no sabe por qué perdió el control de su camioneta marca Jeep la mañana del viernes ni por qué no funcionaron los airbag. Lo único que Patricia Maldonado recuerda es que "sentí que me di más de ocho vueltas en el aire y les pedí a mis padres, ya fallecidos, que me ayudaran". Sin embargo, aclara que "nunca pensé en la muerte ni se me pasó la vida por delante, estuve consciente en todo momento, no perdí el conocimiento". "Me di tantas vueltas que quedé botada en una zanja con el vehículo hacia un lado y atrapada en un sitio chiquitito. No podía salir. Mi gran temor era que el auto estallara porque justo había llenado el tanque de bencina el día anterior", relata desde su casa luego de ser dada de alta del Hospital Militar la tarde del lunes.
También destaca la presencia de la enfermera Elizabeth Galleguillos, que por casualidad iba detrás de ella por la ruta 68. "Me dijo que me iba a asistir, respira profundo porque yo quería arrancar y no podía. Tuve la valentía de revisarme el cuerpo: los pies, piernas, brazos y dientes. No estaba quebrada. Tenía terror por la columna. Sentía que mi ojo derecho iba creciendo de una manera insólita, entonces pensé que había perdido el ojo", describe la panelista de "Tal cual", de TV+.
Después fue trasladada al Hospital de Curacaví, donde "me trataron impecable. Me tomaron la presión, se me fue a las nubes y me cortaron el body (que andaba trayendo) para revisarme. Yo voy a luchar enormemente para que ese hospital tenga más implementos porque hacen maravillas con nada. Está en un lugar estratégico, en la ruta 68, donde los accidentes son a diario".
¿A qué atribuye haber perdido el control de la camioneta?
"El piso estaba malito, había muchas pozas de agua y como pasan camiones, generalmente botan petróleo y el camino se pone resbaladizo. No sé si fue eso. En el último golpe me pegué en la cara porque las bolsas de aire no se abrieron. Tengo el ojo derecho en tinta. Pensé que me había quebrado la nariz. Tengo 72 años y en cualquier momento los huesos se te quiebran y no tengo nada, salvo contusiones múltiples. En el Hospital Militar me dijeron usted es dura de matar, señora.
¿Por qué a la primera que llamó fue a Raquel Argandoña?
"Porque en esos momentos se necesita gente que sea rápida, que reaccione para que le avisara a mi familia. Ella no escuchó mi mensaje altiro, sino que después habló con la enfermera y les avisó a mis hijos y a Jorge (Pino), mi marido, que llegó al hospital en pijama y chalas, sin calcetines".
¿Cómo se siente ahora?
"Me duele todo y aún tengo el ojo derecho en tinta, apenas me puedo sentar y me duché a los gritos por el dolor. Estoy con analgésicos e inyecciones. Voy a estar toda esta semana en reposo".
¿Va a volver a manejar?
"Estamos viendo un chofer porque llevo tantos años manejando que estoy un poco cabreada y más que eso tengo miedo. Quedé con susto. Yo no soy una persona violenta ni prepotente para manejar, al contrario, trato de evitar. No tengo partes".
¿Qué aprendizaje saca de este accidente?
"Creo que la vida me ha dado una tremenda segunda oportunidad porque de este accidente la gente no se salva. Caí a 50 metros de una quebrada gigantesca. Ahí ha habido muertes terribles. Cuando pasé por ahí de vuelta del hospital cerré los ojos, no quise mirar y por primera vez lloré con ganas. Me dio susto porque dije Dios mío, podría haber caído ahí y hubiera dejado a mi familia El aprendizaje es seguir viviendo lo mejor posible, agradecer por esta oportunidad, disfrutar a mi familia y seguir trabajando, aunque voy a disminuir un poco la carga".