Cristóbal Aliste González (36), exjugador de Cobresal, se acostó temprano el domingo pasado. Aprovechó que sus tres hijos estaban en la casa de su suegra, vio un poco de televisión, descansó en su cama y como a la medianoche figuraba durmiendo junto a su esposa. No alcanzó ni a dormir dos horas, recuerda, cuando se despertó con los gritos de cuatro hombres encapuchados que estaban parados en cada esquina de su cama matrimonial.
"Eran puro grito. Nos decían que dónde teníamos las cosas, que entregáramos las cosas. De hecho, eran cinco tipos. A uno no lo vimos, pero escuchamos su voz desde el pasillo. No nos dejaron movernos de la cama. Cuento esto porque no es posible que nos sintamos inseguros en nuestro propio hogar, que se supone que debiese ser el lugar más seguro. Da la sensación de que quienes tienen que protegernos están más preocupados de unos relojes caros que de la gente que de verdad los necesita. Necesito poder estar tranquilo en mi casa. Todo fue muy violento", relata el exseleccionado nacional de la Sub20, desde su casa en un condominio de Maipú.
-¿Cómo fue esa violencia?
-Lo primero que hicieron fue robarnos los anillos de matrimonio y unas cadenas. Después, con las mismas cosas que teníamos en la casa nos amarraron las manos y los pies para que no nos escapáramos. Nos dejaron tirados en la cama con dos guardias que nos vigilaban en todo momento mientras los otros revolvían la casa.
-¿Con qué los maniataron?
-Con los mismos cordones de nuestras zapatillas nos amarraron las muñecas y los tobillos. Usaron varios pares. También nos pusieron cinta en la boca. Querían plata, pero nosotros no manejamos dinero en efectivo. Y mientras nos tenían amarrados nos gritaban de todo e insistían en que les pasáramos las cosas. Nosotros no pusimos problemas, incluso, cuando nos pidieron las llaves de los autos se las pasamos, pero uno no funcionó y ahí volvieron a gritarnos.
-¿Por qué no funcionó?
-Tenemos dos autos. Uno estaba sin batería, entonces, cuando intentaron prenderlo no partió. Un tipo regresó muy violento a decirme que le quitara el cortacorriente al auto, que qué me creía. Ahí le tuve que explicar que no tenía batería, que no los estábamos engañando y finalmente se llevaron el otro. Un Lexus.
-¿Y los dejaron amarrados, Cristóbal?
- Sí. Y encerrados. Estuvimos 45 minutos maniatados en la pieza. Cuando yo no escuché más ruidos le hice una seña con la cabeza a mi esposa para que nos desamarráramos, pero ella me hizo una seña de vuelta.
-¿Qué quería decirle?
-Que no me moviera todavía porque los tipos seguían por allí. Ella conoce muy bien los ruidos de la casa. Estaba esperando a que se encendiera el motor del Lexus, que fue la señal que nos indicó finalmente que se habían ido.
-Me dijo que los encerraron.
-Sí, nos dejaron encerrados con llave en la pieza matrimonial. Cuando se fueron los tipos, nos quitamos las cintas de la boca con las mismas muñecas amarradas y luego nos quitamos las amarras con los dientes y con un corta cutícula que encontramos tirado.
-¿Cómo salieron?
-Cuando estábamos desamarrados, intentamos abrir la puerta, pero nos habían encerrado con llave. Intenté pegarle patadas, usé mi espalda, me tiré contra ella, pero no se abría. Mi esposa me trajo un perchero y empecé a pegarle como si fuese un ariete. No boté la puerta, solo logré hacerle un hoyo y por ahí salimos corriendo a pedir ayuda. Fueron 45 minutos amarrados.
-¿Qué le robaron?
-Nintendo Switch, gorras, el computador de mi hijo chico, ropa, anillos de matrimonio, un reloj, carteras, el Lexus, la comida del refrigerador y a nuestro perro salchicha.
-¿La comida y el salchicha?
-Sí, se llevaron la carne y a nuestro perro Junior, que apareció como a las cinco horas cerca de la casa. En realidad la carne no alcanzaron a robarla porque la pusieron en el auto que no partió.
-¿Qué carne era?
Cristóbal no recuerda la variedad y muestra una foto con los cortes. Son carnes al vacío.
-¿Y qué pasó con el Lexus?
-A estos tipos se les cayó el celular que me robaron en la casa. Como mi auto tiene GPS, fui con Carabineros a seguirlo. Lo encontré abandonado en Peñaflor.
-Sí, nos dejaron encerrados con llave en la pieza matrimonial. Cuando se fueron los tipos, nos quitamos las cintas de la boca con las mismas muñecas amarradas y luego nos quitamos las amarras con los dientes y con un corta cutícula que encontramos tirado.
-¿Cómo salieron?
-Cuando estábamos desamarrados, intentamos abrir la puerta, pero nos habían encerrado con llave. Intenté pegarle patadas, usé mi espalda, me tiré contra ella, pero no se abría. Mi esposa me trajo un perchero y empecé a pegarle como si fuese un ariete. No boté la puerta, solo logré hacerle un hoyo y por ahí salimos corriendo a pedir ayuda. Fueron 45 minutos amarrados.
-¿Qué le robaron?
-Nintendo Switch, gorras, el computador de mi hijo chico, ropa, anillos de matrimonio, un reloj, carteras, el Lexus, la comida del refrigerador y a nuestro perro salchicha.
-¿La comida y el salchicha?
-Sí, se llevaron la carne y a nuestro perro Junior, que apareció como a las cinco horas cerca de la casa. En realidad la carne no alcanzaron a robarla porque la pusieron en el auto que no partió.
-¿Qué carne era?
Cristóbal no recuerda la variedad y muestra una foto con los cortes. Son carnes al vacío.
-¿Y qué pasó con el Lexus?
-A estos tipos se les cayó el celular que me robaron en la casa. Como mi auto tiene GPS, fui con Carabineros a seguirlo. Lo encontré abandonado en Peñaflor.