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La doctora Cordero lo hizo otra vez

Por sus problemas a la cadera la diputada María Luisa Cordero se sienta cerca de la testera del hemiciclo, por lo mismo, en una de las visitas que el año pasado hizo el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, a la sala, no le costó nada hacerle una discreta seña con un dedo para que ella se acercara. "Me dijo que se había hechos unas pruebas, exámenes y le habían salido alterados". Y no es que la doctora Cordero sea la médico de cabecera del ministro, sino que Ávila se lo comentó en agradecimiento de un diagnóstico preliminar que semanas antes le había hecho la médico al observar su color de piel.

"Él es muy amable. Yo tampoco le quise preguntar detalles, (de las pruebas), él tendrá su médico. Por muy invasiva que sea mi semiología yo tengo límites", comenta la diputada independiente.

En plena interpelación

La historia comenzó el 20 de julio cuando el ministro de Educación ingresó a la sala de la Cámara de Diputados para iniciar su exposición por la interpelación a la que fue sometido por la decisión de adelantar y extender las vacaciones de invierno.


El cartelito

"Yo estaba preparándome para la exposición y ella se acercó con un cartelito. Mientras yo estaba ordenando mi presentación me dijo que estaba preocupada, porque yo estaba muy moreno y veces anteriores no me había visto tan moreno. Me advirtió que podía tener una diabetes bronceada (también conocida como hemocromatosis, enfermedad metabólica caracterizada por la acumulación de grandes cantidades de hierro en el organismo) y en el cartelito me escribió eso. Terminé la interpelación y ahí se acercó de nuevo y me dijo que estaba preocupada y me recomendó hacerme exámenes. Recuerdo que me contó que el presidente Kennedy tenía esa diabetes que es un tipo bien específico", cuenta el ministro.

El titular de Educación prosigue: "Yo casualmente siempre me hago un chequeo en agosto y el año pasado justo me salió un poco alterada la glicemia".

-O sea, gracias a la diputada Cordero.
-Sí. Y de ahí en adelante que traté de cambiar mi alimentación y comencé a andar en bicicleta todos los domingos. Después de un tiempo la volví a ver en el Congreso y le conté.

-¿Qué pensó cuando la diputada se le acercó para preguntarle por su salud?
-Lo encontré divertido, porque era una situación de alta tensión, entonces en general uno no se encuentra con ese tipo de cosas en lugares como el Congreso, pero ella es bien especial y dentro de sus particularidades están estos diagnósticos. Recuerdo que ella me contó ahí mismo que una vez venía en un avión y encontró que un señor tenía el cuello muy grueso y luego esa persona efectivamente se operó de su dolencia. Luego la buscó por cielo, mar y tierra para agradecerle. Yo creo que siempre hay que hacerse chequeos, es importantísimo.

"Mirando a los enfermos".

"A veces pareciera que fuera una bruta haciendo diagnósticos, que me bajé del Caleuche como una bruja haciendo diagnósticos y esto se llama semiología: la manera de saber leer más allá de los textos escritos o hablados. En cuarto año de Medicina te enseñan semiología que son diagnósticos mirando a los enfermos, mostrando los dedos, la palma de las manos, etcétera. Estudié en la Pontificia Universidad Católica en 1965", relata la siquiatra quien ya había aconsejado al diputado Gaspar Rivas (PPD) sobre su TOC.

-¿Ha recibido muchas críticas por este tipo de diagnósticos que ha hecho?
-De repente hablan de la ética, que la ética, qué me vienen a hablar de ética. Le salvé la vida a un cantante de Concepción. Yo estaba en un programa y mostraron las imágenes donde salía amarillo, no le salía la voz, estaba prácticamente en un precoma hepático y cuando mostraron las imágenes dije: cuál es la cámara que va a Concepción y le hablé directo para decirle que estaba con graves problemas hepáticos. Esto fue en febrero y luego me enteré que en abril le hicieron un trasplante. ¿Yo por qué se tanta semiología? porque aprendí anatomía patológica con cadáveres y ahora los estudiantes tienen monos de plástico.

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